1 de septiembre de 2011

Todo el glamour ya está en Vencia



Se sabe: Cannes. Berlín y Venecia son los mega festivales de mayor glamour, los que atraen a todo el mundo del espectáculo, y mueven millones. Fundado por Benito Mussolini para mayor gloria del cine italiano, el Festival de Venecia –la Mostra- el más antiguo del mundo, cumple su 68ª temporada. Con sede en el Lido, todas las actividades tienen lugar en la isla, y durante estos 11 días es casi imposible salir de ella para ir a la Venecia de verdad. Alguien dijo que esto es como Alcatraz, y tiene razón. Las actividades comienzan a las nueve de la mañana y terminan a medianoche, para luego seguirla –quien todavía tenga resto- en actividades sociales. Desde que la dirección recayó en Marco Müller hace ocho años, el Festival ha recuperado el brillo de otrora, que había ido perdiéndose. Aunque ahora debe competir con Toronto, que comienza durante la realización de Venecia, y cuyo importante Mercado atrae a muchos asistentes a Venecia, que la abandonan antes de su finalización para ir a ver el más completo panorama del cine más importante del año. Otra noticia poco alentadora para el Festival es el rumor de que Müller podría ser convocado para dirigir el nuevo Festival de Roma –que quiere robarle importancia a los de Venecia y Torino-, pero hasta ahora se trata tan sólo de rumores.

Siguiendo la estética fascista, los edificios donde transcurre el festival son majestuosos, restaurados, con salones de trabajo imponentes, salas inmensas, totalmente atiborradas de público. Somos miles de acreditados, mayormente italianos y del resto del mundo.

La 68ª Mostra abrió con el último film de George Clooney, The Idus of March, en  la Competencia Oficial. Si bien Clooney siempre ha realizado un cine político, éste lo es literalmente, ya que trata sobre un tema caro al cine yanqui: las primarias del partido demócrata. El protagonista (el ascendente Ryan Goslin) es el segundo en la campaña electoral del gobernador de Ohio (Clooney) para la candidatura a la presidencia. Lo que sucede en el bunker de los políticos revela el grado de cinismo, hipocresía y corrupción que supone el ascenso al poder. Lo cual no constituye ninguna novedad ni ofrece atisbos de originalidad. En general, la crítica presente alabó el film tal vez apoyada en una buena narración con toques de thriller y sus buenas intenciones –lo habitual en Clooney- sin mencionar las obviedades que propone. Más cercano al telefilm, sin espacio para el silencio o la imaginación, sin duda constituirá un buen producto comercial en la próxima temporada –que Clooney vino a publicitar con casi todo su elenco –Philip Seymour Hoffman, Paul Giamatti, Marisa Tomei y otra nueva estrella: Evan Rachel Wood.

La presencia argentina es importante, con varias películas en primera exhibición mundial. El film del ruso Victor Kossakovsky ¡Vivan las antípodas! –así, en castellano- es una coproducción entre Alemania, Holanda, Argentina y Chile, con apoyo del INCAA, presentada fuera de competencia. La idea del film es documentar lugares antípodas en el planeta, y encuentra unos pocos, ya que la Tierra está en sus dos terceras partes cubierta por agua. El primero –y más importante- es un rincón de Entre Ríos, donde una pareja de criollos posee un puente privado sobre un arroyo y cobra peaje a los autos destartalados que por allí se animan a cruzar. Kossakovsky logra un cuadro localista muy entrañable con esa situación y sus personajes. En contraste, Shangai en China está mostrada como el reino de la máquina, con sus millones de habitantes rodando sobre sus autopistas, sus torres gigantescas y barrios en ruinas que darán paso a la ciudad moderna. Así, sin comentarios, casi sin diálogos, va contraponiendo lugares que exponen distintas culturas, distintos panoramas, la complejidad del planeta y la fuerza de la naturaleza.   La música ilustra también esos parajes. Ya habíamos apreciado en Tishe! La capacidad del director para trabajar sobre todo con la imagen. Imagen y montaje son extraordinarios. Juega con la cámara, la gira, pone el mundo pies arriba, explota los reflejos en el agua, para acentuar la idea de antípodas. Y, como en un ritornello, los entrerrianos.

El campo, del argentino Hernán Belón, ganó el premio Work in progress en el Festival de Mar del Plata, y compite en la Semana de la Crítica, dedicada a siete óperas primas. Protagonizada por Leonardo Sbaraglia y Dolores Fonzi, es un melodrama de una pareja que al llegar a la casa de campo que han comprado ve resquebrajarse la relación que los unía. La casa como espacio ominoso dispara en la mujer sus miedos, obsesiones, histerias, intuiciones. Y ya nada podrá ser como antes. Un film modesto, algo previsible, que no llega a levantar el vuelo que prometía.

El segundo día fue el día de Madonna, que vino a presentar su W.E., sobre el romance entre el rey Eduardo VIII de Inglaterra y Wallis Simpson, que no pude ver pero que la crítica recibió fríamente, o calientemente en contra. Dos fiascos en la Competencia: el film taiwanés Warriors of the Rainbow: Seediq Bale de Wei Te-sheng es un film épico espectacular y grandilocuente sobre la rebelión de las tribus originarias de la isla cuando ésta fue dominada por los japoneses, a principios del siglo XX, carente de interés visual o narrativo. El otro, la última de Philippe Garrel, Un été brûlant, un melodrama de amores contrariados en dos parejas, siempre filmado alla nouvelle vague. Tanto los diálogos aparentemente importantes como la errada marcación de Monica Bellucci y Louis Garrel despertaron las carcajadas del público en ocasiones supuestamente dramáticas, y la proyección acabó en una silbatina general. 

Josefina Sartora


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