14 de noviembre de 2016

Festival de Antofagasta 2016
Josefina Sartora

El festival de Antofagasta, AntofaDocs, ya no es un festival privativo del documental. Este año en su quinta edición, ya muy arraigado en esta zona Norte de Chile, se ha abierto a películas de ficción, y por supuesto a aquellas que fluyen entre ambos géneros, cada día más abundantes.


Encontré en Antofagasta una región alucinante. Desde el avión se ve el tremendo desierto, donde todo es beige y rosado, sin una mera mancha de verde. En el puro desierto –como dicen aquí-, y junto al mar, se alza Antofagasta, una ciudad de contrastes. Por un lado el mar, con esos colores magníficos del Pacífico, y por el otro, los cerros rosados. Entre ambos se extiende la ciudad, longitudinalmente. En su parte baja, la riqueza de la zona minera se hace notar, con altos edificios nuevos, casonas rodeadas de muros, barrios nuevos, centros comerciales y una hermosa costanera. En lo alto, barros más modestos, y terrenos “tomados” por quienes vienen de otras zonas y países a trabajar en la minería. Las minas de cobre de la región son el punto más fuerte de apoyo de la economía chilena. En los alrededores, el paisaje del desierto es alucinante, como de otro planeta.

En esta ciudad donde llueve un solo día al año tiene lugar el AntofaDocs, que dirige la infatigable Francisca Fonseca. Dos de sus programadores son nuestros amigos Cecilia Barrionuevo y Marcelo Alderete, también programadores del Festival de Mar del Plata, y entre todos han pergeñado una programación por demás interesante de cine ibero-latinoamericano, con un fuerte apoyo en el cine chileno y el colombiano, invitado del año.


Por el lado de las películas, son alrededor de 80, algunas estrenos y otras que ya hemos visto en Buenos Aires en algunas contadas ocasiones. Hay también workshops, master classes y talleres. Fue muy interesante la elección de El Cristo ciego del chileno Christopher Murray como película de apertura, ya que fue rodada en esta región del Norte. Se trata del viaje que emprende un personaje muy peculiar, un místico que considera que Dios está en cada uno de nosotros, y sobre todo en sí mismo. Como tal, inicia un viaje a través del desierto, descalzo, en busca de su amigo de la infancia, quien ha tenido un accidente. Va a curarlo con un milagro.  Como sucede muchas veces, la gente que encuentra en su camino se ve contagiada por su fe, apoyan su peregrinaje y son reconfortadas por él, quien les hace llegar alguna esperanza en una vida de privaciones. Con varios relatos enmarcados, la peripecia se prolonga demasiado, cayendo en lugares comunes, pero logra una mejor conclusión. La fotografía de la región es estupenda, así como la nocturna y el uso de la luz en esta singular road movie a pie.


Otra road movie constituye la nueva del premiado Fernando Lavanderos, uno de los valores emergentes del nuevo cine chileno. Sin norte, curioso film con algo de ficción y mucho de documental, fue presentado en la Competencia de Largometrajes. La anécdota es simple, pero su realización no lo fue. Un hombre (Koke Santa Ana) es abandonado por su novia (Geraldine Neary), quien sale de viaje hacia el Norte del Chile, y él la sigue en su busca, improvisadamente, guiado por el IPad de ella que va recibiendo automáticamente lo que la chica va filmando en el camino con su teléfono. En su viaje, encuentran todo tipo de personajes y viven situaciones que -después nos enteramos- la chica fue encontrando en el proceso de pre- producción de la película. Es decir, que hallando temas o personajes interesantes, les proponían entrar en el film, y así se van superponiendo capas temporales con la presencia de actores profesionales y otros que hacen de sí mismos, con sus historias y características personales.  Una propuesta original, jugada y comprometida, que no siempre sale perfecta, pero tampoco se lo propone. Filmada en esta misma región, como El Cristo ciego.

Entre otras ya vistas, está la maravillosa película de José Luis Torres Leiva, El viento sabe que vuelvo a casa, que admiráramos ya en el Festival de Cosquín el pasado mayo. También El abrazo de la serpiente de Ciro Guerra y Rara, de María José San Martín, ambas estrenadas en Buenos Aires, y El presente (no existe) de Klaudia Kemper. Oleg y las raras artes, del español Andrés Duque, vista en el último Bafici, sobre el excéntrico músico del Hermitage de 88 años, fue una película que despertó la atracción del público. En la sección Nuevos lenguajes se presenta también El futuro perfecto, producción argentina de Nele Wohlatz.

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Y hay muchas más.

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