19 de mayo de 2011

Los ciclos de la tierra


Le quattro volte


Dirección: Michelangelo Frammartino

Italia-Alemania-Suiza/2010.




Saludamos el estreno de toda cinematografía que proponga una otra mirada, otra actitud del espectador. Es el caso de Le quattro volte, film del italiano Michelangelo Frammartino, que se niega a ubicarse en cualquier categoría, sea documental o ficción. O que participa de ambas, siendo un documental de observación, contemplativo, con una rigurosa construcción y puesta en escena.

La distribuidora Z Films –valiente empresa independiente que trae las películas que siempre figuran en las listas de las mejores del año, y la única que se anima a estrenar en simultáneo con Piratas del Caribe- eligió mantener el título original. Cuatro veces es su traducción literal, con el emblemático número cuatro que alude a la perfección, a los reinos de la naturaleza, a los elementos, las estaciones, los puntos cardinales, los ciclos cerrados, etc.

Frammartino deja de lado la palabra para observar y mostrar el mundo de la naturaleza en Carlonia, un pueblo de Calabria, casi atemporal, colgado de un cerro. A manera de prólogo, en la primera escena un inmenso montículo de carbón de leña humea como un volcán después de una erupción. Después, la cámara se posa en la cotidianeidad de un viejo pastor de cabras, quien cada día las lleva de pastoreo a los campos a pesar de su mala salud. Perro y cabras protagonizan un largo plano lleno de humor en la calle del pueblo, obligado tránsito para los pobladores en sus rutinas diarias y rituales anuales. Por allí peregrinan rememorando la Pasión, por allí circula el camión del carbonero. Del pastor, se pasa en el segundo capítulo a las cabras, que han cambiado de dueño, y entre ellas la cámara elige un cabrito, que pierde su rebaño y se guarece bajo un árbol. Claro que a continuación será el reino vegetal el protagonista, y el árbol emblemático sirve tanto para oficiar un rito pagano en el centro del pueblo, como para luego ser cortado y en la cuarta sección devenir montículo de carbón de leña, que termina humeando…



La imagen del pueblo en la cima de la colina, inalterable, se repite como un ritornello, un pulso que imprime un ritmo recurrente. Premiada en Cannes, encuentro la película muy bella aunque sin fanatismos. Humo, polvo, leche, carne, madera: además de una observación sobre los prcesos naturales, Le quattro volte es un buen estudio de la pura materialidad.

Josefina Sartora

No hay comentarios:

Publicar un comentario