2 de junio de 2020

Un mundo por venir

Years and Years
Creador: Russell T. Davies
Gran Bretaña/2019

Josefina Sartora


La serie británica Years and Years ha sido uno de los mejores programas que he visto hasta ahora durante la cuarentena. Una serie en la que se juega lo mejor de la cinematografía inglesa, y en 6 capítulos pone en escena las crisis del siglo XIX, pasadas, presentes y futuras, con una visión anticipada admirable.
La inteligencia de la serie reside en concebir un melodrama familiar con todos los ingredientes del género, ubicándolo en una realidad distópica, que comienza en 2020 y continúa durante quince años.

La familia Lyons es una familia típica, muy unida, compuesta por la abuela matriarca (Anne Reid), y sus 4 nietos: Stephen (Rory Kinnear), un asesor financiero, su mujer negra, contable, y sus dos hijas; Edith (Jessica Hynes), una activista cuya acción la ha llevado lejos de su país y su familia, por mucho tiempo; Daniel (Russell Tovey), un funcionario municipal que relocaliza inmigrantes y su esposo Nathan; y Alice (Ruth Madeley), discapacitada, madre soltera de dos niños. Otro miembro de la familia es Signor, un aparato comunicador que permite las frecuentes conferencias colectivas, donde todos los miembros se mantienen informados de lo que les sucede día a día y discuten las noticias.


Con grandes elipsis, la historia de esa familia se desarrolla a través de los años en una realidad que vive sus cambios. El país ve emerger a Vivienne Rook (Emma Thompson)una política algo ridícula, una populista tipo Brexit, incluso se parece a Trump, líder de un partido de tercer orden que a lo largo de los años va tomando mayor poder hasta llegar a Primera Ministra y establecer un gobierno totalitario que hace desaparecer a sus oponentes. A medida que pasa el tiempo, todo empeora: durante un crack financiero, Stephen pierde su casa y todo su dinero (más de un millón de libras) y con su familia pasa a vivir en casa de la abuela. Dany deja a su pareja cuando se enamora de un exiliado ucraniano que huye de la crisis en su país y es deportado posteriormente. Trump es elegido por segunda vez y lanza un misil en China, donde Edith queda afectada por la radioactividad, debiendo regresar a Inglaterra, y pasa a vivir con Alice y los niños.


La serie tiene un ritmo ágil, divertido a veces, emocional otras, con cierto cinismo, sin apabullar, sin los niveles de Black Mirror. El punto más flojo tal vez sea el perfil y trayectoria de Rook: ambigua al principio, demagógica, no comprendemos por qué Alice la admira, incluso Edith cae bajo su carisma, para después accionar contra ella. La tecnología evoluciona, y hace carne en Bethany, la hija de Stephen, quien a manera, aquí sí, de Black Mirror, desea volverse transhumana, digital, y la incorpora a su propio cuerpo, descubriendo secretos familiares y posibilitando acciones colectivas.

Enfermedad, muerte, transgénero, campos de concentración, separaciones y naufragios, penas y alegrías, nada falta en la historia de esta familia mirada con simpatía, con solidaridad e incluso con cariño. En medio de una distopía que no sólo afecta a Gran Bretaña sino a todo el mundo, donde cada país sobrelleva su propia crisis agobiante.

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