Esa mujer (Ash is the Purest White – Jiang hu er nü)
Guión y dirección: Jia Zhang-ke
China-Francia-Japón/2018
Josefina Sartora
Jia Zhang-ke ya ha devenido el cineasta
de la evolución de la China contemporánea. Nadie como él sabe mostrar los
cambios vertiginosos de ese país que en pocos años pasó del ostracismo y la
tradición a convertirse en un líder del mundo contemporáneo. El tiempo es uno
de los temas clave de la filmografía de Jia; el tiempo en el cual se
desarrollan las historias de transformación, de evolución personal y colectiva.
Jia reitera en este film un método ya utilizado para contar sus historias: las
hace atravesar varias décadas, desde 2001 hasta la actualidad, ambientando cada
acto en un momento diferente. Y valiéndose de una historia singular, vemos el
trasfondo del país.
En el comienzo, su protagonista Qiao (Tao
Zhao, su mujer y actriz fetiche desde Platform de 2000, película con la
cual lo conocimos aquí) es la novia de un gangster de segunda categoría, quien
lidera una hermandad del jianghu,
suerte de mafia china, y ambos poseen un local de juego de mahong en una ciudad
de la norteña provincia de Shianxi, patria de Jia. Pero los más jóvenes están
alterando los bajos mundos: en una emboscada, la pareja es atacada por una
banda, y ante la violencia que ejercen sobre su novio Bin, Quiao dispara dos
tiros al aire. Portar un arma ilegalmente le costará cinco años de cárcel.
Cuando sale, nada es igual. Su mundo ha cambiado, los códigos de honor se han
perdido, su lealtad no es recíproca: Bin tiene nueva novia y no quiere saber
nada de ella. En este segundo acto, Qiao despliega toda su astucia para salir
adelante, para lograr su sustento y para continuar viviendo. Y entonces Jia y
Tao Zhao se permiten sus momentos de humor.
Nada sería igual sin la formidable
actuación de Tao Zhao. Su protagonista parece portar una máscara, no se permite reaccionar ni expresar sus
sentimientos o emociones ante el infortunio. También la cámara guarda
distancia, sin recurrir al plano-contraplano. El film de Jia respira, la
narración avanza pausadamente, tomándose todo el tiempo necesario para dar el
tono ajustado de cada escena, desarrollada sin prisas, sin arrebatos, siempre
con un fondo de melancolía.
La saga de Jia no sigue el patrón de los
films de gangsters. En el tercer acto, después de varios años, Qiao y Bin se
reencuentran. Pero no su relación no será la misma. Tras su sufrido derrotero, Qiao
ha devenido la ceniza más pura. Si bien puertas adentro ella se esfuerza para que todo vuelva a lo
mismo, no es así, y afuera los cambios son apabullantes. Un ejemplo, el tren:
el film abre con una escena casi documental a bordo de un tren, y en varias
otras aparecerán distintas clases de trenes hasta llegar al de extrema
velocidad, con estaciones híper modernas.
Hay varios motivos que hemos visto antes
en el cine de Jia: la represa de Tres Gargantas, a la cual le dedicó Naturaleza
muerta y Dong, grandes complejos habitacionales, edificios fantasmas, la
música pop, elementos del melodrama que estaban en Lejos de ella, y si bien Esa
mujer no llega al nivel de excelencia de aquellas películas, es este
otro film notable de uno de los mejores directores orientales contemporáneos.
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