19 de junio de 2013

Historias de resistencia


Barbara
Dirección y guión: Christian Petzold
Alemania/2012

 


La imagen es elocuente: una mujer bien vestida, en bicicleta, mira por sobre su hombro con gesto serio. Teme que la sigan o vigilen; es médica, pero en la Alemania del Este, pocos años antes de la caída del muro, sólo dispone de un departamento lúgubre y una bicicleta. Ha estado en prisión por alguna resistencia al régimen, y en castigo, la han trasladado a un hospital de provincia. Allí permanece encerrada en un silencio hosco, aislada, fría y distante de sus compañeros. Su paranoia no es tal: está permanentemente vigilada, y un hostil funcionario de la Stasi cae con frecuencia a revisar su casa y su propio cuerpo. Además, su compañero de trabajo y superior (Ronald Zehrfeld), quien infructuosamente procura atravesar su cerco personal, debe elevar informes sobre ella y su actividad profesional.

Christian Petzold, quien fuera asistente de Harum Farocki –aquí coguionista-, es hoy uno de los más interesantes directores alemanes, de la llamada Escuela de Berlín.  Su familia es originaria del Este, refugiados en el Oeste, y conoce el tema de la nueva Alemania en profundidad. Ya en Seguridad interior (2000) se había dedicado al pasado político de su país a y a las huellas que dejaron las luchas internas en las nuevas generaciones. Después de Jerichov, Yella y su cuadro del tríptico Dreileben, en Barbara vuelve a la revisión del reciente pasado de Alemania. Su último opus combina thriller y melodrama. Su habitual laconismo, su estilo seco y austero parece el más apropiado –por poseer el tono exacto- para mostrar un cuadro de época donde ningún detalle carece de sentido. Ese pueblo o pequeña ciudad de provincias parece atemporal, es difícil situarlo en el tiempo, los edificios y su estética muestran las marcas del deterioro de un sistema que ya parece haber perdido vigor.



Barbara está interpretada por la bella Nina Hoss, habitual actriz de Petzold, intérprete con la amplia gama de registros que requiere la evolución de su personaje, que desgrana de manera escueta, contenida. La áspera médica bajará sus barreras ante Stella, una adolescente embarazada que se niega a trabajar en un hogar de trabajos que Barbara califica como centro de detención. La médica empatiza con su paciente, e irá más allá de lo imaginable para ayudarla a escapar de un destino siniestro. Al mismo tiempo, planea con su amante de la Alemania del Oeste zafar de su propia condición de cautiva.
 
Una vez más, Petzold –quien con esta película ganó en Berlín el Oso de Oro como mejor director- obtiene y transmite la atmósfera de pesadez, encierro y desconfianza propia de esos años. Los personajes no expresan sus emociones, y se mantienen distantes unos de otros; la imagen es a menudo tomada a través del marco de una puerta, o a través de una ventana, tras las cortinas; todos recelan de todo y de todos, incluso el viento sopla amenazante. Tampoco es aleatoria la elección de la paleta de colores: cálidos para interiores, fríos para los exteriores. Pero en ningún sentido hay negros y blancos en los films de Petzold, plenos de matices.

Es tal su economía en la información que cuesta ubicarse, construir el contexto. Economía que lleva al extremo en un final de redención que abrirá el debate.

Josefina Sartora

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