Viola
Dirección y guión: Matías Piñeiro Argentina/2012
Fresca y encantadora esta nueva película de Matías Piñeiro
sobre la circulación del amor, que en el Festival de Valdivia ganó con justicia
el premio Especial del Jurado, equivalente a un segundo premio oficial.
En sólo 65 minutos, Piñeiro desarrolla una complejísima trama
de relaciones entre mujeres, pleno de significaciones. Un grupo de actrices
pone en escena textos cruzados de Shakespeare, en los que Bassanio –una Viola travestida
de hombre- revela declaraciones de amor a Olivia. Agustina Muñoz y Elisa
Carricajo entablan un verdadero juego verbal que trasciende el escenario y se
repite en un ensayo: una y otra vez dicen sus líneas de Noche de reyes en un duelo verbal donde cada reiteración va
generando una tensión y un climax que
refleja una atracción y seducción entre mujeres como pocas veces se ha visto en
el cine. Después de este desafío actoral –en ambos sentidos, dentro y fuera de
la obra de teatro-, en que ambas actrices despliegan un amplio, elocuente
registro gestual, el film ejecuta un giro brusco, abandonando esa línea
narrativa. La protagonista pasa a ser una Viola actual, real (María Villar en
un personaje perfecto para ella), que reparte en bicicleta dvds que piratea su
novio (Esteban Bigliardi). Cambio de tono, traslación de interiores a
exteriores, pero la misma vitalidad, el mismo sabio ritmo, la misma fluidez
narrativa. Los cruces que se producían
con los textos de Shakespeare tienen lugar ahora entre los personajes, y en la
calle.
Con sólo treinta años, Piñeiro revela una notable
sensibilidad para la comprensión del universo femenino, en su hasta ahora mejor
film. Resulta evidente la sintonía del director con sus actrices y actores, un
equipo que reitera en todas sus obras. Siempre intelectual, en esta ocasión ha
dejado de lado la revisión de la historia argentina que pergeñaba en El
hombre robado y Todos mienten, para abocarse a las
inquietudes y diálogos cotidianos, a las desventuras y satisfacciones del amor.
El fotógrafo Fernando Lockett –uno de los mejores
profesionales argentinos- logra tomas admirables de primeros planos de esas
mujeres, nunca tan bellas, como cuando las actrices discuten en camarines las tribulaciones
del amor, o como en ese momento casi mágico, cuando interviene Romina Paula en
una escena en el interior de un coche, en otra discusión entre mujeres sobre lo
verdadero y lo falso. Teatro y cine están íntimamente unidos en Viola,
sin dejar de ser ésta una obra muy cinematográfica, de encuentros y
desencuentros, románticos e intelectuales, de cruces shakespereanos y porteños,
aleatorios y necesarios.
Josefina Sartora
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