12 de marzo de 2018

FICUNAM 2018, 4ª nota


El cine de Travis Wilkerson

Josefina Sartora

El 8º Festival de Cine de México ha terminado después de mostrar una excelente selección del cine contemporáneo más nuevo, con una impecable organización. Eva Sangiorgi ha culminado su gestión como directora, y lo más notable fue que ni durante el festival ni en la ceremonia de premiación se mencionó una palabra sobre el futuro del FICUNAM, o tan sólo se manifestó el deseo de que este continuara. Y nos fuimos con el gusto amargo de sentir que del futuro no hay ninguna certeza.


El FICUNAM ha sido muy preciso en el carácter político de sus películas, casi todas ellas de fuerte contenido social, cuando no abiertamente activistas. Este último caso fue patente en la retrospectiva dedicada a Travis Wilkerson, uno de los puntos más altos del Festival. Nacido en 1969, el célebre Santiago Álvarez lo inició en el cine documental, de donde nunca se ha apartado. Toda su obra despliega una mirada crítica al sistema de vida de los Estado Unidos, a partir de desenterrar pequeñas historias que permiten referirse al pasado y la memoria. Wilkerson reacciona ante la imposibilidad patológica –dice- de los dueños del poder para hacer una introspección sobre sus conductas en el campo del militarismo, las cuestiones sociales o raciales. A ello se dedica su cine, a menudo a partir de historias personales o familiares, no por una cuestión narcisista sino para indagar en su propia historia la historia del país.


Es el caso de su último film Did You Wonder Who Fired the Gun? (2017). Es un documental en primera persona, en el que Wilkerson narra una historia familiar, culposamente. Desde el principio declara que su historia versa sobre la Pesadilla Blanca, y presenta los detalles de racismo que rodearon el hecho de que su abuelo matara en 1946 a un negro a balazos y nunca fuera condenado ni siquiera llevado a juicio por ello.

Wilkerson se vale de la fotografía en blanco y negro para presentar hoy imágenes atemporales del Sur profundo ominoso, sus habitantes y casas fantasmales, tratando de investigar y reconstruir aquel hecho y averiguar qué sucedió posteriormente con sus protagonistas. A falta de testimonios de época y datos claros, el director –cuya voz susurrante relata la historia en off y nunca aparece en pantalla- experimenta con la imagen: introduce fotogramas en color, colorea el blanco y negro, superpone planos, fotogramas en negativo, utiliza fotos y películas caseras y música negra del Sur de manera harto expresiva. Este film establece un contrapunto con aquel otro, Matar a un ruiseñor (Robert Mulligan 1962) contraponiéndose dialécticamente al sistema de representación de lo político de Hollywood.

Wilkerson investiga para contextualizar los hechos, ocurridos en tiempos de violencia sexual y racista, anteriores al boicot contra los omnibus que se produjo en Alabama y cambió las leyes discrimatorias de Estado Unidos. Con testimonios de entonces y actuales, que evidencian la desaparición de la víctima o invisibilidad negra, pone en evidencia el alto grado de racismo que existía en ese país y que hoy sigue igual de vivo, amenazándolo solapadamente. Racismo que persiste en su propia familia.


Wilkerson utiliza su propia voz como herramienta política. Sus películas se componen de planos fijos –a menudo en blanco y negro- y la voz del director en off, como un susurro, una voz tan expresiva que es imposible mantenerse ajeno al efecto de su timbre musical, de su melodía. En Machine Gun or Typewriter? (2015) la búsqueda de un amor perdido sirve de excusa para transitar historias de Los Ángeles. Con un montaje deudor de Santiago Álvarez –de quien Wilkerson aprendió que hay que filmar la idea que uno tiene, sin depender de los recursos, trabajar con lo que hay- el documental atraviesa temas como el antisemitismo, el sistema de clases, los desechos de la Historia.

For Michael Brown (2014) es un homenaje a Michael Brown, un negro que fue asesinado por un policía blanco que no fue condenado, y su cuerpo estuvo tendido en el suelo por 4 horas y media. En el sepelio, su padre pidió 4 minutos y medio de silencio, y eso es lo que dura este film, en pantalla negra. A la manera de John Cage.


