21 de abril de 2013

Bafici 2013. 4ª nota


Los premios y algo más


Acaba el Bafici, y conocemos los premios. Si bien acuerdo con los premios en Competencia Argentina y Vanguardia y Género, no comparto las preferencias en la Competencia Internacional. Ya sabemos, los jurados tienen sus propios criterios, y en un jurado con 5 miembros, hay 5 criterios a considerar. Este Jurado –entre quienes se encuentra Andrés Di Tella, director del primer Bafici y destacado documentalista- premió como Mejor Película a Berberian Sound Studio, del británico Peter Strickland. Una película muy original, sí, llamativa, con una banda de sonido extraordinaria, pero que me resultó hojarasca. Toby Jones es el desorientado técnico de sonido inglés que llega a un estudio de grabación en Italia contratado para ocuparse del diseño de sonido de un film del cual no sabe absolutamente nada. En realidad, sabe poco de la vida, y menos de los abusos que pueden cometerse en un estudio y con gente como quienes lo contrataron. Estará sometido a diversas humillaciones, a ser testigo del abuso que se consuma con las actrices en ese país machista, y lo que es peor, a contribuir a sonorizar un film que atenta contra sus propios principios morales. El film es un giallo con violencia, sadismo y satanismo. La elección de Strickland es ubicarse en el punto de vista del sonidista, y desarrollar todo a través de la banda sonora, de manera abstracta, en la composición de un thriller psicológico con tintes lyncheanos. Nunca vemos imágenes del film de marras, sólo su sonido, y las alucinaciones o sueños que despierta en el sonidista. Ambientada hace algunas décadas, antes del sonido digital, el film es un homenaje a aquellas mezclas de sonido analógico que utilizaban todo tipo de objetos para producir determinados sonidos, y habla también de cómo el cine se devora a sus ejecutores. Pero en mi opinión, con demasiada parafernalia y poco significativa.


El premio a la Mejor Película en Competencia argentina fue para La Paz, de Santiago Loza, muy merecido. Desde siempre soy fan suya en su actividad teatral, y con este film Loza ha vuelto a sus mejores momentos en el cine. Después de la excelente Extraño, sus films siempre me habían dejado con un con regusto a menos. Con La Paz, dije, vuelve al nivel y al clima de su opera prima. Es esta una película angustiante, sobre un muchacho con problemas de conducta: un pasado con hechos borrosos, una internación psiquiátrica, unos padres que no saben cómo ayudarlo a salir de la parálisis post hospitalaria, y un Lisandro Rodríguez -director de las obras de teatro de Loza en la actualidad- algo catatónico, crean una atmósfera pesada, agobiante. En un ambiente que poco contribuye a su recuperación, la abuela parece casi la única cuya compañía aporta cierta luz a su existencia. La  otra persona que lo acompaña es Sonia, la asistente boliviana que vive en su casa, quien no lo trata como a un enfermo discapacitado y aporta un poco de la paz que necesita. Con ecos de Martín Rejtman, Loza muestra una vez más su sensibilidad para con las situaciones extremas, el cariño y respeto que siente por todos sus personajes, su delicadeza en el tratamiento del drama. Con un estructura en capítulos con títulos –a mi juicio innecesarios-, el film tiene la virtud de presentar el problema sin maniqueísmos, ni sobreinformación. La Paz ganó también el premio de la Asociación de Cronistas Cinematográficos.

Fue sin duda éste uno de los mejores films de la Competencia Argentina, junto con Ramón Ayala, que ganó el premio del público, Leones, Premio Especial del Jurado (o Segundo Premio),–a las cuales ya nos hemos referido- y P3nd3jo5, de Raúl Perrone, premio al Mejor Director en Competencia Argentina. Es ésta una de las mejores –si no la mejor- obra de Perrone, si bien la síntesis está ausente en absoluto. Vuelve al tema de los skaters en Ituzaingó, que ya había tratado en Bonus track. Una película de dos horas y media, en blanco y negro contrastados, muda, que experimenta con los recursos visuales de cine mudo, con las distintas velocidades, y con una banda sonora excelente, concebida como una ópera. Perrone se manifiesta embelesado por esos adolescentes y jóvenes errantes, que parecen a la deriva, o en la espera eterna. Como en una pieza musical, el film tiene tres movimientos, con distintos personajes, y una coda, y revela la violencia que subyace en ese mundo de jóvenes.

