País de fuerte raigambre cristiana, también se vio sacudido por interminables luchas internas entre católicos y protestantes, en guerras fanáticas que se cobraron miles de vidas. En el siglo XIX Irlanda sufrió terribles hambrunas, lo cual motivó una fuerte emigración hacia América. Estados Unidos recibió una inmensa inmigración irlandesa, que se estableció sobre todo en el Este, y la cultura yanqui heredó buena parte de la tradición irlandesa. 16 de los 40 presidentes de Estados Unidos tienen origen irlandés. Argentina también recibió una corriente inmigratoria desde Irlanda, que se refleja hoy en familias de apellidos como Cullen, Walsh, Ross, O´Keefe, French, Murray, Byrne, Griffin, Kavanagh y otros.
Los irlandeses son un pueblo afable, receptivo con el extranjero y amable en el trato, con el sentimiento a flor de piel. Parecidos pero diferentes de sus vecinos los ingleses, con quienes tienen una larga tradición de rechazo.
La cultura irlandesa es popular y fértil. Su música también impregnó la música tradicional de los Estados Unidos, cuyas danzas vaqueras provienen del folklore irlandés, y su country music debe mucho a las baladas populares irlandesas.
El legado artístico más notable de Irlanda es su literatura. Si bien James Joyce trasciende como el más importante escritor irlandés, la lista de importantes escritores es larga: desde Jonathan Swift, Bram Stoker y sobre todo Oscar Wilde, pero también Samuel Beckett, George Bernard Shaw y recientemente, Seamus Heaney y John Banville, varios con un premio Nobel en su haber.
El cine no sólo ha dado varios directores interesantes, sino que hay muchos films que reflejan la realidad irlandesa, incluso algunos dirigidos por extranjeros, como El hombre quieto, filmado por el yanqui John Ford en 1951, una bella pintura de la tierra y pueblo de sus ancestros. El irlandés Neil Jordan trazó en El precio de la libertad la biografía del héroe nacional Michael Collins -interpretado por el irlandés del Norte Liam Neeson-, fundador del IRA y firmante del tratado de la independencia en 1921. Y a través del hombre, conocemos la historia de ese período turbulento. Otro director importante es Jim Sheridan, quien se consagró con películas como Mi pie izquierdo, En el nombre del padre y El boxeador, todas con el irlandés Daniel Day-Lewis en el rol principal, en las que entre otros temas se ocupa de las actividades del IRA y la convulsionada vida política de su país. La historia del activista del IRA Bobby Sands, quien murió por una huelga de hambre en prisión también ha sido contada en varias películas. Mas rica es la lista de actores y actrices irlandeses que filmaron allí, en Inglaterra y Estados Unidos: Fionnula Flanagan, Stephen Rea, Jonathan Rhys-Meyers, Colin Farrell, Maureen O´Hara, Fiona Shaw.
Revisando hace poco Bajo el signo de Capricornio, de Alfred Hitchcock, encontré una imagen del emigrado irlandés en Australia y otros destinos: convictos que eran llevados allí para poblar el país, nobles pobres que iban a hacer fortuna, gente que huía de un pasado doloroso.
Llegué a Dublin un domingo por la tarde, después de un rápido recorrido por el sur y por Connemara, la agreste región del oeste, donde John Ford filmó El hombre quieto. Acababa el partido de fútbol que definió al equipo de Dublin como ganador del campeonato, en su última fecha, por un punto. Hacía muchos años que los dublineses no eran campeones. Las calles hervían de gente caminando, en tupidas y ordenadas filas que bajaban desde el estadio al centro, con un destino común: el pub. La institución más arraigada y concurrida de Irlanda, los pubs desbordaron esa tarde de multitudes que después de un rato y varias cervezas cantaban, bailaban adentro y en las calles festejando el triunfo. El pub, lugar de encuentro, foro de discusión en cada pueblo, donde los barriles de cerveza no parecen tener fondo, igual que en Buenos Aires.
Texto y fotos: Josefina Sartora
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