25 de abril de 2019

Todos culpables


La culpa (Den skyldige)
Dirección: Gustav Möller
Guión: Gustav Möller y Emil Nygaard Albertsen
Dinamarca/2018

Josefina Sartora


Verdadero tour de force, película con un personaje, unidad de tiempo y lugar. Un solo protagonista en foco, porque salvo tres excepcionales compañeros de trabajo con quienes apenas dialoga, el resto son voces en el teléfono de esa central de emergencias de la policía. La película transcurre en el rostro del policía Asger Holm casi siempre en primer plano, mientras dialoga con quienes llaman en casos de desesperación. Hasta que aparecen las señales de un secuestro: un marido se ha llevado a su ex mujer de su casa, abandonando tras de sí sus hijos muy menores, solos. Comienza entonces una carrera contra el tiempo, una búsqueda por las carreteras de Dinamarca, junto a sus colegas de patrulla.

Asger es un hombre torturado, ha sido desplazado de la calle a ese puesto oscuro de oficina, y al día siguiente habrá una indagatoria sobre su proceder. Hubiera sido suficiente con eso, pero a lo largo del film sabremos en detalle qué es lo que lo aqueja. Pero lo que está claro es que Asger es un hombre acosado por una culpa, y al parecer, esta es una oportunidad alcanzar una redención.

Durante los 85 minutos que dura el film, la acción se sostiene con un suspenso tenso, gracias a la expresividad del actor Jakob Cedergren y a las reacciones rápidas del policía para salvar a Iben y a sus hijos de un marido violento. La voz desesperada de Jessica Dinnage funciona como una suerte de propia conciencia. El rostro de Asger, su oreja, su voz acompañan el drama, situado en ese espacio cerrado, claustrofóbico, silencioso, simbólico de su propia subjetividad. La cual puede tender trampas, tanto a Asger como al espectador, que va construyendo el fuera de campo con su imaginación. No hay detalles superfluos, la información es escasa al principio, demasiada al final, admonitoria, y muestra que a veces las apariencias engañan, y no resulta fácil discriminar entre culpa e inocencia.


La culpa (en el original, El culpable), es la opera prima del sueco Gustav Möller, quien demuestra poseer una excelente mano para el thriller. Tiene un antecedente cercano: Locke, del inglés Steven Knight, que transcurre íntegramente dentro de un coche mientras el personaje regresa a casa, y tiene sucesivas conversaciones telefónicas que alteran su vida. Si en aquella el hombre está tomado de lejos fuera del auto, Möller prefiere el primer plano, el encierro desde adentro, los cuartos cerrados, los reencuadres limitantes. Y Cedergren se echa toda la acción al hombro, su rostro transformándose, transpirando, a medida que lo afectan los giros de la peripecia.

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