5 de septiembre de 2011

Venecia 2. Algunas películas en competencia

Kate Winslet está en Venecia presentando tres títulos importantes, como muestra del trabajo intenso realizado en el último año, cuando se encuentra en lo más alto de su carrera. En Competencia Oficial, Carnage es el último film de Roman Polanski –presentado aquí también por Jodie Foster- donde ambas son las mujeres de dos parejas que se encuentran para tratar un tema urticante: el hijo de unos ha golpeado al hijo de los otros, volándole dos dientes. A partir de una pieza teatral de la cotizada Yasmina Reza, Polanski construye este film donde teatro y cine se cruzan magistralmente. En general, cuesta encontrar una alquimia entre ambos géneros artísticos que funcione tan bien como en este caso: entre un preludio y un epílogo frente al Brooklyn Bridge, todo el encuentro transcurre en el departamento de la familia de “la víctima”, con admrables movimientos de cámara. Y en tiempo real, a lo largo del cual se exponen cuatro tipos humanos con sus características, sus contradicciones, sus necesidades; en síntesis: cuatro vidas que resumen la humanidad (los esposos son Christoph Waltz y John C. Reilley, respectivamente). El viejo amigo Polanski sorprende con esta obra donde el humor tiene una capital importancia, con momentos tan hilarantes, inesperados y bien logrados que provocan el aplauso espontáneo. Si por un lado está la pareja progre y civilizada, por el otro son más reservados, más conservadores pero dispuestos a contemporizar. El tiempo que pasan juntos, la tensión, el alcohol, provocarán que sus máscaras vayan cayendo y se abandone la hipocresía y la corrección social, aflorando lo más verdadero de cada uno. Carnage constituye un duelo actoral único entre cuatro actores extraordinarios, que no sólo darán que hablar, sino que seguramente les valdrán premios en los principales concursos del año.
Las otras dos obras de Winslet son la serie para la HBO Mildred Pierce –basada en la maravillosa película de Michael Curtiz– y Contagion, de Steven Soderbergh, fuera de Competencia, a la cual me referiré en otra nota.

El cine griego está haciéndose notar en los festivales. Tanto, que el próximo Festival de Mar del Plata le dedicará un Foco. Yorgos Lanthimos fue laureado en Cannes por su film Dogtooth, visto en el Bafici, que creo algo sobrevalorado. Presenta ahora Alps, otro trabajo en que intenta escapar de las recetas más convencionales que estamos viendo en Venecia en la Competencia Oficial, y que sin duda tendrá sus seguidores. Film muy áspero, como su anterior, también algo delirante -aunque en menor medida- sus protagonistas son un grupo de jóvenes que acompañan a deudos en su duelo, reemplazando a su familiares o amigos muertos, a cambio de honorarios. Con la misma concepción actoral de Dogtooth –actores que recitan, cero expresividad emocional, cero pasión- el problema más grave es su guión extremadamente confuso, ante el cual al espectador le cuesta entrar hasta promediar la película.

Había grandes expectativa por la última película de David Cronenberg, en Competencia Oficial, A Dangerous Method, que no las ha defraudado. Film de época, se centra en la relación entre Sigmund Freud, Carl Jung y su paciente, Sabine Spielrein, ilustrando los comienzos del psicoanálisis, la relación maestro discípulo –duplicada-, la del terapeuta con su paciente, la de la personalidad y su sombra, la del ánima y el ánimus -aunque estos nunca son mencionados-, la complementariedad de los opuestos. Cronenberg parece estar del lado de Freud, desnudando las debilidades de Jung. Prueba de fuego para Kiera Knightley como la histérica e inteligente Sabine.

McQueen y Fassbender durante la ovación
Otro de los hitos de la Mostra ha resultado Shame, del director inglés Steve McQueen. Michael Fassbender –quien encarna a Jung en A Dangerous Method- es aquí un patético ejecutivo de Nueva York adicto al sexo casual. Se trata de un film duro, excesivo, ya que McQueen filma obsesiones, como aquella del activista irlandés Bobby Sands en Hunger, también encarnado por Fassbender. McQueen realiza un inteligente uso de los largos planos secuencia cruzados con tomas cortas y ágiles, dotando al film de un ritmo peculiar, intenso y expresivo. Es este otro film que abre una polémica, no sólo por lo comprometido del tema y su tratamiento, lo jugado de sus escenas de sexo crudo, desesperado, sino también por las performances de Fassbender y Carey Mulligan. El cuerpo vuelve a ocupar el foco de atención, el espacio donde se vive y desarrolla visceralmente el drama de los personajes. Una larga ovación del público cerró la presentación oficial.

Muy otro es el tono de A Simple Life, de la directora china Ann Hui, film de una enorme ternura. Como en Santiago, el excelente documental de Joâo Moreira Salles, la directora retrata a una mujer que ha servido a una familia durante sesenta años, en este caso ficcionalizando una historia real. Quien se hace cargo de la mujer en su vejez es otro hombre solitario, en el polo opuesto del protagonista de Shame, miembro de esa familia, asexuado, sometido a la autoridad de su madre y exitoso productor de cine. Andy Lau encarna a quien habrá de acompañar a esa mujer en sus últimos días, alojándola en una institución geriátrica, un micromundo dentro de Hong Kong. Film emocionante, que se introduce en un mundo poco explorado por el cine, de vejez, solidaridad y amor.

El corto institucional de presentación del Festival de Venecia es un simpático homenaje a L´arroseur arrosé, de los hermanos Lumière, con música de bandoneón. Mientras los críticos estamos viendo películas durante todo el día, continúa el desfile de estrellas sobre la alfombra roja, con la presencia de Al Pacino –ya nos referiremos al premio que ha recibido y a su Wilde Salomé-, John Hurt, Monica Bellucci, Vincent Cassel, Willem Dafoe, Irène Jacob, Jessica Chastain, Mathieu Amalric, y la lista sigue.

Para cerrar este paneo por la Competencia Oficial: Poulet aux punes, de Marjane Satrapi y Vincent Paronnaud. Si la opera prima de la dupla, Persepolis, era un film de animación, en el segundo no reniegan de su origen de ilustradores para transponer su novela gráfica, ahora con actores de carne y hueso en un contexto no realista que recrea la estética de las historietas. En escenarios construidos en estudios se desarrolla un relato feérico con el protagonismo de Mathieu Amalric como Nasser Ali, cuya historia se narra. Ubicada en el Irán de los ´50, pero sin intención de localismos ni costumbrismos, conocemos un músico que, privado de su gran amor y de su música, se deja morir. Con saltos temporales, flashbacks, flashforwards y elipsis, sabremos cómo ha llegado a esa situación. Correcta, Poulet aux prunes no llega al nivel de Persepolis, una película más compleja y significativa.

También vimos Dark Horse de Solondz, Himizu de Sion Sono y Terraferma de Crialese, que estarán en la próxima entrega.

Josefina Sartora

No hay comentarios:

Publicar un comentario