Carol
Dirección: Todd
Haynes
Guión: Phyllis
Nagy, sobre la novela de Patricia Highsmith
Estados
Unidos/2015
Durante mi cobertura
del Festival de Nueva York ya expresé mi entusiasmo por Carol de Todd Haynes, un
film extraordinario, en todo sentido. La historia de amor entre Carol, una
mujer de clase alta (Cate Blanchett), poderosa pero infelizmente casada, y Therese,
una muchacha que trabaja en una de las grandes tiendas de Nueva York y que
desea ser fotógrafa, da pie a una reflexión sobre la situación de la mujer en
el rígido sistema de vida de los Estados Unidos en los años ´50. Verla
nuevamente me sugirió otras observaciones.
Blanchett y
Rooney Mara cumplen sendas actuaciones memorables; Mara ganó el premio a mejor
actriz en Cannes y ambas están nominadas al Oscar. Blanchett (una de las
mejores actrices del momento, esta es su 6ª nominación, y ganó el Oscar 2
veces) posee una fuerza expresiva arrolladora, sabe manejar su corporaidad que habla
por sí misma como signo del deseo y la contención y conoce el efecto que causa
en la joven, mientras que el rostro y gestos de Mara la muestran claramente
ansiosa por conocer un mundo nuevo. Mara posee un algo de la Audrey Hepburn de La
mentira infame (The Children´s Hour, 1961), pero en
este nuevo film el lesbianismo no está vivido como un problema en sí mismo
–como en aquel film-, sino como conflictivo socialmente. Es interesante
observar que la autora de la novela algo autobiográfica que dio origen a Carol,
Patricia Highsmith (con The Price of Salt, que debió
publicar bajo el seudónimo de Claire Morgan) era bisexual, mientras la
productora, la talentosa Christine Vachon, colaboradora habitual de Haynes, es
lesbiana.
Todd Haynes ha
demostrado en toda su filmografía tener una especial sensibilidad para plasmar
la psicología femenina, y aquí su exquisitez se expande a todos los niveles: el
cuadro social, la recreación de época -con un esfuerzo admirable en la
dirección y diseño de arte, sobre todo si tenemos en cuenta que el film
transcurre en gran parte en exteriores- y lo más notable es la creación de
atmósferas. La atracción entre ambas mujeres es inmediata, un coup de foudre; toda la escena del
primer encuentro está destinada a la antología. La tensión erótica está sostenida
y contenida durante todo el film, y también llega a momentos de expansión. La
fotografía de Ed Lachman es muy sofisticada, con un significativo uso del color
que evoca el Technicolor de los ‘ 50, planos lejanos tomados tras vidrios o
reflejados en espejos, como el mejor melodrama clásico alla Douglas Sirk, o tomas de los rostros que resultan notables
retratos. La narración está estructurada con una introducción y un largo flashback, después del cual la escena
inicial queda resignificada, en un círculo que sin embargo no llega a cerrar, y
deviene espiral.
El film muestra
el estado de la mujer, encorsetada dentro de un rígido sistema de pautas
sociales, pero ellas eligen vivir sus propias elecciones, en una suerte de Thelma
y Louise de los ´50. Con Carol, Haynes continúa la tarea
crítica que ya desarrollara en Lejos del paraíso (2002) y Safe
(1995), películas en las que también retrataba el sometimiento de la mujer a
normas sociales represivas signadas por el varón, en las que no calza, porque
no le son propias. Recientemente, en su serie Mildred Pierce volvió
sobre el mismo tema.
A pesar de todos
sus detalles retro, Carol
es una obra del siglo XXI. El cine tiene hoy un tratamiento de la
homosexualidad totalmente distinto del que recibió en los ’50, y las
resoluciones de la historia hubieran sido impensadas en esa época. Como lo
postula Vito Russo en su conocido libro The Celluloid Closet dedicado al
tema, el cine de Hollywood castigó con la muerte, el ostracismo y otras
penurias a todos los homosexuales, dejando sentado un código de conducta. Por
otra parte, era inconcebible ver escenas de sexo entre mujeres en la pantalla,
hasta hace muy poco. Incluso la diferencia de clases hubiera hecho difícil
semejante romance. La sutileza de Haynes evita caer en diálogos obvios; contada
desde el punto de vista de Therese, adivinamos su atracción por esa mujer que
se le acerca desde una posición de poder, su curiosidad, la imagen que va
creando de ella, la mezcla de turbación y determinación ante el cruce del
umbral, los conflictos emocionales de ambas gracias a la expresividad de sus
cuerpos, de sus gestos y miradas, sin necesidad de palabras. Aunque el film
mantiene un cierto distanciamiento, incluso frialdad, aun en los momentos más
dramáticos, lo cual es un rasgo de la literatura de Highsmith.
Los secundarios a
cargo de excelentes Kyle Chandler y Sarah Paulson son también dignos de
mención, pero la fuerza de las dos protagonistas los reserva a un segundo
plano. El Oscar siempre le ha sido esquivo a Haynes, ícono del cine gay: ni el
director ni su película están nominados, aunque sí lo están el guión adaptado,
fotografía, vestuario y música, además de ambas actrices. Todos merecen un
premio. Pero yo no tengo devoción ni fe en los Oscar…
Josefina Sartora
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