Paraíso: Amor (Paradies: Liebe)
Dirección: Ulrich Seidl
Guión: Ulrich Seidl y
Veronika Franz
Austria-Alemania-Francia/2012
Las propuestas narrativas
del austríaco Ulric Seidl en su trilogía Paraíso son extremas, sin términos
medios. Las tres películas tratan con mujeres insatisfechas, que toman decisiones arriesgadas. La protagonista de Paraíso: Amor es Teresa (Margarethe
Tiesel), una mujer insatisfecha, con una hija que la ignora (protagonista de Paraíso:
Esperanza), seguramente aburrida, que viaja a Kenya en busca de
experiencias desconocidas. En verdad, todas las mujeres están allí en una
suerte de safari humano y sexual, a la caza de un nativo que las haga felices.
Al menos, momentáneamente.
Lo más interesante de Paraíso: amor es la
persona de Teresa, una mujer en sus 50, obesa, emergente de una sociedad en la
que parece no tener ya lugar, o donde no encuentra placer. Algo ingenua, cree
que en Kenya ha encontrado el amor, aunque rápidamente comprueba su error. No hay matices en los films de Seidl: las mujeres del
safari son abiertamente racistas, ven a los jóvenes negros casi como a los
monos que se acercan a los balcones del hotel donde se alojan. Las excita su
olor, se ríen de su imposibilidad para hablar alemán, juegan con un stripper como con una marioneta, y creen
que los hombres están allí para servirlas y satisfacerlas.
Pero la humillación, la explotación, no corren solo para los nativos
kenianos: rápidamente Teresa se dará cuenta de que el placer –y no el amor- que
recibe tiene un precio, y sus sucesivas conquistas se lo harán pagar, sin
contemplación. Lo que la lleva a hundirse en la depresión y el tedio. Su segundo hombre es muy inteligente, capta su psicología y sabe cómo seducirla al principio, aunque a alto costo. Ella
buscaba alguien que la aceptara más allá de sus arrugas y su culo gordo, y sólo
encuentra recaudadores. El título es la mayor ironía de Seidl.
La cámara y la fotografía tampoco están
interesadas en los matices: con una luz dura, siempre filmando a Teresa de
espaldas, o impiadosamente desnuda, y en llamativos contrastes de luz y color
entre las pieles de esos cuerpos que se buscan, se exploran, no siempre con
éxito.
Es inevitable recordar el film de Laurent
Cantet, Rumbo al Sur, en que Charlotte Rampling, con un cuerpo más
agraciado que el de Teresa, viajaba a Thaití con el mismo propósito. Cantet
abordaba temas referidos a la realidad social, que aquí está soslayada. Aunque
bien pude pensarse que los personajes de Seidl encarnan una manera de relación
entre los países ricos y pobres, blancos y negros. Neocolonialismo, en suma,
con trazo grueso.
Josefina Sartora
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