Eva no duerme
Dirección y guión:
Pablo Agüero
Argentina/2015
Extraño, algo
experimental, el tercer film de Pablo Agüero -en Competencia Internacional en
el Festival de Mar del Plata- constituye una propuesta original para contar el macabro
devenir del cadáver de Eva Perón. Una de los hitos más nefastos de la historia
argentina, plagado de detalles necrófilos, abordarlo en el cine podría resultar
irritativo para muchos. Las elecciones de Agüero son respetuosas, y muy válidas,
sin dejar de ser polémicas.
Estructurado en
varios capítulos, cada uno con su protagonista, y en su particular momento
histórico, entre cada uno de ellos se intercalan imágenes documentales de las distintas
épocas. Si el documental es siempre en exteriores y en blanco y negro, para los
momentos ficcionalizados se vale de recursos estéticos muy artificiosos, que bordean
el terror, el expresionismo, el thriller y la acción, todos y cada uno de ellos
en espacios cerrados, comprimidos, con un protagonista y pocos interlocutores. Está
muy cercano el recuerdo de su film previo, Madres de los dioses, en el que
también apelaba a recursos originales para historias tampoco convencionales.
Tras una obertura
nada feliz, el momento del embalsamador. Aquí se crea una atmósfera onírica,
donde fantasmas y terror se combinan
tenebrosamente. El embalsamador parece vivir un tiempo otro, encerrado con sus
gases y su cuerpo muerto, y quien lo asiste en la limpieza. El film no pretende
un relato lineal y completo, sino varios momentos que testimonian la
perduración de “esa mujer”, o “la señora”, o “esa yegua” en el corazón de cada
uno de los argentinos a lo largo del tiempo. El episodio más impresionante tal
vez sea el del transportador, con un Denis Levant como la presencia más curiosa
dentro de este film, y el joven suboficial que lo acompaña, rodado dentro de un
camión que transporta la caja con el cadáver para ser sacado del país. Resulta
el momento más bestial, tanto como el rostro del actor, y la iluminación –como
en todo el film- teatral, dramática. Un episodio muy logrado, de máxima tensión y compromiso visual. En el último episodio se recrea el juicio de
Montoneros al dictador Aramburu, uno de los responsables de su desaparición,
quien dice desconocer dónde la enterraron. A diferencia del film de Rafael
Filippelli, éste trata a unos y otros con respeto y cierta objetividad, en el
enfrentamiento entre los dos grupos entonces enfrentados a muerte. Que Daniel
Fanego es un actor excelente es una verdad tan contundente que puede
perdonársele que no dé el physique du rol
para encarnar al general Aramburu.
El film no
pretende ser realista ni trazar un derrotero convencional, todo lo contrario, y
tiene su fuerza, si bien por momentos bordea lo patético. Las tomas
documentales de los movimientos populares que veneran y reivindican a Eva, cuando
muere y testimonian su vigencia años después, tienen su resignificación en los
tiempos que corren.
Josefina Sartora
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