18 de octubre de 2012

Festival de Valdivia, 4ª nota


Viola
Dirección y guión: Matías Piñeiro
Argentina/2012

Fresca y encantadora esta nueva película de Matías Piñeiro sobre la circulación del amor, que en el Festival de Valdivia ganó con justicia el premio Especial del Jurado, equivalente a un segundo premio oficial.
 

En sólo 65 minutos, Piñeiro desarrolla una complejísima trama de relaciones entre mujeres, pleno de significaciones. Un grupo de actrices pone en escena textos cruzados de Shakespeare, en los que Bassanio –una Viola travestida de hombre- revela declaraciones de amor a Olivia. Agustina Muñoz y Elisa Carricajo entablan un verdadero juego verbal que trasciende el escenario y se repite en un ensayo: una y otra vez dicen sus líneas de Noche de reyes en un duelo verbal donde cada reiteración va generando una tensión y un  climax que refleja una atracción y seducción entre mujeres como pocas veces se ha visto en el cine. Después de este desafío actoral –en ambos sentidos, dentro y fuera de la obra de teatro-, en que ambas actrices despliegan un amplio, elocuente registro gestual, el film ejecuta un giro brusco, abandonando esa línea narrativa. La protagonista pasa a ser una Viola actual, real (María Villar en un personaje perfecto para ella), que reparte en bicicleta dvds que piratea su novio (Esteban Bigliardi). Cambio de tono, traslación de interiores a exteriores, pero la misma vitalidad, el mismo sabio ritmo, la misma fluidez narrativa. Los cruces que  se producían con los textos de Shakespeare tienen lugar ahora entre los personajes, y en la calle.


Con sólo treinta años, Piñeiro revela una notable sensibilidad para la comprensión del universo femenino, en su hasta ahora mejor film. Resulta evidente la sintonía del director con sus actrices y actores, un equipo que reitera en todas sus obras. Siempre intelectual, en esta ocasión ha dejado de lado la revisión de la historia argentina que pergeñaba en El hombre robado y Todos mienten, para abocarse a las inquietudes y diálogos cotidianos, a las desventuras y satisfacciones del amor.

El fotógrafo Fernando Lockett –uno de los mejores profesionales argentinos- logra tomas admirables de primeros planos de esas mujeres, nunca tan bellas, como cuando las actrices discuten en camarines las tribulaciones del amor, o como en ese momento casi mágico, cuando interviene Romina Paula en una escena en el interior de un coche, en otra discusión entre mujeres sobre lo verdadero y lo falso. Teatro y cine están íntimamente unidos en Viola, sin dejar de ser ésta una obra muy cinematográfica, de encuentros y desencuentros, románticos e intelectuales, de cruces shakespereanos y porteños, aleatorios y necesarios.

Josefina Sartora

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