La señora Klein
De
Nicholas Wright
Dirección:
Eva Halac
La
conflictiva relación madre hija ha dado varias obras de arte notables, sobre
todo en cine (la Sonata de otoño de Ingmar Bergman tuvo su puesta teatral el año
pasado). Relación básica, primaria, en la que se juegan temas tales como
imitación, rivalidad, dominio, sometimiento, rebeldía, etc. También la
psicología trabaja ese vínculo como uno de sus temas más importantes. La
señora Klein es una obra de teatro escrita por el dramaturgo
sudafricano Nicholas Wright cuya protagonista es nada menos que Melanie Klein
(1882-1960, aquí interpretada por María Leal), una de las creadoras,
inspiradoras del psicoanálisis, instalada en la más alta jerarquía junto a
Freud y Lacan. Nacida en Viena –como Freud- vivió dos guerras, pasó por
Budapest y Berlín hasta radicarse en Londres, donde desarrolló sus teorías
focalizadas en la psicología infantil.
La obra
presenta una noche en su vida, en 1934, al conocer la muerte de su hijo. La
tragedia hace aflorar todo el resentimiento que guarda su hija Melitta
Schmideberg (Fabiana García Lago), también psicoanalista, a quien su madre
había psicoanalizado desde niña, y que en su madurez sostiene un duelo
profesional con su madre. La polémica Klein –y también su hija- era dramáticamente
durísima, casi brutal, y María Leal sabe darle a su personaje todo el carácter
que su rol requiere. Pecho malo y pecho bueno a la vez –según sus teorías- la
madre no cesa de poner a la hija en los bordes, en los extremos de su
emocionalidad. Entre ellas se entabla un duelo verbal que excede la
circunstancia, apela al pasado, a la culpa, las contradicciones, a las
relaciones familiares pero también a la práctica psicoanalítica que ambas
ejercen. Testigo de este enfrentamiento es Paula Heimann, discípula de Klein y
colega de ambas: en total, tres psicoanalistas judías exiliadas. Paula López
Alonso despliega una vez más su ductilidad demostrada en el teatro off, dotando
a su personaje de esa excentricidad ambigua, con gran dosis de humor, que le es
característica y conocimos en el circuito off.
La señora Klein es una pieza inspirada en el
teatro clásico, sigue la fórmula ya habitual en nuestro teatro mainstream, que
gusta estrenar obras de éxito en Broadway o Londres. La puesta de la talentosa Eva
Halac cuenta con puntos brillantes, además de la actuación de sus actrices: una
adecuada recreación de época, gracias al vestuario de Pablo Ramirez y Lidia
Benitez y la excelente escenografía de Alberto Negrín, y un manejo admirable de
los tiempos y los climax. Con unidad de tiempo y lugar, el acontecer sigue una
sucesión lineal, y no falta la nota etílica, como ya es habitual en obras
estrenadas este año. La señora Klein practica en forma
permanente la interpretación psicoanalítica, para regocijo de toda la comunidad
psi porteña que llena la sala de La Comedia. Pero no sólo ellos.
Josefina
Sartora
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