24 de julio de 2014

El otro lado del horror

Lore
Dirección: Cate Shortland
Guión: Cate Shortland, Robin Mukherjee, basada en la novela The Dark Room, de Rachel Sieffert
Alemania-Australia-Reino Unido/2012


La Segunda Guerra y el Holocausto no dejan de alimentar la fábrica de películas, tanto en Hollywood como en Europa. Sin embargo, del enorme caudal de esa filmografía, han salido pocos casos en que el cine se haya ocupado de los vencidos nazis en Alemania. Si los jerarcas pudieron evadirse a Sudamérica –y el cine también lo testimonia-, no tuvieron esa suerte los oficiales de rango intermedio, que ven desaparecer súbitamente su pequeña cuota de poder, sus ambiciones e ilusiones. Eso es lo que sucede al padre de los chicos protagonistas de Lore, un oficial de las SS. Caído el régimen, antes de ser atrapado su familia abandona su mansión, después de quemar carpetas de evidencias. Él se esfuma y su mujer y cinco hijos se refugian en los bosques de la Selva Negra, con unas pocas valijas y algunas joyas no demasiado importantes. Viven escondidos un corto tiempo, y cuando se acaban los recursos, la madre los abandona -presumiblemente va a entregarse a las nuevas autoridades- y los envía con su abuela a Hamburgo, a 900 kilómetros.

Empieza así, en pocas, inquietantes escenas, esta road movie iniciática, con los hermanos liderados por la mayor, Lore, de 15 años (la excelente debutante Saskia Rosendahl). Filmada en diversos bosques en su largo camino rumbo al Norte, los chicos van confrontando con una Alemania desvastada, y dividida en parcelas según la ocupación de los Aliados. La chica se niega a aceptar la derrota, todos lloran la pérdida del Führer. Como es de esperar, no les va muy bien, logran sobrevivir gracias a que uno de ellos es un bebé, y eso reblandece a los duros germanos. Hasta que se les une en su marcha un muchacho judío (Kai Malina), a quien ella –antisemita- rechaza, pero él los ayuda a seguir su camino.

Basada en una novela, la directora australiana Cate Shortland ha filmado la contracara del cine habitual: esta vez, no son los judíos quienes huyen, sino los nazis, incrédulos de que su líder haya desaparecido, y peor aún, los haya engañado. Suerte de fábula negra de los bosques, está filmada desde el punto de vista de la protagonista, y la realidad va apareciendo ante sus ojos a medida que avanza en su camino. Cuando llegan a destino, Lore ya no será la chica inocente pero fanática que creía en el nazismo. Ha visto la foto de su padre junto a una pila de cadáveres judíos, ha conocido el horror que se ocultaba tras su mundo ideal de las juventudes hitlerianas, se ha ofrecido a un hombre para robarle un bote, ha conocido el hambre, la mentira, la ocupación, el dolor y la muerte.



Filmada a puro primer plano, la película constituye también un ejercicio fotográfico. La directora ama la naturaleza, y contrapone a los horrores del camino la belleza de unas tomas de la naturaleza (del fotógrafo Adam Arkapaw): ramas, insectos, ríos, a veces demasiado bonitas, ajenas al drama, filmadas con cierto regodeo en lo estético. Así procura crear una atmósfera idílica acentuada por la música –imposible dejar de recordar a Terrence Malick- para embellecer superficialmente una peripecia a la que le falta imaginación y le sobra metraje.


Josefina Sartora

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