25 de diciembre de 2010

La sociedad del espectáculo




Videocracy.
Dirección: Erik Gandini, Suecia-Dinamarca-Inglaterra-Finlandia/2009.



Presidente de la televisión y presidente de Italia. Silvio Berlusconi ha sabido cómo transformar todo un país en los últimos 30 años, a través de su manejo de la televisión. Ha promovido una verdadera revolución cultural, como afirma este documental que registra el vaciamiento ideológico sufrido por los italianos, y la actual hegemonía de la imagen en un país formado por la TV.

Erik Gandini vive en Suecia, y con capitales no italianos ha documentado en qué medida desde una televisión cuyo principal objetivo es la exhibición obscena, tanto sea del cuerpo femenino como del poder del dinero, se ha formado la nueva opinión pública.

Por un lado están filmados Berlusconi con su sonrisa perenne y sus dos hileras de dientes de plástico, las tetas y culos de las mujeres que se desviven por aparecer en la pantalla, el exhibicionismo de la intimidad transformada en espectáculo en los reality shows, y Lelé Mora, un agente televisivo que se pasea ante la cámara haciendo ostentación de todo su poder detrás del trono, en una suerte de parodia de la Roma imperial; y por otro está Ricky, uno de los tantos personajes anónimos cuya máxima ambición es ser estrella de la TV. Y en las sombras, lo que parece la contracara del poder expuesto: Fabrizio Corona, un capo de paparazzi, dueño de una agencia de fotografía que ejerce un chantaje a los famosos con sus fotos impublicables. Pero con facilidad este hombre oscuro pasa al otro polo, de un lado al otro de las cámaras, del hombre ignoto deviene el hombre expuesto, demostrando hasta qué punto ni siquiera él puede mantenerse excluido del mandato de la fama. Es tan significativa como patética la escena en que se acicala, Narciso desnudo ante el espejo, para salir ante las cámaras.



Y sin embargo, así como Corona cede ante las consignas de la era Berlusconi, parece que Gandini, con su humor ácido, los susurros efectistas del narrador, el regodeo exhibicionista de la frivolidad, también siguiera el modelo oficial. Si bien su documental ya es bastante revulsivo con lo que muestra, se niega a ir más a fondo con un tema de importancia capital para la cultura del nuevo siglo. Tal vez sea porque se ha puesto un límite para denunciar los poderes superlativos, la estrecha conjunción entre política y entretenimiento, las razones del triunfo de la cultura del éxito y del dinero. Por algo Corona declara que lo que busca es tener también inmunidad para realizar sus actos. Por algo Berlusconi es reelecto reiteradamente.

Se habla de la realidad de Italia, pero todos los argentinos sabemos de qué se trata. Como dice Borges, sólo bastaría con cambiar uno o dos nombres, y alguna circunstancia.

Josefina Sartora

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