9 de septiembre de 2014

Ad maiorem gloriam Philip Seymour Hoffman

El hombre más buscado (A Most Wanted Man)
Dirección: Anton Corbijn
Guión: Andrew Bovell, sobre una novela de John Le Carré
Reino Unido-Estados Unidos-Alemania/2014


El mayor acierto de este thriller político es tener al gran Philip Seymour Hoffman como el protagonista, decadente director de una agencia de inteligencia extraoficial alemana encargada de hacer los trabajos sucios, al margen de la ley y la opinión pública. El otro acierto es contar con tres actrices estupendas en diversos roles. La alemana Nina Hoss como su colaboradora más cercana e incondicional, quien lo ayuda a develar qué hay tras la llegada de un refugiado checheno-ruso a Hamburgo, sospechoso a priori de ser terrorista, y a sacar a luz los manejos sucios que se esconden en las altas finanzas, toda vez que algún musulmán está involucrado. La otra buena actriz es Rachel Mcadams, una abogada tan idealista como ingenua, trabajadora por los derechos humanos, que trata sin éxito de proteger a su refugiado de los manejos oscuros del poder. Y la tercera, Robin Wright, quien está para demostrar que siempre, no importa lo que suceda, la CIA o los Estados Unidos tienen la última palabra.

Como ya se ha adivinado, esta película ensucia a quien la toca, está cargada de una ideología espuria, del más rancio colonialismo, que uno creería que el cine ya no debería esgrimir. Y sin embargo… John Le Carré ha brindado innumerables novelas e inspirado películas con sus historias de espionaje –con éxitos memorables como El espía que volvió del frío y El topo-, y sabe mostrar, pasados sus 80 años, que se adapta a los cambios en la política internacional y a las preferencias de Holywood. Antes fueron los indios. Después, los rusos. Ahora le toca a los musulmanes ser los malos de la película. Terminada la Guerra Fría (¿terminada?), caído el Muro, ahora vivimos la post caída de las Torres. No olvidemos que en Hamburgo se planificó el atentado del 11 de septiembre -día del estreno de este film-, y desde entonces ha quedado señalada como zona sensible. Con un racismo sin pudores, la película –y todos los agentes de las diversas agencias de espionaje- dan por sentado que algo sucio debe de esconderse tras esos dos musulmanes: uno proveniente de la siempre sospechosa ex URSS, y el otro, aunque millonario, es árabe. Ergo, se valen de los medios menos ortodoxos para conocer la verdad y conseguir pruebas incriminatorias: secuestro, tortura psicológica. Recursos a los que la serie 24 nos ha acostumbrado al punto de considerarlos casi normales. Cerebral, más de palabra que de acción, la historia de Le Carré –quien siempre sabe explotar el lado oscuro del tema- se bifurca, deriva en sub conspiraciones, se vuelve sobre sí misma, en pliegues que parecen reproducir el estado de la política de inteligencia actual.


El quinto acierto es la presencia de William Defoe como el banquero que lavar negocios sucios, y trabaja con dinero espurio que los rusos han obtenido tras el cambio de régimen. Así, El hombre más buscado interrelaciona la política con el dinero, el terrorismo y el espionaje, pero también los sentimientos. El fotógrafo devenido director, Anton Corbijn, parece más preocupado por la imagen, por captar los ambientes, que por conducir la historia. Combina todos esos elementos valiéndose de las técnicas básicas del film de espionaje y suspenso, cayendo a menudo en lugares comunes, perdiéndose en los varios hilos de la trama, si bien logra mantener cierto interés hasta el final.

Hoffman entrega una actuación memorable, con su personaje en decadencia, descuidado, con su permanente vaso de alcohol y su cigarrillo, lo cual recuerda las adicciones del actor, que lo llevaron a su muerte reciente. Hoffman se debate entre la ansiedad, la frustración, la rabia, la decepción, mientras arrastra su cuerpo castigado. Como a veces sucede, el actor es mucho más grande que su rol.


Josefina Sartora

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