27 de diciembre de 2013

Un paraíso infernal

Paraíso: Amor (Paradies: Liebe)
Dirección: Ulrich Seidl
Guión: Ulrich Seidl y Veronika Franz
Austria-Alemania-Francia/2012


Las propuestas narrativas del austríaco Ulric Seidl en su trilogía Paraíso son extremas, sin términos medios. Las tres películas tratan con mujeres insatisfechas, que toman decisiones arriesgadas. La protagonista de Paraíso: Amor es Teresa (Margarethe Tiesel), una mujer insatisfecha, con una hija que la ignora (protagonista de Paraíso: Esperanza), seguramente aburrida, que viaja a Kenya en busca de experiencias desconocidas. En verdad, todas las mujeres están allí en una suerte de safari humano y sexual, a la caza de un nativo que las haga felices. Al menos, momentáneamente.

Lo más interesante de Paraíso: amor es la persona de Teresa, una mujer en sus 50, obesa, emergente de una sociedad en la que parece no tener ya lugar, o donde no encuentra placer. Algo ingenua, cree que en Kenya ha encontrado el amor, aunque rápidamente comprueba su error. No hay matices en los films de Seidl: las mujeres del safari son abiertamente racistas, ven a los jóvenes negros casi como a los monos que se acercan a los balcones del hotel donde se alojan. Las excita su olor, se ríen de su imposibilidad para hablar alemán, juegan con un stripper como con una marioneta, y creen que los hombres están allí para servirlas y satisfacerlas.

Pero la humillación, la explotación, no corren solo para los nativos kenianos: rápidamente Teresa se dará cuenta de que el placer –y no el amor- que recibe tiene un precio, y sus sucesivas conquistas se lo harán pagar, sin contemplación. Lo que la lleva a hundirse en la depresión y el tedio. Su segundo hombre es muy inteligente, capta su psicología y sabe cómo seducirla al principio, aunque a alto costo. Ella buscaba alguien que la aceptara más allá de sus arrugas y su culo gordo, y sólo encuentra recaudadores. El título es la mayor ironía de Seidl.

La cámara y la fotografía tampoco están interesadas en los matices: con una luz dura, siempre filmando a Teresa de espaldas, o impiadosamente desnuda, y en llamativos contrastes de luz y color entre las pieles de esos cuerpos que se buscan, se exploran, no siempre con éxito.

Es inevitable recordar el film de Laurent Cantet, Rumbo al Sur, en que Charlotte Rampling, con un cuerpo más agraciado que el de Teresa, viajaba a Thaití con el mismo propósito. Cantet abordaba temas referidos a la realidad social, que aquí está soslayada. Aunque bien pude pensarse que los personajes de Seidl encarnan una manera de relación entre los países ricos y pobres, blancos y negros. Neocolonialismo, en suma, con trazo grueso.


Josefina Sartora

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