9 de octubre de 2014

El Festival de Valdivia en 2014




El 21º Festival de Valdivia, que me acoge por segunda vez, continúa celoso de su programación, dirigido por primera vez por el cinéfilo Raúl Camargo. Es éste un festival exquisito, que muestra a menudo por primera vez en Latinoamérica buenas obras de este continente que han de brillar más tarde en otros países, y otras que acaban de conocerse en festivales más grandes. Tanto sus directivos como las autoridades que apoyan el festival de Valdivia ponen el acento en desarrollar un foco multicultural fuera de la capital, en esta bellísima zona sur del país, en la Región de los Ríos, que nos recibe con una primavera exultante, en una explosión de azaleas de todos colores, desde el rosa, el lila y hasta el amarillo.


El Festival de Valdivia tiene una competencia internacional, una de largos chilenos, otra de cortometrajes, una sección dedicada al público infantil, y lo más consagrado: las Galas, en que podremos ver lo último de Jean-Luc Godard, Lisandro Alonso, Martín Rejtman, Ruben Östlund y otros. Y hay más.

El cine argentino tiene una fuerte presencia aquí, ya que hay dos films en Competencia internacional, dos en las Galas, una retrospectiva completa de José Celestino Campusano y otra del cortometrajista Teddy Williams, Lucrecia Martel y Mariano Llinás brindan sendas master classes, y varios argentinos trabajan en los jurados.

Coherente con su propuesta integradora, y con la actitud atenta que todo Chile tiene hacia sus orígenes, una sección está compuesta por cortos realizados por directores de los pueblos originarios, que tratan temáticas afines a sus comunidades. Hay también una sección de cine clásico, un laboratorio de work in progress –aquí también hay varios argentinos. En suma: una propuesta amplia, atractiva, que no da descanso, y en un entorno natural extraordinario.

Josefina Sartora


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