29 de marzo de 2012

No es cuestión de suerte


La suerte en tus manos
Dirección: Daniel Burman
Guión: Daniel Burman y Sergio Dubkovsky
Argentina/2012



Thierry Frémaux, director del Festival de Cannes, ha dicho que los cineastas argentinos se han suicidado. Siendo ese un juicio extremo y provocador, creo que hay que tenerlo en cuenta y reflexionar seriamente. Excepto algunos documentales nada pretenciosos pero ajustado, correctos, como Novias, madrinas, 15 años, o Yatasto, y unos muy pocos films excelentes, como El estudiante, Las acacias, De caravana o Los Marziano, muchos estrenos argentinos recientes han sido totalmente decepcionantes. Dormir al sol, Vaquero, Las piedras, El gato desaparece, Juntos para siempre, Mi primera boda, El campo, Verano maldito, por nombrar sólo algunas, no estuvieron a la altura de las realizaciones previas de sus directores, o defraudaron, en el caso de operas primas. Pocas películas argentinas son aceptadas por los festivales internacionales, lo cual significa que se está perdiendo un lugar que ya parecía propio. ¿Moda? ¿Políticas contraproducentes del INCAA?

Hay mucha expectativa con el próximo Bafici, que siempre constituye la ventana del cine argentino, para conocer lo más nuevo. Pero lo cierto es que parecen haberse acabado las ideas y propuestas novedosas, diferentes, arriesgadas, que dominaron las realizaciones de los últimos 15 años.

Con esta introducción algo lamentosa no quiero decir que la última película de Daniel Burman sea un desastre. No. Pero desde Dos hermanos, Burman ha dejado de proponer ideas propias para adoptar fórmulas de aprobación masiva. Con La suerte en tus manos Burman busca la risa fácil, la sonrisa complaciente, la identificación del espectador, acercándose a las propuestas de Campanella, que han probado tener el éxito comercial asegurado. También está cerca de las comedias del último Hollywood, con los clichés propios de las historias de reencuentro.

Un hombre divorciado, padre de dos hijos, con un trabajo fácil en la financiera que ha heredado de su padre, cuya pasión son los telos (hoteles para encuentros ocasionales) y el poker, reencuentra ex novia de la lejana juventud, soltera que sale de un noviazgo frustrado. Mentira va, mentira viene, vuelven a seducirse mutuamente. En paralelo, un homenaje a la trova rosarina, con las presencias de Juan Carlos Baglietto, Silvina Garré y Cia., con algún número musical como para que el público salga del cine cantando Se fuerza la máquina.

El cast es todo un tema: Valeria Bertuccelli tiene todos los permisos para poner en escena el personaje que mejor sabe hacer, y que ya le hemos visto en Viudas, Hermanas y otros títulos con referencias parentales. El músico uruguayo Jorge Drexler, con quien Burman se empecinó para que actuara en cine por primera vez (Burman prefiere uruguayos para sus protagónicos), no sale mal de esta prueba, con el personaje que ofrece más matices En cambio ni Norma Aleandro ni Luis Brandoni tienen performances relevantes, apenas muy opacos secundarios.

Fiel a su temática, Burman se las ingenia para introducir la problemática de la paternidad, presente en casi todos sus films, ya que el protagonista atraviesa una vasectomía el mismo día en que reencuentra su viejo amor. Y los vínculos entre la comunidad judía tampoco podían estar ausentes. Pero ningunos de los muchos temas propuestos -ninguno tratado en profundidad- logra subir el film.
Nadie niega que Burman y su socio Sergio Ducovsky sean inteligentes narradores. Hoy lanzan una comedia con los ingredientes pochocleros como para que la gente acuda a los shoppings y al verla crea que la vida es linda y no hay nada que cuestionar.

Cinematográficamente, significa un enorme retroceso.

Josefina Sartora

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