La culpa (Den skyldige)
Dirección: Gustav Möller
Guión: Gustav Möller y Emil Nygaard
Albertsen
Dinamarca/2018
Josefina Sartora
Verdadero tour de force, película con un personaje, unidad de tiempo y lugar.
Un solo protagonista en foco, porque salvo tres excepcionales compañeros de
trabajo con quienes apenas dialoga, el resto son voces en el teléfono de esa
central de emergencias de la policía. La película transcurre en el rostro del
policía Asger Holm casi siempre en primer plano, mientras dialoga con quienes
llaman en casos de desesperación. Hasta que aparecen las señales de un
secuestro: un marido se ha llevado a su ex mujer de su casa, abandonando tras
de sí sus hijos muy menores, solos. Comienza entonces una carrera contra el
tiempo, una búsqueda por las carreteras de Dinamarca, junto a sus colegas de
patrulla.
Asger es un hombre torturado, ha sido
desplazado de la calle a ese puesto oscuro de oficina, y al día siguiente habrá
una indagatoria sobre su proceder. Hubiera sido suficiente con eso, pero a lo
largo del film sabremos en detalle qué es lo que lo aqueja. Pero lo que está
claro es que Asger es un hombre acosado por una culpa, y al parecer, esta es
una oportunidad alcanzar una redención.
Durante los 85 minutos que dura el film,
la acción se sostiene con un suspenso tenso, gracias a la expresividad del
actor Jakob Cedergren y a las reacciones rápidas del policía para salvar a Iben
y a sus hijos de un marido violento. La voz desesperada de Jessica Dinnage funciona
como una suerte de propia conciencia. El rostro de Asger, su oreja, su voz
acompañan el drama, situado en ese espacio cerrado, claustrofóbico, silencioso,
simbólico de su propia subjetividad. La cual puede tender trampas, tanto a Asger
como al espectador, que va construyendo el fuera de campo con su imaginación.
No hay detalles superfluos, la información es escasa al principio, demasiada al
final, admonitoria, y muestra que a veces las apariencias engañan, y no resulta
fácil discriminar entre culpa e inocencia.
La culpa (en el
original, El culpable), es la opera prima del sueco Gustav Möller, quien
demuestra poseer una excelente mano para el thriller. Tiene un antecedente
cercano: Locke, del inglés Steven Knight, que transcurre íntegramente
dentro de un coche mientras el personaje regresa a casa, y tiene sucesivas
conversaciones telefónicas que alteran su vida. Si en aquella el hombre está
tomado de lejos fuera del auto, Möller prefiere el primer plano, el encierro
desde adentro, los cuartos cerrados, los reencuadres limitantes. Y Cedergren se
echa toda la acción al hombro, su rostro transformándose, transpirando, a
medida que lo afectan los giros de la peripecia.
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