El caballero de la noche asciende (The Dark Knight Rises)
Dirección: Christopher NolanEstados Unidos-Reino Unido/2012
Desde muy chica, fui lectora voraz. De historietas primero,
libros de aventuras después. Uno de mis personajes favoritos era Batman. Por su
afán de justicia, por su amor al secreto, por ser un personaje nocturno,
oscuro, misterioso. Superman era demasiado luminoso para mí, inverosímil con
sus superpoderes, en cambio Batman superaba sus propias limitaciones como
humano. Y además estaba Robin, en esa relación tan sugerente. Por eso, no me pierdo
las películas con las que Hollywood insiste en recrear su imagen, más acorde a
nuestros tiempos que la de Superman.
Tercera versión de Nolan, la crítica la elogia y afirma que
cierra una trilogía. No lo creo así, Hollywood siempre se resiste a dejar pasar
un producto que sigue vendiendo. Y por cierto que vende. La paranoia de los
Estados Unidos siempre ha sido tema atractivo de las películas y público de
Hollywood, y esta tercera de Nolan la utiliza con fervor. El director ha
asegurado que su film no es político, pero entonces la política ¿dónde está?
Alejado de la sociedad, y de su tarea como Batman, Bruce
Wayne (nuevamente Christian Bale, mejor como Wayne que como su alter ego) sólo
decide volver a la acción cuando su ciudad, Gotham -para nosotros Ciudad Gótica-,
se ve amenazada. Film de ideología fascista, pretende ser una crítica social,
pero su teoría consiste en que el pueblo no puede funcionar sin orden ni
control policial ¡y sobre todo del SWAT, el grupo antiterrorista! Cuando la
ciudad cae en poder de la anarquía –fácilmente traducible a la actualidad por
un gobierno de los Indignados, o de aquellos que intentaron tomar Wall Street-,
con la policía inactiva, la sociedad debe atravesar la acción de tribunales
populares que recuerdan aquellos de la Revolución Francesa en la época del
terror. Un dato más: la peor prisión imaginable, de donde proviene el Mal, está
en Medio Oriente, confirmando los temores todo habitante de la Ciudad Gótica…
El caballero de la noche asciende se enrola en la serie de films
apocalípticos que parecen florecer en los últimos tiempos. Después de la caída
de las Torres, la gente de ese país ve sus peores pesadillas cumplidas en esta
versión de Batman, cuando su idealizada ciudad –mezcla de varias, pero
evocadora de Nueva York- es atacada y destruida sistemáticamente. El villano es
un corpulento y enmascarado, digno contrincante para Batman, interpretado por Tom
Hardy. Los villanos de las sucesivas Batman padecen la sombra de Heath
Ledger, cuyo Guasón nunca ha sido superado, pese a todos los aditamentos
faciales que sufren sus sucesores. Hay otra enmascarada, suerte de Gatúblea
reciclada, graciosamente interpretada por Anne Hathaway, y una recién llegada,
la ubicua Marion Cotillard como otra millonaria filantrópica. Pero también
están los habituales, de las versiones anteriores: Gary Oldman como el policía
probo, el tan brillante como desperdiciado Michael Caine, y Morgan Freeman, los
imprescindibles colaboradores de Batman. Quien poco conserva de su cualidad de
hombre murciélago: si al principio vive retirado en su castillo, después actúa
cada vez más desembozadamente, como si la máscara, el traje, su segunda
personalidad, el secreto, el misterio, atributos esenciales, ya no importaran.
Nolan se destaca por lo que mejor sabe hacer –filmar las escenas de acción, de persecuciones, de destrucción- y sucumbe por lo que peor le sale: con su hermano Jonathan gestó un guión deshilachado, con una vuelta de tuerca tras otra, difícil de seguir para quien no ha visto sus previas versiones, y hasta para quien las recuerde. Incluso para los amantes de la acción, sus 164 minutos de narración confusa no resultan fáciles de sobrellevar, sobre todo en la segunda hora. Para no hablar del ensordecedor sonido de la música que subraya las escenas más violentas, como si hiciera falta.
Se plantean muchos temas en esta larga, pretenciosa
película: la soledad, la filantropía, las falacias del mundo de las finanzas y
del capitalismo, el uso de la energía nuclear, la relatividad de buenos y malos
en la historia, lo que heredan los genes… además del contenido político ya
mencionado. Un combo que pretendía terminar tranquilizando las conciencias de
esa sociedad, si no hubiera sido por Aurora, Colorado.
Josefina
Sartora
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