Orfeo
y Eurídice
Dramaturgia
y dirección: César Brie
Teatro
El Extranjero
Josefina
Sartora
Orfeo
–dios de la música, con cuya lira produce un encantamiento en las fieras- desciende
a los infiernos en busca de su mujer Eurídice, y la guía para salir de allí y
volverla a la vida. Pero desobedeciendo el mandato divino, se vuelve para
mirarla, y la pierde.
En
Italia, hace pocos años culminó la lucha judicial de un padre que pedía que su
hija, con muerte cerebral durante 17 años, fuera desconectada de todo aparato
mecánico que la mantenía con vida y tuviera una muerte digna. César Brie vio en
esta historia una actualización del mito de Orfeo y Eurídice, ante esa mujer
muerta pero todavía viva, viva pero ya muerta. Y la traspone en una muy
peculiar versión del mito. Es poco frecuente en nuestro teatro una historia de
amor entre mujeres, que Brie trata con sensibilidad y delicadeza.
Con
recursos mínimos, elementales, se desarrolla la pieza en un espacio atravesado
por una tela en diagonal que será camino, cama, destino de vida. Esa diagonal
será atravesada por otra, la de la enfermedad, la postración, la muerte. Un
acierto de escenografía y de simbolismo. Las dos actrices –Sofía Diambra y quien
posee el curioso nombre de Liza Tayor- realizan un hábil uso del vestuario para
atravesar las distintas situaciones y tiempos en los que se desarrollan las
acciones, ejecutadas con un mecanismo de relojería, y ponen en juego este bello
texto con sensible compromiso.
Una Orfeo femenina encarna el espíritu del dios,
luchando contra las fuerzas para que su amada pueda morir por segunda vez. Tampoco
falta un Caronte con fuerte acento norteño, compañero en la muerte que
evidencia la inexorabilidad del destino. La obra patentiza la vigencia de los
mitos, que hablan de amor, de lucha, de dolor y de muerte, tratando de comprender
su sentido.
El
prolífico César Brie tiene 7 piezas en cartelera, esta es solo una de ellas,
pero convoca a verlas todas.
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