10 de junio de 2013

Un samurai criollo


Samurai
Dirección: Gaspar Scheuer
Argentina/2012.


Samurai sorprende como rara avis en el panorama del nuevo cine argentino. Resulta muy curiosa e inesperada la pareja de un joven japonés (Nicolás Nakayama), armado con espada samurai, cabalgando por el agreste monte argentino junto a un paisano sin brazos, veterano de la guerra del Paraguay, interpretado por Alejandro Awada.

Gaspar Scheuer –con una película en su haber como director, Desierto negro, pero muchas como sonidista- se manifiesta interesado por los cruces entre ficción e historia. O por utilizar la historia como fondo, o contexto donde ubicar sus ficciones. Tal el mundo de Samurai, en el cual un joven de familia inmigrante sale a los caminos en busca de Saigo, el líder samurai que se negó a aceptar la eliminación de su casta en Japón, y del cual el abuelo del joven asegura que está en Argentina. Saigo encarna el fin de una era, porque su grupo de samurais fue derrotado por las armas de fuego, épica que el cine ha narrado varias veces, entre otras, en las dos películas tituladas El último samurai: la de Kenji Mizumi y la de Edward Zwick.


Cuando Takeo sale en busca del héroe, el film de samurais se combina con el western criollo y la road movie (aunque los westerns fueron las primeras road movies), en interesante cruce de géneros. Un curioso periplo lleva a Takeo y su nuevo compañero montaraz a enfrentar las formas del poder decimonónico que se establecería en nuestro país hasta hoy: los grandes terratenientes y el ejército.

Hemos visto recientemente algunas películas argentinas con derivas erráticas: Los salvajes, Leones. Samurai es diferente, en su intento por incorporar la historia y el contexto social. Idea que se queda en la intención, porque Scheuer no se decide a llevarla a fondo: parece tirar diversas líneas narrativas, varios personajes interesantes que abandona para rumbear a otros pagos. Como Takeo.

Samurai fue premiada en el festival de Mar del Plata en 2012. Filmada con un exquisito uso del contraluz y el color, con bella fotografía nocturna a la luz de las velas, con planos cortos que tampoco exploran el paisaje a fondo, la película de Scheuer promete. Ojalá el director se adentre en sus historias.

Josefina Sartora

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