3 de diciembre de 2013

28º Festival de Mar del Plata 2013

Una breve visita

Una premisa: este año estuve sólo 4 días en el Festival de Mar del Pata, los últimos, de manera que podré evaluar sólo algunos aspectos del mismo. No he podido ver aún las películas premiadas, proyectadas en los primeros días y no repetidas en la segunda parte del festival, con un criterio bastante cuestionable.

Empezaré por lo que más me gustó, y fue la amabilidad del Festival, mayor que en años anteriores. Eso pudo percibirse en el trato a los acreditados, en el clima distendido del Festival, entre otros detalles. En cuanto a lo cinematográfico, la programación fue excelente y una de las mejores fue la última película de Jia Zhang-ke, A Touch of Sin. Dedicado a filmar los cambios que están produciéndose en China, en esta ocasión Jia indaga en la violencia que subyace como común denominador a varias historias, tratadas de manera independiente. Personas y animales son víctimas de la fuerte expansión social y económica que vive China: la ambición desmedida, corrupción, prostitución y marginalidad parecen ser el precio que la sociedad paga por el desarrollo. Una imagen potente para historias de crueldad donde la venganza no queda a la zaga.

He tratado de ver todo lo accesible en Competencia Internacional, que presentó un buen nivel, sin grandes películas pero mejor que años anteriores, con directores jóvenes, cada una con su valor a considerar. A destacar: Club sándwich, del mexicano Fernando Eimbecke. Extra minimalista, pareciera que el director ha realizado un trabajo de extracción en vez de adición. Se trata de un film sobre la relación madre-hijo en el momento que éste vive su despertar sexual, su llegada a la adultez. Casi sin diálogos, o con comentarios banales, a fuerza de gestos y pequeños movimientos operativos se retrata ese vínculo estrecho entre ambos, roto con la aparición de una chica. La reacción de la madre (excelente María Renée Prudencio), quien intenta retener a su hijo, y la solución final son extraordinarias.

Little Feet, de Alexandre Rockwell, que tuvo su premio, era la presencia indie infaltable en todo festival. El tema de los chicos abandonados por los mayores resulta atractivo para su representación cinematográfica, y ya hemos visto muchas películas sobre el tema. En este caso, Rockwell se vale de un tratamiento algo casero –y en blanco y negro- para retratar a sus propios hijos sin padres a cargo, que se las arreglan para sobrevivir solos y salen a la ruta, en una suerte de road movie infantil, a conocer el mar. Tierna, fresca, mínima y bastante genial. 

Pese a la crisis económica y política que Grecia está atravesando, ha emergido un joven cine griego que no falta en ningún festival. The Eternal Return of Antonis Paraskevas, de Elina Psykou narra la patética historia de un presentador de televisión que después de muchos años de fama atraviesa una etapa de decadencia, y para recuperar el centro de la escena mediática planea un autosecuestro. La soledad en el aislamiento de un hotel cerrado provoca, como en El resplandor, un desequilibrio en su mundo emocional y anímico, arrastrándolo a la tragedia. Con un peculiar humor negro y auto parodia, el film no deja de evocar la situación general del país, con gestos mínimos, diálogo ausente (el protagonista casi no tiene interlocutores). Su excesivo minimalismo, su aspereza en el trato le valió retiros en masa de las salas.


Parece que lo mejor de la Competencia argentina fue Fantasmas de la ruta, lo último de José Celestino Campusano, habitué de Mar del Plata, y única película de esa sección que pude ver. Con la contundencia de siempre, Campusano sigue delineando su fresco sobre el conurbano y las bandas de motociclistas. Con el liderazgo de Vikingo, esa fraternidad ahora se dedica a rescatar a una chica caída en las redes de la trata. El director no limita sus ambiciones -tal  vez demasiadas, o demasiado desarrolladas-, en un film con muchas ramificaciones, personajes, situaciones. En verdad, se trata de una serie que Campusano abrevió para presentar en el Festival. Hubiera convenido el uso de la tijera, para conseguir mayor fuerza aún con la elección. También hay problemas con la dirección de actores, muy despareja, pero todo ello no quita méritos a este film fuera de todo parámetro convencional.

Otro film extremadamente valiente fue L´inconnu du lac, de Alain Giraudie, sobre sexo gay explícito. Realizada con una economía absoluta, la película respeta la unidad de lugar a rajatabla: un lago con playa nudista y bosques adjuntos donde los hombres van a encontrar hombres y tener sexo con toda libertad en ese espacio restringido, lejos de las limitaciones de la ciudad y la sociedad no gay. El film habla sobre el deseo, la atracción, la amistad y la libertad, pero también sobre la muerte, o las pulsiones que nos impelen hacia ella. El protagonista se siente fuertemente atraído por otro habitué que –él lo sabe- representa un verdadero peligro para el, y sin embargo, no puede contra su deseo. De una libertad asombrosa, fue un film ineludible.

En el Bafici 2012 conocí toda la filmografía del portugués Joâo Canijo, que me resultó fascinante, sobre todo por su tratamiento del mito y el melodrama. En Mar del Plata se presentó su último opus, È o amor, un curioso documental sobre una familia de pescadores que vive y trabaja cerca de Oporto. Su actriz fetiche, Anabela Moreira, entrevista a una mujer que lidera un grupo de trabajadoras del pescado, y participa de su trabajo, al tiempo que presenta un emocionante retrato de ese grupo social, esos trabajadores, con sus relaciones laborales y familiares. Con una naturalidad sorprendente, en donde ficción y realidad -una vez más- se pisan la cola, Canijo realizó un film absolutamente original.

Las revisiones
Encuentro que este año más que en otras oportunidades el Festival dedica un gran espacio a la revisión de cine de otras épocas. No sé si esto es bueno o malo, en todo caso  hay ofertas para todos los gustos, con directores excepcionales. Es cierto también que de esta manera el Festival tiene el perfil de un evento cinéfilo más que la ventana a un nuevo cine mundial. Que no lo es tanto: hay poco cine europeo, oriental, árabe o yanqui. Este año abunda el cine latinoamericano y argentino.
Hubo una sección dedicada a revisar el cine del húngaro Miklós Jancsó, ese gran cultor del plano secuencia, que da la oportunidad de ver en fílmico sus grandes películas: Los rojos y los blancos y Salmo rojo, dedicadas a las luchas populares.
También una evocación del cómico John Landis y otra de Juan Antonio Bardem, y la posibilidad de tener como invitado a Pierre Étaix justificó que volviera a exhibirse una retrospectiva de su obra que ya había sido mostrada aquí en 2010, y a la que le dedicáramos toda una nota entonces.

Bong Joon-ho con el programador Marcelo Alderete
El coreano Bong Joon-ho, jurado de la Competencia Internacional, acompañó la revisión de todas sus películas, que como me gusta muchísimo he visto todas, en ocasión de su estreno o en otros festivales: Barking Dogs Never Bite, Memorias de un asesino, la originalísima The Host y Mother.
Entre los grandes cineastas, una sección homenajea el cine de Alfred Hitchcock en su etapa inglesa primitiva, otra dedicada a Rossellini, y otra a Juan Antonio Bardem también fueron puntos elegidos por los cinéfilos.


Josefina Sartora

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