Festival
de Antofagasta 2016
Josefina Sartora
El festival de Antofagasta, AntofaDocs,
ya no es un festival privativo del documental. Este año en su quinta edición,
ya muy arraigado en esta zona Norte de Chile, se ha abierto a películas de
ficción, y por supuesto a aquellas que fluyen entre ambos géneros, cada día más
abundantes.
Encontré en Antofagasta una región
alucinante. Desde el avión se ve el tremendo desierto, donde todo es beige y
rosado, sin una mera mancha de verde. En el puro desierto –como dicen aquí-, y
junto al mar, se alza Antofagasta, una ciudad de contrastes. Por un lado el mar,
con esos colores magníficos del Pacífico, y por el otro, los cerros rosados.
Entre ambos se extiende la ciudad, longitudinalmente. En su parte baja, la
riqueza de la zona minera se hace notar, con altos edificios nuevos, casonas
rodeadas de muros, barrios nuevos, centros comerciales y una hermosa costanera.
En lo alto, barros más modestos, y terrenos “tomados” por quienes vienen de
otras zonas y países a trabajar en la minería. Las minas de cobre de la región
son el punto más fuerte de apoyo de la economía chilena. En los alrededores, el
paisaje del desierto es alucinante, como de otro planeta.
En esta ciudad donde llueve un solo día
al año tiene lugar el AntofaDocs, que dirige la infatigable Francisca Fonseca.
Dos de sus programadores son nuestros amigos Cecilia Barrionuevo y Marcelo
Alderete, también programadores del Festival de Mar del Plata, y entre todos
han pergeñado una programación por demás interesante de cine
ibero-latinoamericano, con un fuerte apoyo en el cine chileno y el colombiano,
invitado del año.
Por el lado de las películas, son
alrededor de 80, algunas estrenos y otras que ya hemos visto en Buenos Aires en
algunas contadas ocasiones. Hay también workshops,
master classes y talleres. Fue muy
interesante la elección de El Cristo ciego del chileno
Christopher Murray como película de apertura, ya que fue rodada en esta región
del Norte. Se trata del viaje que emprende un personaje muy peculiar, un
místico que considera que Dios está en cada uno de nosotros, y sobre todo en sí
mismo. Como tal, inicia un viaje a través del desierto, descalzo, en busca de
su amigo de la infancia, quien ha tenido un accidente. Va a curarlo con un
milagro. Como sucede muchas veces, la
gente que encuentra en su camino se ve contagiada por su fe, apoyan su peregrinaje
y son reconfortadas por él, quien les hace llegar alguna esperanza en una vida
de privaciones. Con varios relatos enmarcados, la peripecia se prolonga
demasiado, cayendo en lugares comunes, pero logra una mejor conclusión. La
fotografía de la región es estupenda, así como la nocturna y el uso de la luz en
esta singular road movie a pie.
Otra road
movie constituye la nueva del premiado Fernando Lavanderos, uno de los
valores emergentes del nuevo cine chileno. Sin norte, curioso film con algo de
ficción y mucho de documental, fue presentado en la Competencia de
Largometrajes. La anécdota es simple, pero su realización no lo fue. Un hombre (Koke
Santa Ana) es abandonado por su novia (Geraldine Neary), quien sale de viaje
hacia el Norte del Chile, y él la sigue en su busca, improvisadamente, guiado
por el IPad de ella que va recibiendo automáticamente lo que la chica va
filmando en el camino con su teléfono. En su viaje, encuentran todo tipo de
personajes y viven situaciones que -después nos enteramos- la chica fue
encontrando en el proceso de pre- producción de la película. Es decir, que
hallando temas o personajes interesantes, les proponían entrar en el film, y
así se van superponiendo capas temporales con la presencia de actores
profesionales y otros que hacen de sí mismos, con sus historias y
características personales. Una
propuesta original, jugada y comprometida, que no siempre sale perfecta, pero
tampoco se lo propone. Filmada en esta misma región, como El Cristo ciego.
Entre otras ya vistas, está la
maravillosa película de José Luis Torres Leiva, El viento sabe que vuelvo a casa,
que admiráramos ya en el Festival de Cosquín el pasado mayo. También El
abrazo de la serpiente de Ciro Guerra y Rara, de María José San
Martín, ambas estrenadas en Buenos Aires, y El presente (no existe)
de Klaudia Kemper. Oleg y las raras artes, del español Andrés Duque, vista en el
último Bafici, sobre el excéntrico músico del Hermitage de 88 años, fue una
película que despertó la atracción del público. En la sección Nuevos lenguajes
se presenta también El futuro perfecto, producción argentina de Nele Wohlatz.
Y hay muchas más.
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