9 de noviembre de 2010

Noticias de la Viennale 6 y anticipos de Mar del Plata



En el recorrido que están realizando por el circuito de festivales, se proyectaron en Viena varias películas que también estarán en Mar del Plata. Pude ver las dos excelentes de Hong Sang-soo, ambas de este año: Ha Ha Ha y Oki´s Movie. Creo que Hong es el realizador coreano con la obra más interesante en los últimos años, en la cual aborda siempre los mismos temas y motivos: el suyo es un cine de bifurcaciones, cada película tiene dos o más aspectos, o cuenta más de una historia, como el caso de Ha Ha Ha que desarrolla la peripecia de tres protagonistas que circulan por los mismos lugares sin encontrarse.

El otro impecable, Oki´s Movie, está estructurado en cuatro partes o cuatro cortos, todos con los mismos personajes que forman un triángulo, en distintos momentos de su relación, y que no siguen un orden cronológico. Es casi perfecto el último corto, en que Oki pasa al primer plano y cuenta dos paseos que hace al mismo lugar con los dos hombres diferentes. En el relato, Hong lleva al extremo su obsesión por la diferencia y repetición, que plantea en todos sus films. Hong da tarea al espectador, que debe armar las piezas de sus películas, ir y venir en el tiempo, recorrer los entramados entre los personajes. Estos siempre están relacionados con el cine de una u otra manera: son directores, guionistas, estudiantes o profesores de cine, y Hong no vacila en burlarse un poco de todos ellos. Encuentros frustrados, desencuentros, mucho alcohol, relaciones sexuales ocasionales abundan en sus films, que evocan las relaciones frustradas de Antoine Doinel en las películas de Truffaut y los sumamente dialogados encuentros en el cine de Rohmer. Pero en estos dos últimos films vistos en Viena creo que Hong trata esas relaciones con mayor ternura, con solidaria simpatía, como si ahora sí, el encuentro fuera posible.




También de Corea viene el hermoso film de Lee Chang-dong, Poetry, a la altura de sus anteriores Oasis o Peppermint Candy. Otro melodrama, desde el punto de vista de una mujer que, después de los sesenta, decide que quiere escribir poesía. Algo excéntrica, la señora se encarga con dificultad de criar a su nieto, involucrado en un grave hecho de violencia. La mujer enfrenta objeciones de conciencia, mientras la sociedad parece aceptar el hecho naturalmente. Aunque su salud está deteriorándose, ella vive con gran vitalidad, cuida de un anciano y trata de aportar a su vida otra sensibilidad. Es clave que cuando ella empieza a olvidar las palabras, quiera dedicarse a la poesía. El aspecto relacionado con la actividad literaria es quizás el menos logrado o el más ingenuo de este film complejo, que plantea temas como el lenguaje y la incomunicación, el dolor y la culpa, el deber y la reconciliación. Y las diferencias entre las conductas femenina y la masculina. Un personaje hermoso y muy emocionante, en la impecable actuación de la veterana actriz Yun Jung-hee.

Muy insólito y desopilante me pareció el ganador en Locarno Winter Vacation, film chino realizado por Li Hongqi con un humor despojado, seco y duro como el acero. Estructurado en diversos episodios o viñetas –en las que sucede básicamente muy poco-, me recordó el cine de Roy Andersson, sobre todo Songs From the Second Floor, por su manera adusta y despojada de mostrar por la vía del absurdo la vacuidad del mundo y la vida en nuestras sociedades. O el de Aki Kaurismäki, aunque éste es más amable y disfrutable.
En una ciudad innominada, fea y desangelada, un grupo de chicos pasan sus vacaciones de invierno haciendo nada, matando el aburrimiento. Se suceden situaciones entre ellos, en las que se burlan unos de otros. Lo mejor de esta sátira es el chiquito de la imagen, sus escenas minimalistas con su abuelo y sus diálogos con una nena: él quiere escapar del mundo de los adultos, lo que desea del futuro es ser un huérfano. Imágenes fijas y despojadas de cualquier artificio, unos disparos nunca explicados como sonido de fondo, un minimalismo extremo y una absoluta desesperanza en el sistema social producen la total incomodidad del espectador.

Mucho más cercano en el espacio, Octubre proviene de Perú, y está dirigido por dos hermanos: Daniel y Diego Vega. Su protagonista es un prestamista solitario, suerte de samurai monetario que sólo se relaciona con prostitutas, una de las cuales le deja un día una beba, que podría ser su hija. El hombre ve sacudirse su vida rutinaria, y contrata una mujer devota del Señor de los Milagros para que cuide de la niña, mientras él trata de deshacerse de ella. También el destino le ha traído un billete falso, y ambos, niña y billete, no lo dejan vivir en paz. Cine seco, con una cámara fija y obcecada, que muestra una sociedad dura y cerrada. Lo que pudo ser un melodrama urbano está tratado como una comedia negra con toques de humor denso, sórdido, implacable.

Terminó la Viennale, este festival extraordinario, quedaron varias películas sin revisar –una rica sección de documentales, el foco Denis Côté-, pero agradezco la posibilidad de haber estado en un evento que cuida a tal punto, hasta en su mínimo detalle, una programación impecable y una hospitalidad ejemplar.

Josefina Sartora

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