Matrimonio
Dirección: Carlos
M.Jaureguialzo Argentina/2013
Las historias sobre
matrimonios en crisis constituyen un subgénero en sí mismas, dentro del
melodrama. En su segundo film, Carlos Jaureguialzo penetra en la intimidad de
una pareja con más de veinte años de matrimonio corroído por la rutina, en la
que el deseo o la simple atracción ya no existen. Las primera imágenes anuncian
lo por venir: primeros planos en un dormitorio donde muchas cosas están por el
piso, una lapicera que gotea manchando la alfombra… El protagonista –rostro
serio, casi angustiado- mira a su esposa durmiente y dice, en off: Tal vez deberíamos separarnos. Penoso
comienzo, muchos trazos gruesos, y el mayor: la fotografía de James Joyce, un
guiño al Ulises. Porque el film narrará, como la novela del irlandés, un
día en la vida de los dos protagonistas. El pretendido parecido con Ulises
resulta superficial: los personajes dejan fluir su conciencia con voz en off
hasta el hartazgo, al extremo de llegar a una penosa escena de sesión terapéutica
completamente en off (sic).
Durante esa jornada,
veremos a cada uno de ellos vivir su día por separado, pisándose los talones,
pasando por los mismos puntos de la ciudad. Buenos Aires y sus entradas al
subte lucen bellamente fotografiadas por Miguel Abal. Esteban sigue su
derrotero buscando un rumbo, una señal, ideas creativas que se le niegan; Molly
trata de salir de una depresión que ya lleva demasiado tiempo reteniéndola en
su casa. Cuando logra traspasar su puerta, su viaje resulta un reflejo de la
peripecia de Esteban. De hecho, ella le reprocha haberle robado sus
pensamientos, pero parece que hay otras simbiosis entre ellos. Por supuesto,
habrá más alusiones –literales- a Joyce, pero el parecido con el escritor queda
demasiado pretencioso, no es más que un punto de partida. El desarrollo es
lento, las coincidencias demasiadas, y no parecen conducir a nada.
Una se pregunta qué llevó
a dos actores como Cecilia Roth y Darío Grandinetti a filmar este guión de poca
sustancia y menos vuelo imaginario. En todo caso, ellos con su ductilidad y
profesionalismo contribuyen a darle humanidad a esos personajes estereotipados.
Josefina Sartora
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