La terquedad
Dramaturgia
y dirección: Rafael Spregelburd
Josefina
Sartora
La terquedad se
inscribe dentro de la serie de obras de Rafael Spregelburd Heptalogía de Hieronymus Bosch, inspiradas en la pintura del maestro, con su peculiar visión de los pecados capitales, todas de largo aliento, con abundancia de personajes y parlamentos. Así fue La
estupidez, El pánico y otras. Esta obra fue un encargo en Frankfurt, y fue
presentada allí y en otras ciudades de Europa previo a su estreno en Buenos
Aires.
La sala del teatro Cervantes es el ámbito
perfecto para esta obra ambiciosa, hiperbólica, que aborda diversos temas con
trece personajes, largos y complejos diálogos, y que si bien transcurre en el ámbito de
una casa, traslada la acción de la sala a un dormitorio y de éste al jardín,
con un escenario giratorio de dos plantas, lo que implica una compleja
coreografía.
No es sólo la terquedad o el empecinamiento
lo que trata esta obra polifacética que transcurre en un Valencia durante
la Guerra Civil española: la guerra –y los intereses espurios y particulares
que se mueven con ella-, el fascismo, el poder y el autoritarismo, los
conflictos sociales, la lengua, el melodrama familiar, pero por sobre todos ellos, trascendiendo la
historia, el paso del tiempo. Porque lo que sucede transcurre en
aproximadamente una hora, con unidad de tiempo y lugar, pero en un segundo y
tercer acto vuelve a suceder en otros ámbitos: la anécdota es mostrada tres
veces, con sutiles modificaciones de vestuario y modulaciones de
interpretación, y cada reiteración agrega elementos e información. La acción
parece transcurrir como en tres mundos o planos paralelos, en un tiempo circular. La maravillosa
escenografía de Santiago Badillo permite el movimiento continuo, la profundidad
de campo mostrando lo que sucede simultáneamente en los distintos planos,
delante y detrás, interior y exterior, arriba y abajo. Y la coreografía de los actores funciona a la perfección,
como un mecanismo aceitado.
Un elenco de primer nivel ejecuta esos
largos diálogos que abordan tantos y complejos temas: el mismo Spregelburd como
el patriarca, lingüista y jefe de policía, que ha inventado una lengua
universal para beneficio de la humanidad; Pilar Gamboa excelente como la hija
neurótica, Analía Couceyro compone un personaje genial como la hija rebelde,
Paloma Contreras sensual como la esposa, Lalo Rotavería notable como el esbirro
sumiso, Diego Velázquez el cura infaltable, Andrea Garrote, Pablo Seijo,
Alberto Suárez, Mónica Raiola, Santiago Gobernori, Guido Losantos y Javier
Drolas, todos tienen sus momentos de lucimiento en esta obra coral ejecutada en
forma impecable.
La terquedad es un
ejemplo de teatro total, exquisito, moderno y audaz. Y sin embargo, en toda su
excelencia llega a conspirar consigo misma, justamente por la reiteración,
sostenida por el autor tercamente. Spregelburd no sólo es autor, sino también
director y actor de la obra. Tal vez esta triple función le impida distanciarse
para observar que la obra ganaría con una mayor síntesis. Menos es más.
Bienvenida esta señal contundente de los
criterios artísticos de la nueva dirección de Alejandro Tantanian, que reúne el
teatro oficial con el que fuera independiente.
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