Vino
para robar
Dirección:
Ariel Winograd
Guión:
Adrián Garelik
Argentina/2013
Con Vino
para robar, el comediante Ariel Winograd incursiona en el género del
thriller con toques de comedia: ladrones simpáticos, villanos de caricatura, y
una enorme dosis de estética publicitaria.
Sebastián (un demasiado
impávido Daniel Hendler) y Natalia (la versátil Valeria Bertucelli) son dos
ladrones profesionales que tienen un cruce en el primer y mejor episodio de la
película, a partir del cual compiten, discuten y se aman. Un guión en el que
abundan los giros inesperados –y que aporta a veces confusión- los lleva a la
provincia de Mendoza, donde deberán apoderarse de una botella de colección: el
primer Malbec argentino, de mediados del siglo XIX, proveniente de unos viñedos
de Napoleón, nada menos, botella depositada en la caja de seguridad de un banco.
De allí el ingenioso juego de palabras del título; pero todo espectador amante
de los buenos vinos no podrá dejar de imaginarse en qué condiciones habrá
envejecido un vino argentino de más de un siglo de antigüedad. (Ayyy…)
El film es deudor
de mucho cine norteamericano, desde el Cary Grant de Hitchcock (citado
explícitamente) hasta los ladrones y estafadores más recientes. Pero lo es
además del glamour que suele exhibir Hollywood: paisajes espectaculares junto a
la cordillera, hoteles y oficinas de lujo; todo se acerca más al cine
vitivinícola de California que al de la más humilde Provenza francesa (también
homenajeada en una bodega familiar). Todo lo cual es decir: marketing. Winograd
prefiere esta superficialidad visual a la profundidad del argumento: es así
como sus personajes secundarios quedan en bocetos esquemáticos: el villano de
Juan Leyrado, el haker de Martín Piroyansky y el policía de Pablo Rago, todos
los cuales merecían un mayor despliegue de sus caracteres.
Con estos
ingredientes, el film logra el objetivo de entretener, sobre todo a los amantes
de los guiones con twists. Que no es
mi caso.
Josefina Sartora
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