2 de agosto de 2012

Pochoclos, XL


El caballero de la noche asciende (The Dark Knight Rises)
Dirección: Christopher Nolan
Estados Unidos-Reino Unido/2012


Desde muy chica, fui lectora voraz. De historietas primero, libros de aventuras después. Uno de mis personajes favoritos era Batman. Por su afán de justicia, por su amor al secreto, por ser un personaje nocturno, oscuro, misterioso. Superman era demasiado luminoso para mí, inverosímil con sus superpoderes, en cambio Batman superaba sus propias limitaciones como humano. Y además estaba Robin, en esa relación tan sugerente. Por eso, no me pierdo las películas con las que Hollywood insiste en recrear su imagen, más acorde a nuestros tiempos que la de Superman.

Tercera versión de Nolan, la crítica la elogia y afirma que cierra una trilogía. No lo creo así, Hollywood siempre se resiste a dejar pasar un producto que sigue vendiendo. Y por cierto que vende. La paranoia de los Estados Unidos siempre ha sido tema atractivo de las películas y público de Hollywood, y esta tercera de Nolan la utiliza con fervor. El director ha asegurado que su film no es político, pero entonces la política ¿dónde está?

Alejado de la sociedad, y de su tarea como Batman, Bruce Wayne (nuevamente Christian Bale, mejor como Wayne que como su alter ego) sólo decide volver a la acción cuando su ciudad, Gotham -para nosotros Ciudad Gótica-, se ve amenazada. Film de ideología fascista, pretende ser una crítica social, pero su teoría consiste en que el pueblo no puede funcionar sin orden ni control policial ¡y sobre todo del SWAT, el grupo antiterrorista! Cuando la ciudad cae en poder de la anarquía –fácilmente traducible a la actualidad por un gobierno de los Indignados, o de aquellos que intentaron tomar Wall Street-, con la policía inactiva, la sociedad debe atravesar la acción de tribunales populares que recuerdan aquellos de la Revolución Francesa en la época del terror. Un dato más: la peor prisión imaginable, de donde proviene el Mal, está en Medio Oriente, confirmando los temores todo habitante de la Ciudad Gótica…


El caballero de la noche asciende se enrola en la serie de films apocalípticos que parecen florecer en los últimos tiempos. Después de la caída de las Torres, la gente de ese país ve sus peores pesadillas cumplidas en esta versión de Batman, cuando su idealizada ciudad –mezcla de varias, pero evocadora de Nueva York- es atacada y destruida sistemáticamente. El villano es un corpulento y enmascarado, digno contrincante para Batman, interpretado por Tom Hardy. Los villanos de las sucesivas Batman padecen la sombra de Heath Ledger, cuyo Guasón nunca ha sido superado, pese a todos los aditamentos faciales que sufren sus sucesores. Hay otra enmascarada, suerte de Gatúblea reciclada, graciosamente interpretada por Anne Hathaway, y una recién llegada, la ubicua Marion Cotillard como otra millonaria filantrópica. Pero también están los habituales, de las versiones anteriores: Gary Oldman como el policía probo, el tan brillante como desperdiciado Michael Caine, y Morgan Freeman, los imprescindibles colaboradores de Batman. Quien poco conserva de su cualidad de hombre murciélago: si al principio vive retirado en su castillo, después actúa cada vez más desembozadamente, como si la máscara, el traje, su segunda personalidad, el secreto, el misterio, atributos esenciales, ya no importaran.

Nolan se destaca por lo que mejor sabe hacer –filmar las escenas de acción, de persecuciones, de destrucción- y sucumbe por lo que peor le sale: con su hermano Jonathan gestó un guión deshilachado, con una vuelta de tuerca tras otra, difícil de seguir para quien no ha visto sus previas versiones, y hasta para quien las recuerde. Incluso para los amantes de la acción, sus 164 minutos de narración confusa no resultan fáciles de sobrellevar, sobre todo en la segunda hora. Para no hablar del ensordecedor sonido de la música que subraya las escenas más violentas, como si hiciera falta.
Se plantean muchos temas en esta larga, pretenciosa película: la soledad, la filantropía, las falacias del mundo de las finanzas y del capitalismo, el uso de la energía nuclear, la relatividad de buenos y malos en la historia, lo que heredan los genes… además del contenido político ya mencionado. Un combo que pretendía terminar tranquilizando las conciencias de esa sociedad, si no hubiera sido por Aurora, Colorado.

Josefina Sartora

No hay comentarios:

Publicar un comentario