Polvo de estrellas
(Maps to the Stars)
Dirección: David
Cronenberg
Guión:
Bruce Wagner
Canadá-Estados
Unidos-Francia-Alemania/2014
Parece que los directores
de Hollywood deben, tarde o temprano, realizar su propio film sobre ese
mundillo que tan bien conocen. La puesta en abismo, el cine sobre el cine, ha
devenido una suerte de subgénero, que a su vez, puede tomar distinto carácter:
drama, comedia, sátira. El canadiense David Cronenberg es siempre un director algo
marginal, pero no zafó de ese mandato, y disecciona el mundo del cine.
Si el título original Maps
to the Stars refiere a la visita que suelen hacer los turistas en
Hollywood, viendo desde fuera las casas donde viven los artistas –tarea que
ocupa a uno de los personajes, Robert Pattinson, nuevamente en su limousine,
como en Cosmópolis, ahora en el asiento del conductor- en un segundo
nivel apunta al paneo sobre los artistas aquí involucrados. El cuadro es duro:
el actor muy precoz y cínico (Evan Bird) con su incipiente locura, incluidas –o
incentivadas por- sus adicciones; la actriz en caída (Julianne Moore)
obsesionada por interpretar el rol que a su mamá le mereció un Oscar años antes,
y que ahora obtendrán actrices más jóvenes que ella; los entretelones de los castings, las rivalidades mortales. Pero
sobre todo, el melodrama familiar: una pareja incestuosa con 2 hijos
trastornados. Por supuesto, el retorno
de lo reprimido -en la piel de la excelente, mordaz Mia Wasikowska- servirá
para que haga explosión el núcleo familiar, y para articular las diversas historias
de este film coral. El corrosivo análisis que Cronenberg elabora sobre
Hollywood no se limita sólo a éste: caen también los distintos sistemas de
psicoterapias y gurús de autoayuda (grotesco en este rol un operado y algo
acartonado John Cusak).
El tema del incesto no
termina en esa pareja: se continúa en sus hijos, y en la actriz que encarna
Moore, abusada por su madre. Tampoco los fantasmas están ausentes: los muertos
vuelven y acosan a sus víctimas alucinadas. ¿Hollywood como fábrica de
fantasmas, además de monstruos? Polvo de estrellas es un melodrama
con toques de parodia cínica. Pero Cronenberg no es David Lynch, por desgracia,
él hubiera llevado las cosas a otro nivel. Cronenberg se queda en un primer
estadio, prefiere no tocar fondo, juega con la ambigüedad de sus intenciones.
Julianne Moore siempre ha
sido muy inteligente a la hora de elegir los guiones, pero aquí esa premisa es
discutible. Sin embargo, logra una gran actuación en su rol, que le exige poner
todo el cuerpo: un personaje patético, la actriz que fue famosa y ahora torturada,
perseguida por el recuerdo de su madre, de quien no puede liberarse por mucho
yoga o terapia que le dedique. O tal vez, su histeria derive de que es
conciente de su propia miseria. Moore recibió el premio a Mejor Actriz en
Cannes por este papel.
El guionista Bruce Wagner
afirma que la historia es autobiográfica: él condujo en una limo a ricos y
famosos en Los Ángeles. De todas maneras, el auto homenaje a Cosmopolis
resulta también patético, y la escena de sexo en el asiento posterior, grosera.
Cronenberg se regodea en mostrar el lado más oscuro, siniestro de cada
personaje, de toda situación, con un catálogo de seres perturbadores. Traza un
fresco ácido de Hollywood, donde parece vivirse una realidad escabrosa, voraz. Ha
puesto todo su talento de su cámara, de su edición, al servicio de un film revulsivo, chocante, impiadoso
con respecto a un medio que no lo ha aceptado del todo. Es tal delirio, que al
final uno se ve envuelto en la locura de los personajes. Pero no logra
recuperar su nivel de otras épocas, ni aquel genio ya perdido en Cosmópolis
y El
método peligroso.
Paradójicamente, el leitmotif del film es el poema Libertad, de Paul Eluard: muy pesado,
sobre todo cuando libertad sólo se llega a ella a través del suicidio.
Josefina Sartora
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