2 disparos
Dirección
y guión: Martín Rejtman
Argentina/2014
En los ´90, Martín
Reijman fue el realizador más sobresaliente y creativo de Argentina. Puede
decirse que fue el iniciador –si bien no el único- del nuevo cine argentino,
con sus nuevas propuestas, su minimalismo, su estudio de la juventud porteña, sus
situaciones verosímiles en ruptura con cierto cine anterior, falso y
acartonado. Después de diez años, con un paso por el documental, vuelve a
estrenar una película de ficción en un todo coherente con su cine anterior. Los
mismos personajes apáticos, algo abúlicos, algo autómatas, la misma falta de
explicaciones, las situaciones dispersas, que imprimen diversos giros
narrativos al guión. Todas son marcas del cine de Rejtman, que en cada película
van formando distintas figuras, adoptando distinto rostros, pero que siempre
producen un efecto desconcertante.
2 disparos también está presente en el Festival de Valdivia.
De los dos disparos que se inflige Mariano (Rafael Federman), sin que medie motivo o explicación para ello -“fue un impulso” dice ese muchacho que no parece conocer los impulsos- las únicas consecuencias que perduran son un agujero en la pared y una bala en su cuerpo, que le produce un doble sonido cuando toca la flauta con su conjunto.
De los dos disparos que se inflige Mariano (Rafael Federman), sin que medie motivo o explicación para ello -“fue un impulso” dice ese muchacho que no parece conocer los impulsos- las únicas consecuencias que perduran son un agujero en la pared y una bala en su cuerpo, que le produce un doble sonido cuando toca la flauta con su conjunto.
Pero ese comienzo
no es más que un catalizador de diversas situaciones que se van abriendo en
distintas direcciones: la relación con su hermano y la de éste con las chicas, el
devenir del conjunto de flautas, las vacaciones que se toma la madre después
del shock, los personajes insoportables que encuentra ella en su camino. Los
varios giros van describiendo distintos episodios tan mínimos como
significativos, con la confluencia de un cast notable: Susana Pampín como la
madre, Laura Paredes su profesora de música, Walter Jakob y María Inés Sancerni
sus compañeros de conjunto, y otros. Todos ellos cumplen un código de actuación
neutro, casi bressoniano, un recitativo, podría decirse. Nunca hay lugar para
la impronta emocional, el desahogo o la expresión de esas emociones. Esta
marcación es coherente con el desapego, la falta de roce físico, el humor
sordo, la total neutralidad en el relato, impecable, rigurosamente articulado.
Podrá decirse que
Rejtman vuelve sobre sí mismo, después de diez años. Que reitera ciertos
estereotipos ya propios. Es verdad. Incluso hay gestos puntuales, pases de
baile, movimientos, de sus películas anteriores (Rapado, Silvia
Prieto, Los guantes mágicos). Y lo hace con toda conciencia: ese es su
mundo, insiste. Y con él, y con su estilo, logra sacudir al espectador de su
lugar cómodo y complaciente, lo perturba hasta llevarlo a la irritación. Misión
cumplida.
Josefina Sartora
No hay comentarios:
Publicar un comentario