5 de noviembre de 2010

Noticias de la Viennale 5

Postales de Viena


Nuevamente tengo el privilegio de disfrutar de esta maravillosa ciudad, que me recibió en su esplendor otoñal, con dorados y rojos impactantes. Y no sólo hay abundante cine: en el museo Albertina pude ver una extraordinaria exposición de dibujos de Miguel Ángel.


En su mayoría estudios para obras importantes, se puede apreciar en ellos su maestría menos conocida y divulgada, el dominio de la línea, las luces y las sombras. Estudios de anatomía de brazos, piernas, hombros y codos, trabajos sobre paños, bocetos de obras perdidas, muchos otros dibujos preparatorios de los frescos de la Capilla Sixtina, y para los grupos escultóricos de las tumbas de los Medici, todo un conjunto pocas veces reunido para mayor gloria del maestro. Con la música no me ha ido tan bien: la temporada altísima empieza días después de la Viennale, y ya no había entradas para L'elisir d'amore.

Pero siempre hay tiempo para tomar un café en alguno de los tradicionales vieneses, que siguen siempre iguales, con sus sillones confortables, los diarios, sus habitués silenciosos, señoras comiendo tortas exquisitas. Les escapo al Mozart y al Sacher, frente a la Opera y al Albertina, siempre llenos de turistas, y prefiero el Grienstedl, el Central, el Landtmann, el Sperl o el más bohemio Hawelka, o incluso el popular Prückerl, casi frente a las oficinas de la Viennale. Y en todos ellos el café no cuesta más que en algunos cafés pretenciosos de Buenos Aires.

Como no había podido escuchar música clásica, pensé que iba a resarcirme con la presentación de Lou Reed en la Viennale. Reed estuvo en la proyección de su primera película, el documental Red Shirley, una entrevista de media hora a su prima, previa a su centésimo cumpleaños. Con tomas en blanco y negro y color, música del Metal Machine Trio, la actual agrupación de Lou Reed, y antiguas fotografías, reconstruye el itinerario de esa mujer muy inteligente, que al salir de la adolescencia vino a América desde Polonia. Con una vida activa y combativa, perdió su familia en la Shoah, trabajó 45 años tras una máquina de coser y participó en las luchas sindicales en Nueva York, de allí su apodo. Film destinado a recorrer festivales, sobre todo por la atrayente presencia del director.

Después de la proyección del film Hans Hurch dirigió una entrevista a un Reed displicente, casi monosilábico y con un agudo sentido del humor, pero al final de la misma me quedé con un sabor a poco: prefiero que Reed sigan dándonos música y no cine.



Los premios

La Viennale premia nuevos films austríacos, y este año les tocó a Rammbock, de Marvin Kren y al documental Kick Off, de Hüseyin Tabak, películas que no pude ver porque se proyectaban sin subtítulos en inglés.

El premio de Fipresci, también para nuevos realizadores, fue para el film rumano Periferic, de Bogdan George Apetri. Personalmente, me pareció un ejercicio de guión, un film en el que, si bien correctamente filmado, todo podía preverse: el conjunto desde el principio, y cada situación en particular.

Matilda, la protagonista de Periferic, obtiene un permiso para salir de la cárcel por un día, para asistir al entierro de su madre. Pero no piensa volver para cumplir los tres años de condena que le restan: cobrará un dinero que le deben por callarse la boca y huirá del país. Estructurada en varios episodios, en cada uno de los cuales encuentra a uno de sus hombres, sin posibilidad de ayuda –hermano, ex pareja, hijo- se irá desarrollando ese día de libertad y proyectos. La actriz Ana Ularu es lo mejor del film, pues sostiene con expresiva austeridad su lucha tenaz por salir de una situación desesperante y tan asfixiante como el día que le toca vivir. Pero incluso el final, sumamente duro, era previsible.

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