29 de marzo de 2017

Sálvese si puede

El otro hermano.
Dirección: Adrián Caetano
Guión: Adrián Caetano y Nora Mazzitelli, basado en la novela de Carlos Busqued, Bajo este sol tremendo
Argentina-Uruguay-España-Francia/2016

Josefina Sartora


Cuando leí Bajo este sol tremendo encontré en la novela de Carlos Busqued una interesante propuesta para  la literatura argentina: una historia negra, durísima, sin atenuantes, con una escritura sólida, tan seca como lo que cuenta, y abrumadora. Parecía destinada a que Israel Adrián Caetano realizara su transposición al cine, y accedió gracias a la insistencia de su productor Hernán Musaluppi. Caetano ha vuelto a lo que mejor ha demostrado sabe hacer, como en Bolivia y Un oso rojo: un film negro, con algo de film noir y otro poco de western, con personajes que serían marginales si no vivieran en una sociedad que ha perdido sus bordes, donde todo es ya margen.

Un hombre acude a un pueblo chico de Chaco –aunque filmado en la provincia de Buenos Aires, y se nota- porque su madre y hermano, a quienes no ve desde hace años, han sido salvajemente asesinados. Si bien todo empieza con cadáveres presentados en una morgue tan siniestra como asquerosa, no se trata de averiguar quién lo hizo, sino de las consecuencias de ese crimen. La inmediata: el cobro de un seguro de vida que le permitirá al protagonista irse a vivir a Brasil. Para ello cuenta con la colaboración de su contraparte, Duarte, un ex servicio de las fuerzas armadas que encarna en su figura todos los atributos del villano. Leonardo Sbaraglia –quien acaba de obtener un premio en Málaga por esta actuación- compone el estereotipo de ese personaje que tan bien conocemos, casi una caricatura: corrompido por el poder, en un pueblo donde no hay ley ni justicia, él conoce todos los laberintos de la burocracia y sabe cómo “dibujar” la realidad para su conveniencia. Retirado de la Fuerza Aérea, hoy sus ingresos provienen de lo que aprendió como servicio: secuestros extorsivos a ciudadanos de su pueblo, a quienes, además, viola. El desparpajo, el cinismo y la impunidad del personaje no conocen límites.


Por el contrario, el personaje de Daniel Hendler es un tipo de pocas luces y ninguna iniciativa, un indolente que se deja llevar por las circunstancias que le llegan (lo despidieron de su empleo público porque estuvo un año sin concurrir, “porque no había nada para hacer”). Llegado a Lapachito, se pone a vender todo lo que su hermano acumulador tenía en su rancho, y a hacer dinero de cualquier manera posible. Así se verá envuelto en las maniobras de Duarte.

Una vez más, en el cine de Caetano la densidad y el peso de los cuerpos ocupa un rol primordial. Aunque nunca se menciona el calor, éste signa los movimientos, el sudor impregna a cada uno de esos hombres, de barba crecida, remeras sudorosas, que casi podrían olerse. Asimismo, es patética la personificación de la gran Ángela Molina, cuyo cuerpo lleva las marcas del sufrimiento, como la madre ajada y consumida del secuaz de Duarte. No quedan atrás otros secundarios, a cargo de Alejandra Flechner, cuyo personaje sufre en carne propia los abusos de Duarte, Pablo Cedrón y Alian Devetac.


El otro hermano (título poco feliz ni imaginativo), como todo el cine de Caetano, constituye un acto político: la realidad que presenta es la de un país en ruinas, un micromundo donde nadie espera ya nada bueno, un sálvese quien pueda en donde cada uno está a merced de sus propios recursos, y donde nadie inspira pena o simpatía. Con un estado ausente, o generador de indeseables, si vestigios de autoridad, personajes abyectos, depravados o inoperantes, la más absoluta carencia de valores o respeto, en medio de construcciones abandonadas o degradadas. Un mundo post apocalíptico, como lo ha definido Caetano, donde el único edificio que mantiene cierta integridad y compostura es el banco. Nada menos.

En los títulos finales, Caetano se acredita “Encuadre y dirección”, categoría no habitual y que sin embargo resulta procedente, porque de esta manera él se declara el responsable de decidir dónde poner la cámara, qué incluir o descartar en cada plano, aunque el fotógrafo Julián Apezteguía ha de tener también su cuota de responsabilidad en esta película en la cual la imagen no necesita de muchas palabras.



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