28 de mayo de 2016

Miserables (los peligros del turismo)
Autor: Eduardo Rovner
Dirección: Gaby Fiorito
Celcit, domingos a las 20



En el país que tenemos, la imaginación y el humor son lo último que se pierde. Que un grupo de habitantes de la villa miseria Malandra realicen un emprendimiento turístico para atraer curiosos que se regocijen con nuestro miserabilismo, no es una ficción teatral, sino un fenómeno candente. Cuatro emergentes de esa realidad en emergencia se unen en una tarea empresarial: el líder, un fabricante de ponchos, pero sobre todo, un demagogo; un botánico especialista en tés de toda especie; un grafitero que recita un proverbio para cada ocasión, y un bibliotecario quien atesora el acervo literario. Emergentes que surgen como símbolos del quehacer social, dialogan y razonan sobre sus motivaciones y conductas. Todo, mientras aguardan la llegada de los turistas, para quienes representarán la parodia marketinera de su vida villera.
Gaby Fiorito concibió la puesta en escena de esta obra de Eduardo Rovner con una dinámica siempre en movimiento, desde la espectacular llegada de los cuatro personajes en una bicicleta, pasando por constantes cambios de escenario, y un sabio uso de los cuerpos, puestos a expresar el drama. La acción –que se afinca en la autoparodia- va tornándose más dramática hasta culminar en la degradación más aberrante, que plantea un interrogante sobre dónde residen las verdaderas miserias.
No hay muchas oportunidades de reencontrarse con la farsa en el teatro, por lo que es esta una deliciosa ocasión para hacerlo. Farsa que remite a nuestra situación social, y podría extenderse a otros territorios. Porque la obra –si bien algo reiterativa– se afinca en la realidad contemporánea, y en las consecuencias del capitalismo salvaje.
Un elenco impecable, donde se destacan José Formento (el tetero) por su versatilidad  e Iván Steinhardt (el refranero) por la profundidad que sabe darle a su personaje.
El tema musical de Sebastián Demarco crea el clima desde antes de la salida a escena y perdura hasta mucho después de haber salido de esas profundidades.


Josefina Sartora

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