Blancanieves
Dirección y guión:
Pablo Berger
España-Bélgica-Francia/2012
Esta
nueva Blancanieves es una ingeniosa transposición del cuento clásico
de los hermanos Grimm, ambientada en la Sevilla se los años ´20, con la
intervención de toda la tradición folklórica española: toros, flamenco y
sevillanas y cortijo incluidos. No es sólo esto lo peculiar, sino que –como fue
el caso de El artista- se trata de un film mudo y en blanco y negro, con
intertítulos. Entre nosotros, vale recordar el caso de La antena, de Esteban
sapir, que en un film silente homenajeaba el cine expresionista. La Blancanieves
del vasco Pablo Berger expone una estética gótica pero se vale del costumbrismo
y la cultura hispanos, produciendo una grata sorpresa.
Pocas veces se ha visto una madrastra de Blancanieves que exude tanta crueldad, como
ésta interpretada por Maribel Verdú, excelente en su caricatura de la villana
de cuento, tan erótica como malvada. Manipuladora, ambiciosa, casada con un
torero inválido, viudo y con la pequeña hija que deberá soportar el maltrato de
su madrastra, quien la somete hasta la esclavitud. Una hija a quien le han
hurtado su padre, y lucha por recuperarlo. Hasta que huye, y se produce el consabido
encuentro con los enanos. Con ellos la muchacha recuperará a su padre en la
forma de la lidia, ya que ella misma deviene torera. Todo un aggiornamiento
acorde a los parámetros de género actuales. Después de todo, el cuento es
esencialmente una búsqueda de la identidad femenina. Macarena García ganó el
premio a mejor actriz en el Festival de San Sebastián como la joven torera, y
Angela Molina la acompaña en un glorioso regreso como su abuela bondadosa (de
cuento, también).
La bella
fotografía de Kiko de la Rica reafirma la vigencia del blanco y negro, inquietante
y expresivo. La historia alcanza un marco atemporal, y juega con los
sentimientos clásicos, eternos, de la tragedia: amor y muerte, envidia, odio,
solidaridad, sabiamente combinados, aunque algunas escenas se prolonguen
demasiado. No es esta una recreación del cine mudo, sino un pastiche
postmoderno que da a la historia cierta actualidad y combina con mucho ingenio
la iconografía hispánica con el melodrama, la tradición clásica, el imaginario neogótico
y el romanticismo, para tomarse algunas libertades con el mito, hasta llegar al
sorprendente final, melancólico y de alta intensidad emocional.
Josefina
Sartora
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