Dunkerque
Dirección y guión: Christopher Nolan
Reino Unido-Holanda-Francia-Estados
Unidos/2017
Josefina Sartora
Hollywood construyó todo un género
del cine bélico a partir de las numerosas batallas de la Segunda Guerra, y sus
consecuencias. Ahora Christopher Nolan, quien ha realizados films muy disímiles
que van desde Memento a la trilogía de Batman, incursiona también en el
cine bélico. Pero su concepción es radicalmente distinta de la del cine clásico: no hay aquí (casi) historias
personales, no hay personajes dibujados que evolucionen, no hay (casi)
diálogos, y mucho menos, referencias históricas que expliquen cómo llegaron a
Dunkerque cientos de miles de muy jóvenes soldados franceses y británicos ni
qué sucedió después. Lo que sí hay es abundantes escenas muy bien filmadas de
batallas en el cielo, mucho estruendo de bombas en la tierra, y repetidos
naufragios en el mar. El film bélico de Nolan se acerca mucho más a un juego de
play station que al cine.
Como antecedente, a Nolan le basta
la primera escena, en la que un muy joven soldado británico huye de las balas
alemanas y llega a las playas de Dunkerque, al norte de Francia casi lindando
con Bélgica. (Una Dunkerque contemporánea, con edificios que de ninguna manera
pudieron construirse antes de 1940.) Allí espera en largas y prolijas filas la
multitud de soldados –la mayoría, adolescentes- la llegada de algún barco en el
cual embarcar. No lo dice –lo insinúa con esa escena-, pero en ese momento los
nazis ocupaban Holanda y Bélgica, invadían Francia, deteniéndose en Dunkerque, y
los Aliados no lograban una sola victoria frente al imparable avance alemán.
Era imperiosa la evacuación británica, debían regresar a casa, de la que los
separaba apenas ese estrecho, pero los alemanes se ocupan de hundir cada barco
enviado para evacuarlos. Tan sólo dos aviones británicos están allí para contrarrestar
los ataques.
De manera que el film transcurre con
montaje paralelo en los tres elementos: la tierra, donde los jóvenes intentan
de una y otra manera subirse a los barcos que logran amarrar allí, bajo la
mirada preocupada de Kenneth Branagh como el almirante a cargo de la
evacuación; el aire, donde los dos pilotos ponen en claro que la RAF (Royal Air
Force) fue uno de los pilares del poder bélico británico, como pudimos sufrirlo
en Malvinas; el agua, donde navegan cientos de pequeñas embarcaciones privadas
que fueron puestas al servicio de la Marina para el operativo de rescate. En
ellos se desarrolla un incesante intercambio de bombas y estruendo –con
agitado y algo confuso montaje- en medio de una más fuerte música que pretende
ser espectacular y acompañar la acción.
A quienes les guste el duelo a
tiros, les encantará encontrarlo en estas tres variantes: los barcos reciben,
uno tras otro, ataques de torpedos y de aviones que los hacen naufragar, una y
otra vez, con toda su carga humana a bordo. El duelo de los aviones está
estupendamente filmado –la calidad de la imagen visual es lo mejor del film-
con un timing y un suspenso bien medidos. Y ese suspenso se vive también en mar
y tierra, frente a la amenaza constante. Estos son los aspectos que le han
valido a Nolan la aprobación de buena parte de la crítica comercial. Pero no se
le pida nada más: los únicos personajes que podrían considerarse como tales son
los tripulantes de una de esas embarcaciones, pero cuando empieza a ponerse
interesante, a tocar el aspecto humano, Nolan la remata con un final propio
–este sí- del cine clásico: el mensaje patriota. Por supuesto, esta es una
dicisión directorial, una toma de posición: Nolan prefiere mostrar a sus
personajes a través de su punto de vista, desde el cual presenta las acciones,
pero esta postura empobrece el film.
Nolan prefiere también quedarse del
lado del cine catástrofe, o el cine de supervivencia. Nada se dice de las
consecuencias de este operativo. Ni siquiera se menciona que son los nazis
quienes están en el otro bando. Tampoco se menciona que miles de soldados
permanecieron en la playa y fueron tomados prisioneros. Y lo mismo sucedió con
todo el armamento. Nada se dice del progresivo avance de las tropas alemanas y
su ocupación de París pocos días después. En Dunkerque, los héroes son
británicos; Dunkerque fue una verdadera derrota, aunque Nolan no la hace
aparecer como tal, cuando Gran Bretaña era considerada el mayor poder del
mundo, antes de la participación de los Estados Unidos en la guerra, antes de
la universal primacía yanqui.
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