Fuocoammare
Dirección
y guión: Gianfranco Rosi
Italia-Francia/2016
El
documentalista Gianfranco Rosi –Rosi es un apellido siempre asociado al cine
italiano-, realizador de Sacro Gra y Sicario, presenta un
cuadro de situación de la isla de Lampedusa, frente a Sicilia y a pocas millas
marinas de África. Hacia allí se dirigen las barcazas abarrotadas de refugiados
africanos que huyen de condiciones de pobreza extrema con la ilusión de una
vida mejor en Europa. Conocemos el drama: durante el viaje de varios días en
condiciones miserables –que les ha costado su buen dinero- cientos de hombres,
mujeres y niños sufren hambre, deshidratación y asfixia. Las patrullas costeras
italianas cumplen con el duro trabajo de rescatar a los sobrevivientes,
trasladar los numerosos cadáveres, ocuparse de la recuperación física de los
refugiados para después insertarse en la
sociedad.
El
documental no ahorra detalles visuales, por escabrosos que sean: si al
principio vemos barcos y helicópteros en tomas panorámicas, voces anónimas
pidiendo rescate por radio, a medida que avanza el film la cámara se acerca a
esos seres, se hacen identificables y el film cobra mayor dramatismo, hasta
llegar a la exposición de la muerte, en suma. Sin embargo, el film se resiste a
dar detalles de la peripecia.
El
film presenta dos mundos que coexisten, en paralelo: en montaje alternado,
registra la vida cotidiana de la familia de un preadolescente que vive ajeno a
lo que sucede en su isla. La cámara sigue a Samuele en sus juegos con en el
bosque con un amigo y su gomera, sus visitas al médico, su entorno, sus comidas
familiares, la mujer con la que vive -también ajena al drama-, los pescadores
del pueblo, ni siquiera el locutor en la radio parece tener registro de lo que está
sucediendo en Lampedusa. Todos ellos viven sin dar muestras de participar de la
dramática invasión que sufre la isla por seres heridos física y
espiritualmente. Samuele está en íntimo contacto con la naturaleza –la tierra,
los árboles, los pájaros están fotografiados con gran belleza-, pero no tiene
ningún registro de lo humano. Sólo el médico, que considera un deber moral
ayudarlos, participa de ambos mundos. Tremendo contraste este, entre el
individuo identificado, con una historia propia, intereses particulares,
dificultades precisas (demasiado obvia la metáfora del “ojo perezoso” de
Samuele, è troppo), y la masa de
refugiados si nombre, de quienes poco sabemos, que hablan otra lengua y ni
siquiera pueden decir de dónde vienen. Pero resulta evidente que su origen
difiere en mucho del ambiente que rodea a Samuele. Es obviamente también contrastante la belleza
del lugar (habíamos visto la belleza de Lampedusa en el film Respiro,
de Emmanuele Crialese) y la tragedia que amarra en sus playas.
Así
como Sacro
Gra (ganador del León de Oro en Venecia) constituye un fresco de Roma,
en su último documental Rosi compone un cuadro de la situación que hoy
atraviesa toda Europa, con la ola inmigratoria, y en cierta manera es un
llamado o una toma de conciencia, y una reflexión sobre el rol del cine en esta
circunstancia. Fuocoammare (Fuego en el mar) ganó el Oso de Oro
en el último Festival de Berlín. Allí fue acusada de pornográfica y
exhibicionista, por la crudeza de sus imágenes. No es sencillo filmar la
muerte, pero no encuentro aquí ningún regodeo, sino respeto. Sin haber visto el
resto de la competencia, en principio parece demasiado lauro para este
documental que, si bien muy correcto, no creo que vaya a dejar huella en el
género.
Josefina
Sartora
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