2 de julio de 2020

Alejandro Nevsky
Dirección: Sergei Eisenstein y Dimitri Vasiliev
Guión: Sergei Eisenstein y Pyotr Pavlenko
URSS/1938


Sergei Mikhailovich Eisenstein (1898-1948) es ya una figura mítica, no sólo por haber fundado las bases del cine soviético sino porque sus películas reconstruyeron el edificio de lo que fue la Unión Soviética, en sus distintos momentos. Evolución del cine, evolución del socialismo en paralelo, están plasmados en sus films. El más grande de los cineastas rusos, Eisenstein consideraba que hacía la revolución desde el cine, el medio que constituía la forma de arte del proletariado. Siempre con una intención didáctica. Conceptos tales como montaje, contraste, revolución, proletariado, masa, están íntimamente articulados en su cine, en una correspondencia visual e intelectual.

Tras realizar La huelga, Octubre y El acorazado Potemkin, había quedado en América, sin montar, su frustrada película sobre México, su material vendido y reutilizado. Al regresar de su viaje en 1932 el cineasta, despreciado por el régimen, ignorado por el todopoderoso funcionario del cine Boris Shumiatsky, se dedicó a la enseñanza en el Instituto Estatal de Cine en Moscú. Durante dos años trabajó en la que sería su primera película sonora, El prado de Bezhin, proyecto que se frustró por orden del Partido a causa de su supuesta incorrección política y del cual sólo quedan algunos planos fijos.

En 1938 Sergei Eisenstein filma Alejandro Nevsky, un film laudatorio de una de las grandes figuras de la historia rusa. En ese momento se temía como inminente el conflicto entre Rusia y Alemania, en pleno ascenso de Hitler. Eisenstein recibe la orden de Stalin de utilizar esa figura icónica para hacer un llamado patriótico: Nevsky fue un héroe del siglo XIII, venerado por los rusos, canonizado por la iglesia ortodoxa, un estratega que lideró la expulsión de los suecos, la batalla contra los Caballeros Teutónicos y unificó gran parte de los principados rusos. Una figura incuestionable para fortalecer el espíritu nacional. Eisenstein había pasado años en el ostracismo, y respondió a la convocatoria.

Si bien es autorizado –y ordenado- a rodar el film, se le impone un codirector (Dimitri Vasiliev, uno de los realizadores de Chapaev), un asistente de guión (el stalinista Pyotr Pavlenko, miembro de la policía secreta) y una asistente en la dirección de actores (Elena Telecheva), y recibió la orden de trabajar por primera vez con actores profesionales. Por otro lado, el actor que encarnaría al protagonista, el popular Nikolai Cherkasov, era un cuadro del régimen, miembro del Soviet Supremo. De esta manera el cineasta estaba estrechamente  controlado, y no caería en los “formalismos” previos tan censurados. En la cámara, su permanente Eduard Tisse.

Eisenstein realiza un film que, si bien es menos personal, menos vanguardista, pone en escena su sensibilidad para lograr un gran espectáculo y utilizar arquetipos, imágenes simbólicas, ayudado por una extraordinaria banda sonora: una cantata que compuso Sergei Prokofiev para el film. Su primera película sonora no se apoyaba en los diálogos, sino en la comunión de la imagen con la música.

En el siglo XIII Rusia se hallaba amenazada por dos fuerzas invasoras: los mongoles por el Este y los alemanes por occidente. El film pone dos fuerzas poderosas en pugna: los Caballeros Teutónicos del Sacro Imperio Romano Germánico, acompañados por sus sacerdotes, han tomado la ciudad de Pskov y amenazan Novgorod, y salen en su defensa las fuerzas rusas, integradas en su mayoría por campesinos que se armaron para defender el suelo ruso, respondiendo a la convocatoria del príncipe Alejandro.


El diseño visual está muy cuidado: los alemanes, que eran monjes soldados, están presentados bajo el color blanco de sus vestimentas y las de sus caballos, con cascos que ocultan sus rostros, en formaciones organizadas geométricamente, como un bloque, como una máquina. Bajo la cruz que porta cada uno, son caballeros cruzados. Los rusos en cambio, con todos los matices del gris al negro, en una simbología opuesta al arquetipo que identifica lo oscuro con lo ominoso. Todo lo contrario: los blancos alemanes tienen sin exclusión la mirada torva, el gesto calculado, el acto traicionero, criminal. Frente a las cerradas armaduras alemanas, los oscuros rusos avanzan espontáneamente, a cara descubierta, con entusiasmo, con sangre y patriotismo. Y en oposiciones dialécticas, las líneas rectas de los alemanes enfrentan las curvas de los rusos, la rigidez de aquellos y la organicidad de los otros.


Por primera vez con un héroe individual en su cine, Eisenstein no deja de filmar magistralmente los movimientos de masas, como lo había mostrado en La huelga y en Octubre, y logra imágenes de gran belleza plástica. La lucha en el lago helado configura el momento álgido de la película y posee una coreografía que combina los movimientos colectivos y las luchas individuales, panorámicas y planos medios, con la música de Prokofiev. (Este formato sería el modelo para muchos films bélicos posteriores, internacionalmente.) El ejército alemán avanza en cuña contra un sector de las fuerzas rusas, pero el grueso de estas los ataca después por ambos flancos, destruyéndolos en parte y empujándolos por fin al lago helado, donde caen por el peso de sus armaduras. Prokofiev experimentó con los timbres musicales, utilizando metales para acompañar a los caballeros teutónicos con armónicos disonantes, mientras la música para los combatientes rusos era con madera y cuerdas, más cercana al folklore. Por otro lado, se logró una correspondencia entre los movimientos de los guerreros y la curva musical. En ocasiones, Prokofiev componía la música después de que la escena hubiera sido montad, en otras, él proponía la música anticipadamente, y las tomas se correspondían con la banda de sonido.

Sergei Prokofiev y Sergei Eisenstein

En Alejandro Nevsky Eisenstein reemplaza el “montaje de atracciones” de sus primeras películas por un montaje fluido, al servicio de la narración. Hay una subtrama menor en la película, algo banal y anticlimática, que degrada el film: la rivalidad de los amigos por obtener la mano de una doncella. Ella elegirá al más valiente, por lo que ambos casi dejan sus vidas en el campo de batalla. Eisenstein no es un director de historias amorosas, sino épicas. Otra mujer tiene un rol destacado: se calza la cota de mallas, el casco y sale a la lucha, combatiendo como uno más. La valoración de la mujer es un detalle nuevo en el cine de Eisenstein.

Alejandro Nevsky es un film que se vale del pasado para hablar del presente. Hay en la película frases muy significativas para el momento que se vivía, que constituían un llamado a las armas: “Alzaremos a los campesinos. Álzate, pueblo de Rusia.” Y “Aquel que venga blandiendo la espada, por la espada perecerá”. Frases premonitorias de lo que sucedería en la década siguiente.

Pese al éxito que obtuvo, que le valió la Orden de Lenin, una vez más Eisenstein no pudo eludir las críticas, en esta ocasión de maniqueo y chauvinista. También desde distintas posiciones se ha relacionado la figura del líder Alejandro con la de Stalin, en pleno momento del culto a la personalidad. Cuando en 1939 se concertó el pacto de no agresión entre Stalin y Hitler la película desapareció de las pantallas y el realizador debió en cambio rendir homenaje a la cultura alemana poniendo en escena la ópera La Walkiria. Cuando en 1941 Alemania invadió Rusia, el film fue nuevamente proyectado en los cines. Y la propaganda logró su cometido.

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