César debe morir
Dirección: Paolo y Vittorio
Taviani
Italia/2012
No porque amaba a César menos, sino porque amaba a Roma más.
William Shakespeare, Julio César
Nota: En ocasión de su estreno, reponemos la nota sobre César debe morir, publicada en Claroscuros en diciembre de 2012.
No vamos a intentar
encasillar César debe morir en las categorías de documental o ficción. Más
allá de cuál sea su calificación, el film documenta la puesta en escena de Julio
César de Shakespeare en una cárcel de Roma, donde un grupo de reclusos
se somete a un conmovedor casting para la distribución de los roles de la
tragedia. El film se pliega sobre sí mismo, registrando el proceso de ensayos y
estreno de la obra, el peculiar criterio de puesta en escena de su director,
Favio Cavalli, y los efectos que el texto de Shakespeare produce en los
intérpretes, todos condenados por severos crímenes.
La dramática fotografía en
blanco y negro para las escenas de ensayo dialoga con las imágenes en color
para el casting, el estreno e incluso se pasa del B&N al color en una sola
toma, justamente para mostrar en un mural de la prisión, con un mar azul, el
más puro artificio, más chocante aun por estar en ese lugar, del cual para
muchos no habrá salida. Ladrones, homicidas, traficantes de droga, miembros de la
mafia, el catálogo de delincuentes es variado, y todos ellos demuestran sus
cualidades como actores en esa obra de Shakespeare. Cavalli los estimula para
que confieran aspectos propios a sus personajes, por ejemplo, que hablen en su
propio dialecto, casi siempre del Sur de Italia.
Es muy interesante observar
lo apropiado que resulta representar Julio César en Italia. Y en una
prisión. El clima de la antigua Roma se actualiza en ese ambiente, hasta en la
fisonomía de los personajes, y agrega realismo a la acción. Giovanni Arcuri, quien
encarna a Julio César, es un hombre de fuerte presencia física, acorde con su
rol imperial. No menos importante es la performance de Salvatore Striano como
Bruto, su hijo putativo, a quien Casio convence de que César ha caído víctima
del orgullo y la ambición, y si no lo detienen, de héroe ha de devenir tirano. (Después
de cumplir su condena, Striano es hoy actor profesional.)
Basada libremente en la obra
de Shakespeare, con un prólogo y un epílogo, la puesta así enmarcada se apoya
en la economía (el film dura 76 minutos), elimina los dos personajes femeninos
y sintetiza el texto, circunscribiéndose a sus acciones y parlamentos más
importantes: las advertencias del adivino sobre los idus de marzo, el primer
rechazo de César a la corona, la conjura de Bruto, Casio y sus seguidores, la
muerte de César, el elogio fúnebre de Marco Antonio y la batalla final con
Octavio, con el diálogo de Bruto con el fantasma y su muerte posterior.
Film conceptual -que ganó el
Oso de Oro en el último Festival de Berlín-,
en su propuesta de documentar
el proceso creativo con el aporte personal, César debe morir propone
varias capas de significación: por momentos, los actores se muestran muy
conmovidos, atravesados por la escena que están representando. El texto de
Shakespeare, como es habitual, resulta eterno y universal. Poder, honor, fidelidad,
adulación, traición y redención son temas instalados también entre los
convictos, así como la ambigüedad y la contradicción. Una y otra vez la acción
se desliza sutilmente de la tragedia escrita a la vida real de sus actores,
actualizando sus experiencias personales, sus rivalidades, su transformador
encuentro con el arte. Ficción y realidad, prisión y representación fluyen
confundidas, se articulan enlazadas. Por otra parte, las locaciones no resultan
menos dramáticas: los pasillos de la cárcel, su biblioteca, las celdas, son
lugares cerrados donde se discute sin cesar sobre la libertad, y están magníficamente
fotografiados por Simone Zampagni. Paradójicamente, el único lugar abierto es
el patio donde yace el emperador muerto.
Observamos –no con sorpresa- que las grandes películas de 2012 han sido
realizadas por los mayores, es decir, por directores consagrados que hoy rondan
o pasan los 70 años: Manoel de Oliveira, Alain Resnais, Raúl Ruiz en el film
terminado poco antes de morir, Michael Haneke y los hermanos Paolo y Vittorio Taviani,
quienes entregan otro film humanista, denso, abierto a diversas lecturas.
Josefina Sartora
No hay comentarios:
Publicar un comentario