Miserables (los peligros del turismo)
Autor: Eduardo Rovner
Dirección: Gaby Fiorito
Celcit, domingos a las 20
En el país que tenemos, la imaginación y
el humor son lo último que se pierde. Que un grupo de habitantes de la villa
miseria Malandra realicen un emprendimiento turístico para atraer curiosos que
se regocijen con nuestro miserabilismo, no es una ficción teatral, sino un fenómeno
candente. Cuatro emergentes de esa realidad en emergencia se unen en una tarea
empresarial: el líder, un fabricante de ponchos, pero sobre todo, un demagogo; un
botánico especialista en tés de toda especie; un grafitero que recita un
proverbio para cada ocasión, y un bibliotecario quien atesora el acervo
literario. Emergentes que surgen como símbolos del quehacer social, dialogan y
razonan sobre sus motivaciones y conductas. Todo, mientras aguardan la llegada
de los turistas, para quienes representarán la parodia marketinera de su vida
villera.
Gaby Fiorito concibió la puesta en escena
de esta obra de Eduardo Rovner con una dinámica siempre en movimiento, desde la
espectacular llegada de los cuatro personajes en una bicicleta, pasando por
constantes cambios de escenario, y un sabio uso de los cuerpos, puestos a expresar
el drama. La acción –que se afinca en la autoparodia- va tornándose más
dramática hasta culminar en la degradación más aberrante, que plantea un
interrogante sobre dónde residen las verdaderas miserias.
No hay muchas oportunidades de
reencontrarse con la farsa en el teatro, por lo que es esta una deliciosa
ocasión para hacerlo. Farsa que remite a nuestra situación social, y podría
extenderse a otros territorios. Porque la obra –si bien algo reiterativa– se
afinca en la realidad contemporánea, y en las consecuencias del capitalismo
salvaje.
Un elenco impecable, donde se destacan
José Formento (el tetero) por su versatilidad
e Iván Steinhardt (el refranero) por la profundidad que sabe darle a su personaje.
El tema musical de Sebastián Demarco crea
el clima desde antes de la salida a escena y perdura hasta mucho después de
haber salido de esas profundidades.
Josefina Sartora
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