Gerard
Richter expone en Suiza
Se acaba de presentar una mega
muestra de Gerhard Richter en 12 salas de la Fondation Beyeler en Riehen,
suburbio de Basel, al norte de Suiza .
Gerhard Richter (nacido en
Dresden en 1932) es uno de los mejores artistas contemporáneos y vive en
Colonia, Alemania. En los últimos 60 años ha producido una obra de gran
diversidad temática y estilística, alternando entre la abstracción y la
figuración. Su obras abarcan la pintura, fotografía, impresión digital y escultura.
Si bien presenta obras únicas, Richter trabaja en series, o ciclos, y le
interesa crear espacios interiores para la ubicación de las mismas.
Esta exhibición llamada Pinturas/Series incluye más de 100 obras
realizadas desde 1966 hasta recientes trabajos que aún no se habían mostrado al
público. Contiene pinturas figurativas (retratos, paisajes y naturalezas
muertas) e imágenes abstractas, objetos en vidrio y 60 fotografías intervenidas
con óleo, que se transforman en pinturas. Inmensos cuadros con llamativos y
diferentes colores en algunas salas contrastan con superficies monocromáticas
en otras.
La exposición comienza en una
sala con 2 pequeñas obras figurativas y trabajos geométricos de grandes
dimensiones de la muestra 1024 colores,
realizados en 1973, con variados tonos ubicados en forma horizontal y mezclados
de acuerdo con una estricta regla, comenzando con los 3 colores primarios más
el infaltable gris de sus pinturas.
En varias salas se muestran
retratos de forma intimista, misteriosa y melancólica con un esfumado tan
peculiar, típico de Richter, que derivaría más tarde en su técnica de arrastre.
En una, 8 figuras en colores que muestran la madre y el niño (1995) basadas en
fotografías personales, que refieren a la tradición icónica cristiana de la
Virgen y El Niño. En otra, su hija Betty
de 1988 (que vimos en Rosario hace pocos años), donde combina simultáneamente
la intimidad y la distancia en una sola figura.
Más figurativo, pero también
velado, es el paisaje Iceberg en la
niebla (1982) una maravillosa tela en la cual resulta difícil discernir
entre el bloque de hielo, el mar y el cielo, por la sutileza de la pincelada,
los matices de color, en una imagen muy relacionada con la pintura romántica
alemana. Esa técnica del velamiento fue utilizada al máximo en su elaboración
de la Anunciación de Tiziano (1972),
en una serie de variaciones que evolucionan hasta despojarse de toda referencia
figurativa, llegando a la abstracción pictórica.
Tres monumentales dípticos de
pintura abstracta (3 x 6 m )
que representan los meses de invierno: Noviembre,
Diciembre y Enero, pintados en los años ochenta. Representan los fríos meses de
invierno en Europa, como una tríada, aplicando su pintura entre otras cosas,
con una enorme tabla de acrílico transparente que usa para raspar la pintura
dejando marcas de arrastre claramente visibles. Esta forma tan particular da
como resultado una variada textura de color -característica de Richter-, en la
que se dejan adivinar las capas inferiores, apenas ocultas por las superiores.
Esa técnica está presente
también en 6 enormes telas creadas como serie, tituladas Cage que homenajean a John Cage, en los
que algunos intersticios muestran amarillos, rojos y azules que dan testimonio
de múltiples capas de pintura que producen en el espectador intriga, sorpresa,
admiración, nunca indiferencia.
El ciclo Bosque
se encuentra en el impreciso borde entre pintura figurativa y abstracta. Sigue
la tradición romántica alemana del bosque como lugar de misterio y pérdida,
pero también de protección. Con capas superpuestas que sugieren la distinta
profundidad del campo y un espacio tenebroso, que Richter señala como
predestinado a lo irracional y lo místico.
En su última etapa, Richter ha continuado su trabajo con
la fotografía, interviniendo fotos con óleo que producen un resultado
inquietante. Su otra innovación, 7
Paneles (casa de naipes), es una instalación formada por siete paneles de
vidrio dispuestos de pie y apoyados entre sí, como un castillo de naipes, que
transmiten la impresión de superficies que se han desprendido de la pared. El
espectador que entra y sale de ese castillo, o simplemente pasa por delante, y
ve las otras obras colgadas en los muros, deviene parte de la obra, y las
pinturas se modifican por ese pasaje. Para Richter esos vidrios tienen el
contenido simbólico de la imposibilidad del conocimiento.
Gerhard Richter ha explorado las propiedades
multifacéticas de la imagen, trabajando también sobre espejo y vidrio. Su
trabajo más reciente, Doble Gris, es
una serie de 2014 que reúne las cualidades específicas de pinturas
monocromáticas y superficies reflectantes, transformando la obra como un
espacio ilusorio. Estas pinturas con colores blancos y negros que va cubriendo
repetidamente sobre la parte posterior del vidrio hasta transformarse en grises
de distintas intensidades, incorpora al espectador y el reflejo del área
circundante, deviniendo así otra obra misteriosa.
Párrafo aparte merece el edificio donde se presentaba la
exposición, obra del arquitecto italiano Renzo Piano, creador del Centro
Pompidou. El lugar es tan importante como sus muestras: un edificio diseñado
para albergar grandes exposiciones temporarias, además de la colección de obras
que Ernst y Hildy Beyeler tienen en Riehen. Tan grandes son las salas como para
presentar seis telas de Richter de 3 x 3 m en el mismo muro. Rodeado de gran parque,
que puede verse a través de los ventanales, con un estanque en la entrada y
techos translúcidos, todas sus salas tienen excelente luz natural. Y tuve la
fortuna de ver en el mismo día la exposición de Gustave Courbet, que inauguraba
cuando la de Richter cerraba. Pero esa es otra historia.
La ciudad de Basilea, en la Suiza alemana, es famosa por
su apoyo a las artes. No sólo tiene un museo de riquísimo y variado patrimonio
–Cranach, Grünewald, Holbein, Rodin, van Gogh, Cézanne, Picasso, Schiele,
Calder son sólo algunos- sino que también organiza en junio la Art Basel, la
mayor feria de arte de Europa que ya se expande a Estados Unidos y China.
Ana María Menéndez
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