14 de febrero de 2014

Sobre la esclavitud

Doce años de esclavitud (12 Years a Slave)
Dirección: Steve McQueen
Guión: John Ridley
Estados Unidos/2013


El mayordomo (The Butler)
Dirección: Lee Daniels
Guión: Danny Strong
Estados Unidos/2013


Estrenadas casi en simultáneo, El mayordomo y 12 años de esclavitud abordan un tema en común: la esclavitud negra. Frente a ellas parece inevitable el juego de las diferencias, así como decidirse por cuál es la menos peor. Porque ambas son películas políticamente correctas, que podrían haber sido necesarias, importantes socialmente, pero cuyos resultados finales, artísticos, no están a la altura de sus intenciones.

El tema de la esclavitud ha sido abordado en varias ocasiones por Hollywood, como una carga culposa, una asignatura pendiente en la sociedad de Estados Unidos. Lo peculiar de estas dos películas es que están dirigidas por directores negros y abordan el tema desde el punto de vista de los negros esclavos en Estados Unidos. Las historias anteriores eran en general colectivas, y nunca se colocaban en el lugar de las víctimas. No es accidental que ambas hayan sido realizadas durante la primera presidencia de un negro en ese país.

En el caso de 12 años…, presenta otra peculiaridad: está dirigida por Steve McQueen, un realizador de video arte, de ancestro jamaiquino pero nacido y formado en Inglaterra, quien por primera vez filma en Hollywood. También sus dos películas anteriores abordaban con rigor estético y psicológico el tema del cuerpo prisionero: Hunger, sobre la prisión del activista irlandés Bobby Sands, quien murió durante su huelga de hambre, y Shame, sobre el sufrimiento de un adicto al sexo. Con 12 años McQueen llega a Hollywood para narrar de modo mucho más convencional la saga de un negro libre del Norte de Estados Unidos, quien es traicionado, secuestrado y vendido a los esclavistas del Sur, en la década de 1840, es decir, en la época previa a la Guerra Civil.

Cuesta creer las condiciones de vida de Solomon Northup (Chiwetel Ejiofor, también inglés, de orígenes nigerianos) en el estado de Nueva York en los ´40: músico, violinista, padre de familia, lleva una vida de señor burgués que en nada se diferencia de la de los blancos de clase media alta. Poco verosímil, si tenemos en cuenta que hasta los años ´60 del siglo XX los negros iban a escuelas segregadas, no podían entrar en restoranes de blancos ni sentarse fuera del sector separado en el transporte público. Pero al parecer, se ha comprobado que los datos sobre la vida de Solomon eran bastante reales, y están basados en su autobiografía. Solomon sufre un gran cambio en su vida cuando va a parar a Louisiana primero y después a las plantaciones de algodón en Georgia, donde vive años bajo las nefastas condiciones en que sometían los esclavistas a sus propiedades humanas. En última instancia, 12 años plantea un cuestionamiento a los alcances del régimen capitalista.


Lee Daniels en cambio, director de El mayordomo, ya había abordado el tema de la negritud en su demasiado obvia Preciosa, y ahora presenta también una historia real, la de un sirviente de la Casa Blanca que durante sus 40 años de servicio atendió a los presidentes desde Eisenhower pasando por Kennedy, Ford, Carter, Nixon y Reagan, y en esa trayectoria se relata la historia reciente de su país. También Cecil Gaines (Forrest Whitaker) nació entre los algodonales de Georgia, donde, un siglo después de Solomon, sus padres continuaban siendo tratados arbitraria y salvajemente por sus amos. Eugen es formado para ser “esclavo de la casa”, es decir: sirviente de guante blanco, y continuará siéndolo toda su vida, ni más ni menos que dentro de la Casa Blanca. 

