8 de septiembre de 2010

El silencio infinito



Los jóvenes muertos
Dirección: Leandro Listorti. Argentina/2009.


El mejor documental argentino en lo que va del año aborda con personalidad y rigor los suicidios de los jóvenes en un pueblo de la Patagonia. Film de impresiones, que significa una arriesgada propuesta estética. Con largas fotos fijas de distintos sitios deshabitados en el pueblo de Las Heras, un paraje en medio de la provincia de Santa Cruz, muy distinto de los idílicos lugares a la moda de El Chaltén o Lago Argentino.

En ningún momento el film cede a la tentación de dar explicaciones para esas casi treinta muertes voluntarias que están ocurriendo en los últimos años. Por el contrario, se dedica a registrar la ausencia, el vacío que provoca el suicidio de gente tan joven. De esos decesos sólo se sabe el nombre y edad del muerto –o la muerta- y fecha de su suicidio, escrita en letras quebradas, blancas, sobre fondo negro. Cada uno de esos planos abre un interrogante, y oficia de separador estructural.

Leandro Listorti sostiene inexorablemente la propuesta de no filmar personas sino prolongadas tomas de lugares desiertos, fantasmales: escuelas, gimnasios, piletas de natación, templos, la morgue, el cementerio, el matadero, el basurero, pozos de petróleo, la tierra yerma, los árboles, y siempre, el viento. Casi todos los suicidas eran deportistas, lo cual desmiente el mito argentino según el cual el deporte hace felices a los jóvenes. De ellos, tan sólo vemos algunas imágenes en fotografías que han quedado, o sus nombres tallados en un árbol, o en un mueble de la escuela. Pocos comentarios, en off, se refieren a la vida en ese pueblo desangelado, alguna anécdota de un muerto, nunca una explicación o algún dato que intente o esté dirigido a echar pista sobre sus muertes. Pero los relatos son escalofriantes: la migración de los tehuelches, que llegan a ese extremo del riel huyendo del genocidio de Roca; las cenizas del volcán que por diez años ha estado contaminando el aire que respiran, contaminación que se extiende al agua, a causa de las perforaciones petroleras; un accidente colectivo junto al matadero; un posible pacto con el diablo. El film ha devenido de terror.


Los jóvenes muertos es un film de absoluto rigor, de un laconismo y ascetismo sin concesiones. Los constantes sonidos metálicos y el silbar del viento no cesan de acentuar su dramatismo. Por momentos, sus largos atardeceres patagónicos, sus cielos ilimitados, recuerdan aquellos de James Benning. Después de la función para la prensa, Alejandro Ricagno comparaba con acierto estos silencios con los del gran film de John Gianvito, Profit Motive and the Whispering Wind (2007), otro documental mortuorio, sobre las tumbas de víctimas de masacres perpetradas en los Estados Unidos. Sin la épica de aquél, con mayor melancolía, es también éste un film contundente y político, tan austero como elocuente.

Josefina Sartora

1 comentario:

  1. Gracias por la mención.
    En un par de días ( creeo que el viernes) sale mi reseña sobre esta joyita de "melancolia material" que nos regaló Listorti en tallerlaotra.blogspot.com
    Ya te mandaré algo para aquí...
    Sobre teatro, sobre todo.
    De cine, salvo de excepciones como ésta, me cuesta cada día más escribir.
    Saludos
    Ale Ricagno

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