25 de septiembre de 2014

Una gran muestra

Gerard Richter expone en Suiza


Se acaba de presentar una mega muestra de Gerhard Richter en 12 salas de la Fondation Beyeler en Riehen, suburbio de Basel, al norte de Suiza . 
Gerhard Richter (nacido en Dresden en 1932) es uno de los mejores artistas contemporáneos y vive en Colonia, Alemania. En los últimos 60 años ha producido una obra de gran diversidad temática y estilística, alternando entre la abstracción y la figuración. Su obras abarcan la pintura, fotografía, impresión digital y escultura. Si bien presenta obras únicas, Richter trabaja en series, o ciclos, y le interesa crear espacios interiores para la ubicación de las mismas.

Esta exhibición llamada Pinturas/Series incluye más de 100 obras realizadas desde 1966 hasta recientes trabajos que aún no se habían mostrado al público. Contiene pinturas figurativas (retratos, paisajes y naturalezas muertas) e imágenes abstractas, objetos en vidrio y 60 fotografías intervenidas con óleo, que se transforman en pinturas. Inmensos cuadros con llamativos y diferentes colores en algunas salas contrastan con superficies monocromáticas en otras.

La exposición comienza en una sala con 2 pequeñas obras figurativas y trabajos geométricos de grandes dimensiones de la muestra 1024 colores, realizados en 1973, con variados tonos ubicados en forma horizontal y mezclados de acuerdo con una estricta regla, comenzando con los 3 colores primarios más el infaltable gris de sus pinturas.


En varias salas se muestran retratos de forma intimista, misteriosa y melancólica con un esfumado tan peculiar, típico de Richter, que derivaría más tarde en su técnica de arrastre. En una, 8 figuras en colores que muestran la madre y el niño (1995) basadas en fotografías personales, que refieren a la tradición icónica cristiana de la Virgen y El Niño. En otra, su hija Betty de 1988 (que vimos en Rosario hace pocos años), donde combina simultáneamente la intimidad y la distancia en una sola figura.


Más figurativo, pero también velado, es el paisaje Iceberg en la niebla (1982) una maravillosa tela en la cual resulta difícil discernir entre el bloque de hielo, el mar y el cielo, por la sutileza de la pincelada, los matices de color, en una imagen muy relacionada con la pintura romántica alemana. Esa técnica del velamiento fue utilizada al máximo en su elaboración de la Anunciación de Tiziano (1972), en una serie de variaciones que evolucionan hasta despojarse de toda referencia figurativa, llegando a la abstracción pictórica.


Tres monumentales dípticos de pintura abstracta (3 x 6 m) que representan los meses de invierno: Noviembre, Diciembre y Enero, pintados en los años ochenta. Representan los fríos meses de invierno en Europa, como una tríada, aplicando su pintura entre otras cosas, con una enorme tabla de acrílico transparente que usa para raspar la pintura dejando marcas de arrastre claramente visibles. Esta forma tan particular da como resultado una variada textura de color -característica de Richter-, en la que se dejan adivinar las capas inferiores, apenas ocultas por las superiores.

 Esa técnica está presente también en 6 enormes telas creadas como serie,  tituladas Cage que homenajean a John Cage, en los que algunos intersticios muestran amarillos, rojos y azules que dan testimonio de múltiples capas de pintura que producen en el espectador intriga, sorpresa, admiración, nunca indiferencia.


El ciclo Bosque se encuentra en el impreciso borde entre pintura figurativa y abstracta. Sigue la tradición romántica alemana del bosque como lugar de misterio y pérdida, pero también de protección. Con capas superpuestas que sugieren la distinta profundidad del campo y un espacio tenebroso, que Richter señala como predestinado a lo irracional y lo místico. 

En su última etapa, Richter ha continuado su trabajo con la fotografía, interviniendo fotos con óleo que producen un resultado inquietante. Su otra innovación, 7 Paneles (casa de naipes), es una instalación formada por siete paneles de vidrio dispuestos de pie y apoyados entre sí, como un castillo de naipes, que transmiten la impresión de superficies que se han desprendido de la pared. El espectador que entra y sale de ese castillo, o simplemente pasa por delante, y ve las otras obras colgadas en los muros, deviene parte de la obra, y las pinturas se modifican por ese pasaje. Para Richter esos vidrios tienen el contenido simbólico de la imposibilidad del conocimiento.

Gerhard Richter ha explorado las propiedades multifacéticas de la imagen, trabajando también sobre espejo y vidrio. Su trabajo más reciente, Doble Gris, es una serie de 2014 que reúne las cualidades específicas de pinturas monocromáticas y superficies reflectantes, transformando la obra como un espacio ilusorio. Estas pinturas con colores blancos y negros que va cubriendo repetidamente sobre la parte posterior del vidrio hasta transformarse en grises de distintas intensidades, incorpora al espectador y el reflejo del área circundante, deviniendo así otra obra misteriosa.


Párrafo aparte merece el edificio donde se presentaba la exposición, obra del arquitecto italiano Renzo Piano, creador del Centro Pompidou. El lugar es tan importante como sus muestras: un edificio diseñado para albergar grandes exposiciones temporarias, además de la colección de obras que Ernst y Hildy Beyeler tienen en Riehen. Tan grandes son las salas como para presentar seis telas de Richter de 3 x 3 m en el mismo muro. Rodeado de gran parque, que puede verse a través de los ventanales, con un estanque en la entrada y techos translúcidos, todas sus salas tienen excelente luz natural. Y tuve la fortuna de ver en el mismo día la exposición de Gustave Courbet, que inauguraba cuando la de Richter cerraba. Pero esa es otra historia.

La ciudad de Basilea, en la Suiza alemana, es famosa por su apoyo a las artes. No sólo tiene un museo de riquísimo y variado patrimonio –Cranach, Grünewald, Holbein, Rodin, van Gogh, Cézanne, Picasso, Schiele, Calder son sólo algunos- sino que también organiza en junio la Art Basel, la mayor feria de arte de Europa que ya se expande a Estados Unidos y China. 

Ana María Menéndez



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