La Competencia Internacional este año –a diferencia de
muchos anteriores- tuvo una excelente selección. El premio mayor fue para Beyond
the Hills, de Cristi Mungiu, una de las dos películas rumanas en Competencia,
que ya había recibido premios en Cannes. En esta oportunidad, un film rumano se
aparta del habitual ambiente familiar para instalarse en otro tipo de
comunidad: un monasterio en las afueras de un pueblo, donde viven varias monjas
y un clérigo ortodoxo. Allí llega una joven que ha regresado de Alemania en
busca de su compañera de toda la vida, con quien ha crecido en el orfanato y
que profesa como monja allí. Este ser extraño no puede aceptar la vida
conventual, ni que su amiga rechace acompañarla a Alemania. Su carácter
obcecado y violento choca muy pronto con las normas conventuales, en un
enfrentamiento entre la institución y el arquetipo de la rebelde. Que será
puesto a prueba por el fanatismo religioso, hasta transgredir los límites. El
director de 4 meses, 3 semanas y 2 días ya había demostrado que no busca
complacer al público, ni la identificación de éste con sus personajes. Vuelve
con otro film gris, cerrado, violento y chocante en el que de una y otra
manera, pone en cuestión temas como la fidelidad, la fe, la libertad y las
buenas intenciones. Con poderosos planos secuencia que resultan óptimos para
filmar la histeria, y no sólo femenina.
El premio al mejor director fue para el turco Reis Çelik,
por su film Night of Silence, que también había ganado premios en Berlín y
Tokyo. A través de una anécdota simple, plasma un cuadro de las duras normas
que rigen la sociedad patriarcal turca. Una joven de 14 años es entregada en
casamiento a un hombre de 60 que ha pasado muchos años en la cárcel. Este será tu
hogar, le dicen a la muchacha, y si él te grita o te pega, deberás soportarlo,
como hacemos todas. La joven está asustadísima y procura por todos los medios
dilatar el momento de consumar el matrimonio. Así, pasan la noche entre
preguntas y respuestas, relato de historias y otras dilaciones. Paulatinamente,
la aspereza inicial va limándose, y el film desarrolla una mirada piadosa hacia
ese hombre quien, como su joven consorte, está firmemente amarrado a los
principios que supone su entorno: clan, compromiso, traición, destino. Después
de las escenas de boda iniciales, casi todo el film transcurre en el ambiente
cerrado de la casa-habitación de los esposos, sentados sobre la cama que ha de
recibirlos. Ese único escenario ilustra el encierro en que viven esa noche, y
las tomas en picado, el aplastamiento que impone la presión social de la cual
ambos son víctimas.
Este año –lamentablemente- resultó el más complicado para
obtener entradas de prensa para acceder a los cines. Tan difícil ha sido, que
por primera vez en mi historia del Festival tuve que comprar más de una entrada
todos los días para poder cubrirlo medianamente. Cuando las había, porque las
funciones estaban casi siempre llenas con gran éxito de público; destaquemos su
precio: sólo $ 10. Lamentablemente, me quedé sin ver algunos títulos buscados,
como la última de Alain Resnais, la de Sion Sono, alguna de Bonello, porque se
suspendió la función, etc.
Con todo, pude ver el excelente film de Sergei Loznitsa, In
the Fog. Después de haber visto el foco dedicado a sus documentales en
el último Doc Buenos Aires, era imperativo ver su segunda película de ficción,
que guarda una coherencia formal con sus admirables documentales. Este film
sobre la ocupación alemana en Rusia en los ´40, narra con absoluta austeridad
el devenir de dos miembros de la resistencia campesina que deben ejecutar a un
compatriota sospechado de colaborar con los nazis. Loznitsa practica un tour de force, filma en el bosque en muy
pocos planos secuencia la peripecia de esos tres hombres que verán sus destinos
afectados por circunstancias inesperadas. Estructurado en varias partes,
intercala ese viaje hacia la niebla con tres flashbacks que explican cómo cada personaje ha llegado a esa
situación. La fotografía, de régimen nocturno en su mayor parte, es de un
perfeccionismo absoluto –lo habitual en Loznitsa-, y trabaja con los elementos
de la naturaleza sin estridencias, sin destacarlos más de lo necesario, pero
poniéndolos en un nivel de natural relevancia. La historia y el destino de esos
personajes -poco se ha filmado ese aspecto tan dramático de la II guerra, la
ocupación de Rusia- contiene un rico nivel de significaciones, acerca de los
juegos de traiciones, la justicia (im)posible y el peso de la opinión. Hay incluso
ciertos matiz crístico en el hombre que va a ser sacrificado. La mirada de
Loznitsa hacia la guerra es desesperada, cerrada y sin solución para nadie. Y
su final, curiosamente o no, se asemeja al de Night of Silence.
Si en Loznitsa todo es sugerencia para mostrar la ocupación,
en La
mer à l´aube, de Volker Schlöndorf todo está explícitamente dicho, sin
medias tintas. En este caso, la ocupación nazi en Francia se cobra 150 víctimas
que van a ser ejecutadas en represalia por el asesinato de un oficial alemán a
manos de la Resistencia. El escritor Ernst Jünger restaba servicios en los
altos mandos en Francia en esos momentos, y elaboró un informe de los hechos.
Basado en su registro, este film reconstruye el episodio y la época con
absoluta verosimilitud, y al detalle, de manera que llega a resultar obvia y
demagógica. De todas maneras, dejando de lado sus fallos de realización, es
interesante que los alemanes estén revisando la conducta de su país durante la
última guerra.
Por último, el premio Fipresci fue para La sirga, opera prima del colombiano William Vega, ubicado en las antípodas del film de Schlöndorf. Ubicada en un bello paraje solitario junto a un lago, una casa alberga a un hombre huraño que a regañadientes recibe a su sobrina, escapada de la destrucción de toda su familia por la violencia del país. Apoyada en una maravillosa, silenciosa fotografía que muestra esos escenarios en medio de la niebla, es muy poca la información que se proporciona, y el fuera de campo cobra una relevante importancia. Sabemos que hay luchas, grupos campesinos enfrentados, tráfico de armas, y en ese contexto la joven Alicia asume su madurez recibiendo la admiración de los hombres que la rodean. También la Competencia Latinoamericana mostró el buen nivel que está desarrollando el cine de esta parte del mundo.
Siempre produce una alegría volver al Festival de Mar del
Plata.
Josefina Sartora
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