29 de marzo de 2012


Un método peligroso (A Dangerous Method)
Dirección: David Cronenberg
Gran Bretaña-Alemania-Canadá-Suiza /2011


Presentada en la Competencia del último Festival de Venecia, la última película de David Cronenberg ha cosechado elogios en casi toda la crítica internacional. Film de época, se centra en la relación entre Sigmund Freud, Carl Jung y su paciente, Sabine Spielrein, quien gracias al psicoanálisis evoluciona desde una histeria inicial hasta devenir una brillante médica psicoanalista. Si bien ilustra los comienzos del psiconálisis, el film no profundiza en esta disciplina sino en la evolución del vínculo entre maestro y discípulo, duplicada en la del terapeuta y paciente, de la personalidad y su sombra, la del ánima y el ánimus -aunque estos nunca son mencionados-, y la complementariedad de los opuestos. En la lucha de rivalidades entre Jung y Freud, aunque se resista a tomar partido Cronenberg parece estar del lado del último, ya que en todo el film subyace la potencia del deseo sexual, reprimido o satisfecho.

Basada en una obra teatral de Christopher Hampton, quien a su vez partió del libro de John Kerr -quien se documentó en la correspondencia entre Freud y Jung-, buena parte del film desarrolla las conversaciones entre dos hombres que marcaron el siglo. El elenco es brillante: Viggo Morgensten encarna un Freud que parece haber estudiado en sus gestos y manías, como la del cigarro permanente, mientras que Michael Fassbender pone toda su sensualidad y elegancia en su caracterización de Jung, víctima de sus represiones y debilidades.

Cronenberg siempre ha estado interesado en las turbulencias de la mente, en los mecanismos de la psique: basta recordar Videodrome, Pacto de amor o Almuerzo desnudo, y ahora pone en escena la discusión verbal sobre esos temas que ha mostrado antes estéticamente. El film es notablemente rico en ideas, y sin embargo, quienes estén interesados en las teorías de ambos popes sentirán que se queda corto. Poco se dice de  los aportes de Jung a la psicoterapia. El acento está en esa relación triangular, en el drama que atraviesa cada uno de los tres personajes. Prueba de fuego para Keira Knightley como la histérica y muy inteligente Sabine, algo sobreactuada al principio, plena de matices a medida que avanza la historia.

En una sociedad reprimida como la europea de principios del siglo XX, la teoría de la pulsión sexual dominando la conducta humana escandalizó a todos, incluso a Jung, quien llevaba a cabo en la experiencia los métodos terapéuticos de Freud. Frente a la moderación de Jung, quien considera necesaria cierta represión para el buen funcionamiento de la sociedad, la desmesura de Otto Gross, su colega-paciente quien se expresa a favor de satisfacer todo deseo sexual, y en contra de la monogamia. Gross (excelente Vincent Cassel) y funciona como la sombra del terapeuta, instándolo a todo lo prohibido.


No sabemos cuál fue la verdadera causa que desató el enojo final de Freud con su discípulo: si la tensión permanente entre maestro/padre y discípulo/hijo, o el que hubiera transgredido una ley terapéutica: la de no involucrarse afectiva ni sexualmente con su paciente, o el apartarse Jung de la senda trazada, en busca de explicaciones más espirituales o esotéricas –nunca desarrolladas en el film- que las exclusivamente sexuales, o la intromisión de Sabine en ese vínculo, o la envidia de Freud por la fortuna de la que disponía Jung, casado con una mujer extremadamente rica, aunque torturada.

Fotografiado por Peter Suchitszky, el film es tan exquisito que hasta a escena sado-masoquista entre Jung y Spielrein frente al espejo resulta elegante. El mismo Cronenberg parece haberse moderado y calmado sus brutales oscuras pasiones, que aquí se echan de menos.

Josefina Sartora

No hay comentarios:

Publicar un comentario