El Doc Buenos Aires 2014
Como el
Bafici, como el Festival de Mar del Plata, el Doc Buenos Aires ya constituye un
hito en el calendario cinematográfico, sobre todo para los que amamos el
documental. Con la dirección y padrinazgo de Luciano Monteagudo, Carmen Guarini
y Marcelo Céspedes, ofrece la oportunidad de ver lo mejor del cine documental
de todo el mundo, películas que muy difícilmente puedan verse en otra ocasión
en Argentina. Como es habitual, la programación es cuidadísima, y a algunos de
sus títulos nos referiremos.
A los efectos de
introducción es útil el film de Jean-Louis Comolli, Cine documental, fragmentos de
una historia, en el que revisa el género desde los films de los Lumière
y Flaherty. Estos, el cine de Dziga Vertov le sirven para fijar conceptos como
puesta en escena, montaje, el lugar del espectador, el del pueblo en el cine de
propaganda, la capacidad para tocar a las masas del cine de Leni Riefesntahl.
Los films de Luis Buñuel, Georges Franju, Jean Rouch le permiten reflexionar
sobre el cinéma vérité.
Como ocurre con
tantos documentales, en este caso referirse a la historia del género significa
abordar en diagonal la historia del siglo XX, y al mismo tiempo, poner de
relieve el carácter didáctico del documental como formador de opinión, como
formador del hombre de una nación.
Como en sus anteriores René, o en Katja, en Vojta Lavicka: altibajos la checa Helena Trestiková
toma una persona en su juventud y la filma a lo largo de varios años,
documentando el paso del tiempo y la evolución de ese personaje real. Un
sistema similar al que aplicó Alexandra Anthony en Perdido en tierras salvajes
y, en el caso de la ficción, Richard Linklater en Boyhood. Los títulos de
sus películas refieren a sus protagonistas, en este caso un músico romaní, o
gitano, perteneciente a una minoría en la República Checa, orgulloso de su
etnia y que trabaja por su visibilidad. Ese orgullo funciona como una divisa en
su vida, pese a las contradicciones que le significan sus congéneres, las
condiciones de vida en su país, sus reacciones frene a la emigración en masa de
los romaníes, etc. A lo largo de 16 años vemos cómo van evolucionando esos
temas, sus altos y bajos profesionales y familiares, sus matrimonios, sus hijos,
a quienes les inculca el honor por sus orígenes. Como en todos sus films, la
directora logra la empatización del espectador con el personaje, porque éste se
muestra a corazón abierto, con sus fuerzas y debilidades.
A Mask of Madness: podría decirse que este film constituye
un cine experimental, más que propiamente documental. Norbert Pfaffenbichler construye
un film a partir de las muchas películas que Boris Karloff filmó, ya fuera
protagonista, actor secundario o presentador. Guiado por distintos criterios
constructivos y asociativos, este director de la vanguardia austríaca realiza
un film con un único personaje, el mismo Karloff en sus muchas apariciones.
Así, es notable cómo monta escenas de errancia, subiendo y bajando escaleras,
recorriendo pasillos, como búsquedas y encuentros, entradas y salidas, o experimentos
científicos y sus consecuencias muy diversas, mezclando,
superponiendo,
montando siempre. Su divisa es muy deleuziana: diferencia y repetición, y de
ella se vale para el montaje de este film absolutamente original, valga la
paradoja. Así, Karloff aparece dialogando consigo mismo sobre la locura, o incluso
luchando casi en espejo, bajo las muchas máscaras que acostumbró utilizar en
sus films: mutante, monstruo o científico, víctima o victimario, indio u
oriental, a todos imprimió su sello característico. El Doc presenta un foco
dedicando a Pfaffenbichler, que incluye otro trabajo similar, realizado con los
films de Lon Chaney.
Punto de partida es ya un clásico entre los
documentales. Robert Kramer regresa a Vietnam en 1993 y documenta el estado de
la nación después de la guerra con Estados Unidos. Focalizando en diversos
personajes anónimos de Hanoi, en sus cuerpos, en su trabajo, sin mayores
explicaciones ni comentarios, el film ensayo de Kramer devela las marcas que ha
dejado la lucha y cómo es la vida cotidiana en ese país. Una suerte de
memoria-presente. Pero también recoge el testimonio de Linda Evans, una
activista que pasó 40 años en prisión por oponerse a la guerra y a la política
de su país hacia Vietnam.