En su búsqueda arqueológica de la otra historia de los Estados Unidos, Sand Creek Equation (2012) evoca el pasado de su estado natal, Colorado, que en el sigo XIX fue entregado en parte a los indios cheyene y aparajó, para que allí se instalaran. Después descubrieron oro. ¿Cuál es el mejor método para sacar a alguien de su territorio? Provocar hasta la reacción, y después, reprimir hasta el exterminio. Tal la historia que narra la voz del director de la masacre que eliminó a todos los originarios de esa zona, hoy yerma y desierta. Para Wilkerson, la dialéctica es el espacio donde se da la política; por eso, sus films a menudo combinan dos cosas aparentemente separadas. En este caso, Sand Creek está vinculado a Gaza, donde el ataque a 4 israelíes fue respondido por la masacre de 1.400 palestinos. Métodos similares, iguales penurias para esos espacios tan disímiles, las llanuras de Colorado y las ruinas y escombros de Gaza, espacios de aniquilación de pueblos originarios.

En For the 150th Aniversary of the Sand Creek Massacre (2014) vuelve sobre aquella matanza, en un film sin comentarios, con panorámicas de esas llanuras con sus pastizales azotados por el viento. Planos fijos que evocan el cine de James Benning, tomados con una lente que hace foco en el centro y difumina los bordes. La banda sonora deja oír exclusivamente explosiones y disparos, lo cual da otro valor y significación a la imagen, sugerentes de aquella masacre. Sin embargo, por los títulos finales sabemos que el sonido fue grabado durante los fuegos artificiales del festejo de la Independencia, amarga ironía.

Fragmentos de disolución (2012) pertenece al largometraje colectivo Far from Afghanistan, y aquí Wilkerson entrevista a la viuda y la madre de dos combatientes que se suicidaron al regresar a su país. Al parecer, el número de soldados que se han suicidado al regresar, porque no podían vivir con el recuerdo de lo realizado en Afganistán, supera el número de bajas en batalla. En planos fijos en blanco y negro, las mujeres hablan de la depresión, el remordimiento y la desesperación de esos hombres y del abandono en que los dejó su ejército. Pero en su acostumbrada dialéctica, el film presenta también dos casas muy precarias de Detroit que se incendiaron por la incorrecta instalación eléctrica de sus calefactores, muriendo sus ocupantes, familias carenciadas del imperio capitalista. Dos modos en que ese imperio devora sus propios intestinos.


Los Angeles Red Squad: la situación comunista en California (2013) es un tremendo testimonio de la acción del Escuadrón Rojo parapolicial que en la década de 1930 persiguió en Los Ángeles a los sindicalistas primero, y al movimiento obrero, para más tarde reprimir toda acción que se orientara hacia la izquierda. Brazo armado al servicio del poder capitalista, reprimió a grupos y manifestaciones que reclamaban por los derechos civiles, en reuniones que el documental cita minuciosamente, dejando la representación de la violencia fuera de campo. La metodología es tan conocida como eficaz: el infiltrado que trabaja desde dentro de la organización, sembrando la desconfianza y el desánimo entre los compañeros. La historia es contrapuesta dialécticamente con imágenes de una Los Ángeles actual. ¿Cómo representar esa ciudad tan filmada y fotografiada? La pintura que hace Wilkerson se aleja de los modos tradicionales de representación, con una Los Ángeles irreconocible.


An Injury to One (2002) indaga sobre la evolución de la explotación minera y el abuso en Butte, un pueblo de Montana donde vivió el director en su juventud. Cuando se descubre cobre en sus entrañas, a fin del siglo XIX, la compañía Anaconda lo extrae, convirtiendo ese pueblo en una próspera ciudad, sobre todo durante la Primera Guerra Mundial. La explotación y abuso de los trabajadores mueve a la reacción, violentamente reprimida cuando se forma un sindicato. La patronal asesina a Frank Little, un activista social mestizo que trabajaba por mejorar las condiciones laborales, en 1917, y quien había acudido a Butte para organizar a los trabajadores. Dashiell Hammet trabajaba entonces para la agencia Pinkerton de detectives, y dice haber sido tentado a participar en su linchamiento. Cosecha roja se basa en las huelgas de esos mineros. Convertido en zona de desastre, años después la compañía abandona el pueblo, dejándolo totalmente contaminado. La historia está narrada con la extrema melancolía de la voz en off de Wilkerson sobre grafismos y fotos históricas en blanco y negro y actuales, en color. Otro documento de cómo el sistema se devora a sí mismo.



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