26 de junio de 2014

Guitarra, voy a llorar

Jersey Boys
Dirección: Clint Eastwood
Guión: Marshall Brikman y Rick Elice
Estados Unidos/2014


Con 84 años, Clint no abandona. En su frondosa filmografía masculina faltaba un musical, y ya llenó el casillero. Una vez más cuenta una saga, en esta ocasión el ascenso de un grupo musical de los años ´50 y ´60, The Four Seasons, que sale de un suburbio de New Jersey y llega al Salón de la Fama. Amparados por la mafia chica de su ciudad (Christopher Walken, un genio que no puede salvar el film), calcada del cine de Scorsese (Joe Pesci incluido como personaje) y que ya fuera mejor recreada en Los Soprano, cuatro muchachos muy diferentes entre sí -aunque tres de ellos comparten un origen de ladrones de poca monta- logran un cierto éxito hasta llegar a su obra más célebre, Can´t Take My Eyes Off You.

Adaptación de un éxito teatral en Broadway, el film de Eastwood no propone nada original, desparrama clichés, responde a la fórmula tan cara a Hollywood de perdedores que devienen ganadores, y está matizada con varios números musicales que tampoco suenan brillantes. John Lloyd Young, ganador de un Tony, canta imitando la voz en falsete del líder del grupo, Frankie Valli. Esta historia de varones sostiene el espíritu triunfalista y exhala el tufillo misógino presentes en casi todo el cine de Eastwood. Quien no puede hacer un muy mal film, se sabe, recrea con simpatía una época, pero adolece de extremo convencionalismo, de falta de imaginación en este bache en su filmografía. A no engañarse: esto no es Bird.

El director esboza una estructura narrativa con cambios de puntos de vista: cada miembro del grupo narra su historia, mirando a cámara. Pero después parece olvidarse de esta consigna. A lo largo de veinte años, no faltan las notas melodramáticas: peleas conyugales, rivalidades entre los miembros del conjunto por chicas o dinero, padre abandónico, hija díscola. Pero nada de eso importa demasiado, todo suena a artificio. Y para colmo de males, dura 134 largos minutos, con una coda tan innecesaria como anticlimática. Eso sí: el número con los títulos finales constituye lo mejor del film.

Volvé al western, Clint.

Josefina Sartora

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