Además
de productor de documentalistas como Robert Kramer, Claire Simon, Edgardo
Cozarinsky, Danièle Incalcaterra y otros, Richard Copans es un notable director
de documentales, y acaba de estrenar en el Doc BAs su último Un
amour, una rara avis. Su peculiaridad reside en que se trata de un
documental sobre el amor de una pareja que ya no está: sus padres, que se
conocieron en 1939, en reuniones de militancia política. Basado en fotografías
y en la correspondencia que ellos sostuvieron, Copans recrea la vida y el
romance de sus padres desde su nacimiento hasta el fin de la Segunda Guerra.
Con delicadeza, con sensibilidad y gran talento creativo, revive
cinematográficamente en un bello y conmovedor film no sólo su historia familiar
sino la de Europa en la primera mitad del siglo XX: la Guerra Civil española,
la intelectualidad en Francia, la Guerra europea.
Entre los (pocos)
argentinos, se destaca como una curiosidad Hamdan, de Martín Solá. El
protagonista es un palestino miembro del grupo de resistencia Al Fatah, que en
1973 y con 20 años fue hecho prisionero en las cárceles israelíes. Con un
laconismo extremo –en el que se conjugan el tempo
largo de la vida en prisión con la morosidad propia de Solá, mucha pantalla
en negro y un fuera de campo importante, el hombre recuerda esos duros años de
encierro, el maltrato, las pésimas condiciones de (sobre)vida en esas cárceles.
Pero al salir, el encierro continúa, al estar su país ocupado, sitiado y
encerrado por el sistema represivo israelí.
Agua plateada. Autorretrato
de Siria se anuncia
como film compuesto por mil y una imágenes filmadas por mil y un sirios. En
parte es así, con imágenes extraidas de You Tube, filmadas con cámaras anónimas,
o con teléfonos que registran la terrible actualidad de su país. Tomas
clandestinas, borrosas algunas pero todas elocuentes de los abusos del régimen
fascista de Bashar y sus ejecutores, el ejército. El film muestra todo, por
crudo que sea: torturas físicas, explosiones que están dejando un país
destruido, muertes muy jóvenes, la peligrosa recuperación de los cadáveres en
las calles vacías. Y en parte, está filmado por la joven cineasta kurda Wiam
Simav Bedirxan en la ciudad de Homs, quien durante tres años documentó la
destrucción de su ciudad y su pueblo, las atrocidades incomprensibles pero
también la vida que continúa. En su exilio en París, Ossama Mohammed montó el
abundante y escalofriante material, con un lirismo y una emoción notables.
El título de
apertura y cierre del Doc Buenos Aires promete estar entre los mejores del año,
en todo sentido: Maïdan,
de Sergei Loznitsa, Ucrania-Holanda/2014.
Maïdan es un capolavoro que podría
encuadrarse a primera vista como cine de la emergencia, sobre una crisis aún
candente. Durante varios meses, Loznitsa filmó en Maïdan, la plaza de Kiev,
Ucrania, durante las protestas populares contra el régimen corrupto del
presidente Viktor Yanukovich. Pero lo que podría haberse aproximado a un
informativo televisivo –como muchos de los testimonios de este tipo de
acciones- bajo la lente de Loznitsa deviene un documental mayor. A lo largo de los meses de invierno,
desde noviembre de 2013 hasta marzo de 2014, los acontecimientos van
transformando las protestas pacíficas multitudinarias iniciales, con mucho de
entusiasmo juvenil y fervor patriótico, hasta devenir un enfrentamiento tan
violento como sangriento entre los manifestantes más radicales y las fuerzas
represivas del gobierno, que actuaron sin contemplaciones contra sus
compatriotas. La revuelta culminó con la renuncia del presidente, pero la
crisis aún no ha pasado, como todos sabemos.
Con su
habitual cámara fija, que sólo mueve cuando la emergencia de algún caso se lo
impone, Loznitsa sabe colocarse para registrar tanto los movimientos colectivos
como las reacciones individuales. Sin comentarios ni entrevistas, permite que
la acción fluya, y muy claramente, a lo largo de esos meses. El film viene a
desmentir a aquellos que sostienen que en los films de urgencia lo prioritario
el mensaje, y que el mismo justifica el descuido en lo formal. Al contrario:
con el tiempo, más allá de la coyuntura histórica, Maïdan quedará como un
clásico.
Josefina
Sartora
El Doc
cierra con Maidan el miércoles 29 a las 19, en el Gaumont, y con entrada
gratuita.
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