22 de octubre de 2014

Cuerpos derruidos

Polvo de estrellas (Maps to the Stars)
Dirección: David Cronenberg
Guión: Bruce Wagner
Canadá-Estados Unidos-Francia-Alemania/2014


Parece que los directores de Hollywood deben, tarde o temprano, realizar su propio film sobre ese mundillo que tan bien conocen. La puesta en abismo, el cine sobre el cine, ha devenido una suerte de subgénero, que a su vez, puede tomar distinto carácter: drama, comedia, sátira. El canadiense David Cronenberg es siempre un director algo marginal, pero no zafó de ese mandato, y disecciona el mundo del cine.

Si el título original Maps to the Stars refiere a la visita que suelen hacer los turistas en Hollywood, viendo desde fuera las casas donde viven los artistas –tarea que ocupa a uno de los personajes, Robert Pattinson, nuevamente en su limousine, como en Cosmópolis, ahora en el asiento del conductor- en un segundo nivel apunta al paneo sobre los artistas aquí involucrados. El cuadro es duro: el actor muy precoz y cínico (Evan Bird) con su incipiente locura, incluidas –o incentivadas por- sus adicciones; la actriz en caída (Julianne Moore) obsesionada por interpretar el rol que a su mamá le mereció un Oscar años antes, y que ahora obtendrán actrices más jóvenes que ella; los entretelones de los castings, las rivalidades mortales. Pero sobre todo, el melodrama familiar: una pareja incestuosa con 2 hijos trastornados.  Por supuesto, el retorno de lo reprimido -en la piel de la excelente, mordaz Mia Wasikowska- servirá para que haga explosión el núcleo familiar, y para articular las diversas historias de este film coral. El corrosivo análisis que Cronenberg elabora sobre Hollywood no se limita sólo a éste: caen también los distintos sistemas de psicoterapias y gurús de autoayuda (grotesco en este rol un operado y algo acartonado John Cusak).


El tema del incesto no termina en esa pareja: se continúa en sus hijos, y en la actriz que encarna Moore, abusada por su madre. Tampoco los fantasmas están ausentes: los muertos vuelven y acosan a sus víctimas alucinadas. ¿Hollywood como fábrica de fantasmas, además de monstruos? Polvo de estrellas es un melodrama con toques de parodia cínica. Pero Cronenberg no es David Lynch, por desgracia, él hubiera llevado las cosas a otro nivel. Cronenberg se queda en un primer estadio, prefiere no tocar fondo, juega con la ambigüedad de sus intenciones.

Julianne Moore siempre ha sido muy inteligente a la hora de elegir los guiones, pero aquí esa premisa es discutible. Sin embargo, logra una gran actuación en su rol, que le exige poner todo el cuerpo: un personaje patético, la actriz que fue famosa y ahora torturada, perseguida por el recuerdo de su madre, de quien no puede liberarse por mucho yoga o terapia que le dedique. O tal vez, su histeria derive de que es conciente de su propia miseria. Moore recibió el premio a Mejor Actriz en Cannes por este papel.

El guionista Bruce Wagner afirma que la historia es autobiográfica: él condujo en una limo a ricos y famosos en Los Ángeles. De todas maneras, el auto homenaje a Cosmopolis resulta también patético, y la escena de sexo en el asiento posterior, grosera. Cronenberg se regodea en mostrar el lado más oscuro, siniestro de cada personaje, de toda situación, con un catálogo de seres perturbadores. Traza un fresco ácido de Hollywood, donde parece vivirse una realidad escabrosa, voraz. Ha puesto todo su talento de su cámara, de su edición, al servicio de un film revulsivo, chocante, impiadoso con respecto a un medio que no lo ha aceptado del todo. Es tal delirio, que al final uno se ve envuelto en la locura de los personajes. Pero no logra recuperar su nivel de otras épocas, ni aquel genio ya perdido en Cosmópolis y El método peligroso.

Paradójicamente, el leitmotif del film es el poema Libertad, de Paul Eluard: muy pesado, sobre todo cuando libertad sólo se llega a ella a través del suicidio.


Josefina Sartora

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