12 de marzo de 2014

En el nombre del hijo

La tercera orilla
Dirección: Celina Murga
Guión: Gabriel Medina y Celina Murga
Argentina/2013


El nombre de Celina Murga figura ya entre los mejores directores argentinos contemporáneos. Su trabajo está organizado / guiado por una aguda mirada social, que enfoca distintos aspectos de la sociedad argentina, y específicamente, sobre las conductas de los más jóvenes. Si en Una semana solos observaba las características/ de los barrios cerrados, Escuela Normal es un sentido documental sobre la escuela argentina, Y en Ana y los otros un retrato de la burguesía de provincia, Entre Ríos en particular, la suya. Murga pinta su aldea también en su último film, presentado con éxito en el reciente festival de Berlín, de inquietante título: La tercera orilla.

Nuevamente Murga presenta la sociedad de provincia en una ciudad chica, en un cuadro familiar que no es infrecuente en el esquema del paternalismo de la sociedad argentina: un conocido médico, además dueño de laboratorio y campo, está casado y tiene un hijo preadolescente y simultáneamente sostiene otra familia paralela, con mujer y tres hijos, entre 17 y 9 años. Esta situación está mostrada desde el punto de vista del mayor, Nicolás, quien en momentos de llegar a la edad adulta atraviesa una crisis personal y familiar aguda.

La película es austera hasta el extremo: no hay aquí explicaciones innecesarias ni superfluas, ni siquiera aquellas que los espectadores están acostumbrados a recibir. No se narra la historia, el pasado, ni tampoco se esperen explicitaciones emocionales o afectivas: hablan las acciones. Nicolás no habla, pero domina cada detalle de lo que ocurre en ambas familias. Ese fenómeno suele ocurrir en las burguesías provinciales, donde se habla de “la casa  grande” y “la casa chica”, aceptadas por la sociedad. Cada familia sabe de la otra, y también tolera –como puede- esa realidad dual. La casa grande es mejor, tiene piscina y libreta de matrimonio. En la casa chica no hay un dormitorio para cada hijo, la pileta es de lona, la llegada de un nuevo televisor es un acontecimiento. Cuando la hija cumple 15 años, el padre está de vacaciones con la legal. Pero todos los hijos van al mismo colegio privado. Allí Nicolás frecuenta a su medio hermano, y lo protege haciéndose cargo de su condición de hermano mayor.

Pero Nicolás se encuentra en ese espacio incómodo que resulta la tercera orilla, sitio improbable, incierto, junto a un padre centro de una constelación que él organiza a su alrededor, sin consultar, a su arbitrio. Nicolás ya es mayor, y el padre decide que ocupe un lugar de responsabilidad en el campo, que trabaje en el laboratorio, que estudie medicina. Que siga sus pasos, en suma. También intenta sacar a Nicolás de su silencio y encierro con la iniciación típica en el burdel, donde él mismo es un cliente habitual y bienvenido, o con las salidas de caza. Los gestos, la mirada de Nicolás expresan en silencio su bronca y su rechazo al sistema machista y autoritario.

No sabemos cuanto pesó el apoyo de Martin Scorsese en esta obra de Murga, que él produce, ni cuáles fueron sus consejos. El resultado es un film muy personal, riguroso, lejano de los excesos scorsesianos y de sus diálogos elocuentes. Murga se coloca a cierta distancia, física y emocional, y confía en cambio en la elocuencia de sus imágenes, en las performances de sus actores (Daniel Veronese excelente como el patriarca, Gaby Ferrero como la madre, y el notable debut de Alián Devetac). En el film hay evocaciones a las películas de Julia Somononoff, otra productora de La tercera orilla, y al cine de Lucrecia Martel, en la pintura social y provinciana, en la sutileza y delicadeza del relato.

Murga deja que la película fluya por sí misma, sin subrayados ni comentarios, sin explicaciones psicológicas, pero resultan transparentes las tribulaciones del protagonista, el proceso de gestación de la reacción filial. Que no tiene una salida acorde al resto del film, sino que adolece de cierto apresuramiento. Pero es éste un rasgo menor de un film enorme.


Josefina Sartora

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