2 de enero de 2014

Otra historia de amor

La vida de Adèle (La vie d´Adèle I)
Dirección: Abdellatif Kechiche
Guión: Abdellatif Kechiche, Ghalia Lacroix, Julie Maroh
Francia-Bélgica-España/2013


Durante mi estadía en el último Festival de Viena, celebré La vie d´Adèle, de Abdellatif Kechiche, como una de las mejores películas de esa Viennale, junto a Camille Claudel 1915, de Bruno Dumont. Felizmente, ha encontrado un distribuidor valiente que la presenta en Argentina como el primer –y seguramente  uno de los mejores- estreno del año. Cuando ganó la Palma de Oro en Cannes, con el aplauso unánime de la crítica, el film de Kechiche levantó enorme polémica por su presentación de un amor entre lesbianas con largas escenas de sexo explícito, filmadas como pocas veces se ha visto en el cine. En verdad, el film es excelente, muy bello y excede ese aspecto. Dura casi tres horas, y en ellas vemos la llegada a la madurez de Adèle, estudiante de Literatura en un liceo, su evolución, sus amores, su felicidad y tristeza a lo largo de unos cinco años, narrados con gran sensibilidad y actuados con una expresividad conmovedoras.


La lectura de Marivaux en clase le enseña a Adèle (la extraordinaria debutante Adèle Exarchopoulos, toda sensualidad y juventud) a creer en el amor a primera vista, y esto es lo que le sucede cuando se cruza con Emma (Léa Seydoux). Las dos chicas parecen estar destinadas a ese amor exultante al principio, cuando la mayor la inicia a la más joven. No sólo en el amor lésbico, sino que el film habla también de las diferencias sociales y culturales. Emma le enseña arte a Adèle, la familia de ésta come tallarines mientras la de Emma las invita con ostras y acepta la relación con naturalidad, en cambio la de Adèle la niega, cosas así. Después de la pasión, la cotidianeidad, los conflictos que advienen con la vida. Ambas actrices despliegan una enorme variedad de matices actorales para mostrar esa historia de amor en todo su desarrollo, con sus circunstancias felices y adversas, filmada a puro primer plano.  Con momentos de alta tensión, emoción y expresividad, como las escenas eróticas, o los diálogos clarificadores que ambas mantienen. Y la cámara sigue a Adèle, sin música, como los Dardenne a sus personajes: a corta distancia y sin descanso. Es peculiar el tratamiento del tiempo, ya que en esas tres horas transcurren varios años, con pocas marcas temporales, nunca explícitas: un cambio en el peinado, o en el vestido, o nuevas actividades en la vida de Adèle.

Ya habíamos visto en Juegos de amor esquivo la dedicación del franco-tunesino Kechiche a filmar la educación, o la vida de los chicos y adolescentes en las escuelas, tema que continúa desarrollando en este film.


Que es excelente, valiente y osado. Y me será difícil olvidar esos primeros planos del rostro de Adèle.


Josefina Sartora

(Nota ampliada de mi reseña de la Viennale 2013)

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