Ambas películas abordan no sólo el tema de la esclavitud sino también la diferencia de clases. Dado su origen burgués y su nivel cultural, Solomon se considera todo el tiempo superior a sus pares, y por años se resiste a aceptar su destino tramposo. Hasta que después de muchos años de esclavitud se une, por primera vez, al canto de sus compañeros de infortunio, en una escena que muchos han señalado como reveladora de una toma de conciencia. Esa decisión resulta algo tramposa: la acentuación de la arbitrariedad que sufre un ser culto, como si por serlo tuviera más derecho que el resto a gozar de libertad. Como si por haber sido libre la injusticia fuera mayor. Eugen por su parte también se considera un elegido por trabajar junto al presidente, aunque nunca acepta que su condición revista una forma de esclavitud. El mayordomo va dando cuenta de las luchas sociales por los derechos civiles de los negros, y si bien al principio Cecil se niega a ellas –y reniega de su hijo por participar activamente- al final reivindica esa tarea y logra condiciones laborales similares a las de sus compañeros blancos. En ambos films la cuestión de la esclavitud plantea más interrogantes que respuestas sobre la libertad, la justicia y la democracia, a pesar de que su intención parece haber sido la contraria.   

12 años destaca en qué medida los esclavistas se amparaban en la palabra de Dios para justificar sus excesos. Sus dos dueños leen la Biblia frente a sus esclavos, encontrando los pasajes adecuados para tener sus conciencias tranquilas. También El mayordomo señala que la cruz constituye una amenaza para el grupo de luchadores por la libertad, cuando anuncia la llegada del Ku Kux Klan, esos asesinos amparados en ella.

McQueen es un esteta, y cada plano de 12 años está cuidadosamente elaborado. Pero justamente tal vez sea ese su punto más débil: la estetización del dolor. Su film presenta planos fundamentales, como el de Solomon colgando de un árbol durante horas –su vida suspendida de una cuerda- mientras a su alrededor la vida en la plantación no se inmuta, aceptando esa tortura como parte de la vida cotidiana. Pero la duración del plano, el subrayado de los esfuerzos del hombre por no caer, devienen obvios, gritan la importancia del momento. En verdad, todo el film está artísticamente compuesto y bellamente fotografiado por Sean Bobbitt, y tiene un expresivo, elocuente diseño de sonido. Esa acentuación sobre la imagen visual y sonora va en detrimento de la historia, y sobre todo, del tratamiento de los personajes. Poco sabemos de la prehistoria de ese esclavo, ni de su verdadero suplicio interno. Sus compañeros de infortunio carecen de entidad dramática, con la excepción de la joven esclava Patsey. De sus amos, el más interesante es el que protagoniza Benedict Cumberbatch (otro inglés), quien lucha con su conciencia. El esclavista que interpreta Michael Fassbender –actor germano-irlandés, presente en las tres películas de McQueen- constituye una burda caricatura, y resulta víctima de una sobreactuación. El perverso, demente sadismo de su personaje casi deshumanizado no tiene matices. Y su esposa no le va a la zaga en cuestión de sadismo. En cambio resulta interesante la figura de su vecino, que ha hecho de una esclava la señora de la casa, lo cual demuestra las contradicciones del sistema.

Si 12 años se excede en aparato estético, El mayordomo lo hace en didactismo. Ambos films adolecen de finales tan abruptos como banales, totalmente anticlimáticos, lamentables. Llama la atención la unanimidad de la crítica norteamericana, que considera 12 años de esclavitud como uno de los mejores films del año (poniéndola muy por encima de El mayordomo), que ha ganado el Globo de Oro y tiene varias nominaciones al Oscar. Obviamente, se trata de una elección política y no estética, destinada a tranquilizar las buenas conciencias de a Academia. Oportunamente, cuando el país tiene su primer presidente negro.

Creo pertinente la observación de mi colega Adolfo Agopian, quien propone mostrar 12 años de esclavitud junto a Paraíso – amor, como las diversas formas de esclavitud que aún perduran.

Esa cuestión política ha motivado que en ambas películas estén presentes numerosos artistas de primer nivel comprometidos con las luchas sociales interpretando roles secundarios, en una suerte de militancia antirracial o abolicionista de última hora: Vanessa Redgrave, Paul Giamatti, Brad Pitt (productor ejecutivote 12 años), Paul Dano. Y en El mayordomo: Oprah Winfrey (productora ejecutiva), Jane Fonda, John Cusak, Alan Rickman, Robin Williams y otros. Sin embargo, los principales responsables de 12 años no son de origen estadounidense. También este es un detalle sintomático… Creo que la cuestión esclavista todavía es un tema pendiente en el país que se considera líder de la libertad, y tal vez el film más logrado al especto sea Django sin cadenas, de Quentin Tarantino, y esto dicho sin ánimo de bromas.


Josefina Sartora

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