Estos logros se diferencian bastante del resto del cine argentino mostrado en este Bafici. El nivel dejó bastante que desear, puede decirse que si esta es la vidriera del cine del momento, no atraviesa uno bueno. Y empalidecen más aún algunos films muy pobres, opacos, como Acá adentro de Mateo Bendesky (inmerecidamente en Competencia Internacional) o Los tentados, de Mariano Blanco en Competencia Argentina, ambos, reiteraciones sobre jóvenes machistas, que van por la vida sin una idea, sin una ambición, sin nada por lo que vivir.

El premio en la Competencia Vanguardia y género fue para el notable film español Arraianos, y Viola ganó el premio Fipresci. Habíamos elogiado a ambas en Claroscuros.

A la hora del balance, un reconocimiento a la buena idea de centrar el Festival en el Village Recoleta. Pasados los primeros días de añoranza, era un bálsamo salir al sol, caminar por el parque. Además, el trato de los empleados del Village fue excelente, amable, siempre dispuestos a recibir al público con gentileza, tan distinto del trato agresivo del Abasto, sobre todo el último año. Paula Niklison, en su primer año como productora oficial, se merece nuestro agradecimiento y las felicitaciones por su producción.

 

Algo más

Dos películas para mencionar:
En Competencia Internacional, Tanta agua, de Ana Guevara y Leticia Jorge, Uruguay-México/2013
Los realizadores uruguayos ya nos tienen acostumbrados a esas pinturas de personajes de la clase media, situaciones algo incómodas, algunas bochornosas, pero que siempre despiertan simpatía. En esta opera prima en dúo femenino, un padre divorciado se lleva a sus dos hijos de vacaciones a las termas. Llueve sin parar por varios días, surgen los obvios contratiempos, el malhumor, el aburrimiento, se hacen evidentes las carencias. Para colmo, el padre trata de paliar su ineficiencia antes esos hijos que poco conoce con autoritarismo, machismo, homofobia, todo junto. Visto en gran medida desde las vivencias de la hija preadolescente, un film algo triste, sin ambiciones pero de gran ternura.


En Selección Oficial, se presenta el film de Stephanie Argerich, Bloody Daughter, Suiza-Francia/2012.
Martha Argerich es otra artista retratada en el Bafici, en un conmovedor documental realizado por su hija. Film complejo, que muestra una familia de madre y tres hijas, con padres semi ausentes; una artista a lo largo de su carrera, con tomas de archivo desde que comenzara a tocar el piano desde niña; entrevistas de la directora a su madre artista, con preguntas tanto sobre su relación con la música como sobre su vida más privada. Y una cámara que penetra en su intimidad sin distancias, como lo hace una hija frente a su madre. En un momento, se llega al tema obligado: ¿puede una artista ser también madre? Pregunta de difícil respuesta, sobre todo cuando conocemos la historia de la hija mayor, que creció lejos de Argerich y de sus hermanas, en el capítulo más angustiante del film. Hay otros momentos de humor: sorprende verla a Argerich en uno de sus habituales ataques de pánico escénico antes de salir al escenario, o en el momento de despertarse, quejándose porque la filman en ese momento tan íntimo.
Un film sensible, respetuoso, emocionante, en el que la pianista muestra por primera vez su celosamente cuidada intimidad, y que supera al de Georges Gachot, más distanciado. Esperamos con ansias el que Gastón Solnicki filmó el pasado noviembre, en ocasión de la visita de Argerich a la Argentina.

Josefina Sartora

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