Come to my Voice (Were dengê min)
Dirección: Hüseyin
Karabey
Turquía-Francia-Alemania/2014
La película premiada con
el Astor de Oro, Come to my Voice, fue una de las más complacientes de la
Competencia Internacional, una obra cargada de buenas intenciones con mensaje
moralizante, de las que suele gustar al público en general, y obtuvo también el
premio de éste. Una película realizada desde el costumbrismo y color local y,
como muchas del festival, anclada en la realidad histórico-política. En un
pueblo enclavado en un hermoso valle en la zona kurda, los ocupantes turcos
llevan presos a todos los hombres jóvenes del pueblo a cambio de que los
habitantes entreguen las armas que el ejército supone que poseen para la
resistencia. Por supuesto, esas armas no existen. La madre y la hija de uno de
ellos hacen todo lo posible para conseguir alguna pistola por lo menos, y
recuperar así al jefe de familia. Inician entonces un derrotero que las llevará
al encuentro de tres juglares ciegos que habrán de contar esta saga en un
relato enmarcado.
La historia de esa
búsqueda de armas está contada como una fábula. Tiene su sentido alegórico, dibujando
toda una red social local que pone en evidencia cómo actúa esta, y que pasa por
varios estadios: solidaridad, rivalidades, corrupción, fraude, contrabando, comprensión,
se van jugando ante la necesidad de las mujeres.
Con actores no
profesionales y una espléndida fotografía de esas montañas, la película no está
mal, sino que está realizada cumpliendo una cantidad de cánones caros a los
festivales, mencionados al principio. El jurado presidido por Paul Schrader evidencia
con su decisión que prefirió un cine sin riesgos, con una puesta en escena
clásica y una historia que busca la empatía, y dejó de lado propuestas más
arriesgadas, fuertes y comprometidas. Una película valiosa como la coreana Alive
recibió sólo el premio al mejor actor, quien también era su director, Park
Jungbum. Otra genialidad como Cavalo Dinheiro tuvo sólo en su
magistral fotografía el premio que debió ganar en otro nivel. Y la tarea de
Mathieu Amalric en La chambre bleue, si bien correcta, no es tan notable como para
ganar el premio a la dirección.
Josefina Sartora
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