28 de junio de 2012

La commedia è finita!


A Roma con amor (To Rome With Love)

Dirección y guión: Woody Allen

Estados Unidos-Italia-España/2012


Peligro: cuando frente a los consabidos títulos en blanco sobre negro de toda película de Woody Allen oímos a Domenico Modugno cantar Volare, en lugar de las melodías de Cole Porter, algo ya hace ruido en este nuevo estreno anual. Woody continúa su periplo por las ciudades europeas; después de Londres, Barcelona, Oviedo y Paris, nos lleva de paseo turístico por Roma. Pero, después de las geniales ocurrencias de Medianoche en Paris, parece que se le acabaron las ideas. No queda ni una. O todas equivocadas. Para compensar la falta, eligió la peor solución: un combo de varias historias, ninguna interesante ni original, y de un infantilismo que asusta, que dan trabajo a los actores que obliga la producción internacional.

Del lado americano, un arquitecto exitoso (Alec Baldwin) regresa alas calles del Trastevere en busca de lugares donde vivió en su juventud. O en busca de su juventud, revivida en Jesse Eisenberg y otros dos jóvenes en una historia triangular que lleva todos los clichés reciclados de la marca registrada WA. Nunca sabemos si él es testigo fantasma de esa historia actual, o no hace más que revivir experiencias. Una peripecia previsible, que él va anunciando en cada paso.

Por el lado italiano, nada peor que convocar al insoportable Roberto Benigni para interpretar al burgués pequeño pequeño que vive sus quince minutos de fama y de paso burlarse con torpeza de los medios y los paparazzi.


Y desde España llega una vital Penélope Cruz (¿Penélope Cruz???) en una historia lamentable como la prostituta que altera la visita a la Ciudad santa de una pareja de jóvenes italianos católicos, robada de El jeque blanco de Fellini. O se trata de un homenaje, de acuerdo.

Cuando vio el guión, Woody no se resignó: no podían estar ausentes la comida y la ópera italianas, ni él mismo. El otro combo los incluye a todos, y ni siquiera una Judy Davis desaprovechada puede salvar el episodio. No sabemos cuál ridículo nos da mayor vergüenza ajena: si Benigni desesperado por la fama o el tenor Fabio Armiliato cantando bajo la ducha. Para no hablar de la misoginia que exuda cada historia de infidelidades.

¿Cuáles serán las razones por la que Woody Allen, a los 76 años, se vea obligado a filmar una película por año? Quizás porque él vincula el retiro con la muerte…Tal vez por sus compromisos con sus ya habituales productores españoles, o la oferta del ufficio turismo de la zona romana del Lazio haya sido muy tentadora. Pero ni siquiera Roma –en un mapa del lugar común- está bien fotografiada, como sí lo estuvo París. ¿Y ese gendarme que inicia el relato? Un bochorno.

Del homenaje devenido caricatura. Woody debería volver a Nueva York, o tomarse varios años sabáticos.

Josefina Sartora

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